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“Uma merda!”: Bolsonaro arremete contra el periodismo

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro.

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A pesar de todo, al periodismo se le pueden escapar muchas cosas, pero pocas veces se le escapan los insultos al periodismo. El presidente brasileño Jair Bolsonaro hizo cerrar el miércoles a la hora de almorzar una churrascaría que había alquilado en Brasilia para un evento con artistas. Cuando le tocó pronunciar unas palabras como anfitrión en este almuerzo privado, aprovechó el micrófono para insultar a la prensa y los medios por la divulgación que habían dado, a su juicio sesgada y malintencionada, de los gastos de su gobierno en compras de productos alimenticios. Los números son millonarios en reales incluso en rubros muy poco esperables para la provisión de una administración pública. El portal Metropoles publicó una lista de ítems, que incluye 15 millones de reales en leche condensada, 7,1 millones en panceta ahumada, 5 millones en fruta deshidratada, 2 millones en chicles, 32,7 millones en pizzas y gaseosas. 

Imágenes de Bolsonaro de pie, micrófono en mano, injurioso y aplaudido por la concurrencia fiel y bien comida mientras insultaba, se filtraron al periodismo, y, esperablemente, fueron divulgadas por la prensa gráfica y por todos los medios y redes.

El presidente brasileño, en su exabrupto prandial, habló de imprensa de merda (periodistas de mierda), a quienes invitó a enfiar no rabo de vocês (meterse en el culo) las latas de leche condensada, refiriéndose a quienes habían dado difusión y repercusión a los hechos. En un giro argumentativo acusatorio que parece ya una pieza fija en sus discursos, anunció que el viernes iba a demostrar que Dilma Rousseff, última presidenta del Partido de los Trabajadores (PT) en el poder, depuesta por un impeachament express en 2016, había gastado mucho más que él y su gobierno en leche condensada.   

El presidente brasileño aprovechó la ocasión para volver a uno de sus temas favoritos, el Covid-19. Sugirió una vez más la teoría conspirativa: dijo que la enfermedad viral pode ser fabricada, puede no ser más que una fabulación para darnos miedo, una patraña creada para someternos. Lo que justificaría tanto su gestión de la pandemia, que en la práctica llevó al Ejecutivo a seguir con la vida política, social y económica casi como si el Covid-19 no significara un mal de una gravedad extrema, y a un plan de vacunación tardío, a la vez espectacular y subejecutado, apoyado sobre la farmacéutica china Sinovac, acerca de cuya droga CoronaVac hay polémicas sobre el rango de una eficacia que de todos modos admiten que es más limitada que la de otras en el mercado. 

En la misma churrascaria, en el mismo almuerzo, el presidente dijo que confía en la opinión y el apoyo del diputado aliado Roberto Jefferson (del Partido Laborista Brasileño, PTB, otrora aliado venal del PT), para desdeñar la valía de las cuatro decenas de pedidos de impeachment que piden su destitución por la gestión de la pandemia. 

La oposición parlamentaria y organizaciones ciudadanas pidieron la apertura de investigaciones sobre estos gastos. En las redes sociales los memes fueron aluvión, y alguno reunía el tema del momento con el del último año: la defensa presidencial de la leche condensada con la defensa presidencial de la hidroxicloroquina para combatir al Covid-19, pese a que la OMS dejó de recomendarlo ante la falta de pruebas sobre su efectividad. Un irónico comentario que tampoco faltó ni en los medios ni en las redes es que el almuerzo donde el presidente se quejó del periodismo también engrosaría la cuenta de 1.800 millones de reales de gastos alimentarios del gobierno de Bolsonaro. 

AG

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