Entró por primera vez a un estudio de grabación hace sesenta años, cuando tenía 23. Había comenzado su carrera profesional como pianista –tocaba ese instrumento desde los 4 años– y solo ocasionalmente en el papel de baterista. Uno de sus primeros trabajos fue con el saxofonista Eddie Harris, en su Chicago natal. “Él me dijo que tocaba muy bien el piano pero que era un baterista nato, y eso me cambió la vida”, contó a la revista Down Beat poco antes de morir, en una pausa entre las actuaciones en trío con el contrabajista Dave Holland y el pianista Jason Moran, su participación como percusionista en vivo en una obra teatral de Sam Shepard y sus presentaciones con el bailarín de tap Savion Glover. Jack De Johnette falleció el pasado 26 de octubre. Alcanzaría, para definir su legado, con los 31 años como integrante del trío con Keith Jarrett y Gary Peacock. Pero, por supuesto, hubo mucho más.
Con ese trío llegó a Buenos Aires, por primera vez, en 1994. En esa ocasión dio una clínica y allí deslizó una frase, aparentemente casual: “Creo que mi mayor talento fue poder escuchar”. Y su exposición, amplia y brillantemente ejemplificada desde la batería, rondó una idea poderosa: “No se trata de un instrumento sino de un conjunto de instrumentos”. Algo que se complementó con su afirmación acerca de la relación entre sus dos instrumentos amados. “La batería y el piano son, al fin y al cabo, dos instrumentos de percusión. Y no habría que olvidar lo que dijo Cecil Taylor: ‘un piano son 88 instrumentos de percusión afinados’”. Ambas sentencias, en todo caso, se verifican en la complejidad y riqueza del lenguaje de DeJohnette. Un idioma en que la idea de que un instrumento es, a la vez, una posible orquesta, resulta central.
En aquella primera sesión de grabación, en julio de 1965, con el grupo del saxofonista Jackie Mclean y el trompetista Charles Tolliver, DeJohnette tocó en dos temas, que permanecieron inéditos. Pero dos meses después, también con McLean y Tolliver pero con el agregado de otra trompeta, Lee Morgan, esas dos piezas, “Climax” y “On the Nile” volvieron a registrarse, junto con otros tres temas, “Soft Blue”, “Blue Fable” y “Jacknife”, que le dio título a todo el disco, una de las gemas del sello Blue Note. La última grabación del baterista, entre las 526 registradas en el exhaustivo catálogo de Tom Lord (The Jazz Discography Online) fue el año pasado, con el trío del pianista Ivan Farmakovsky y el contrabajista Christian McBride. Entre uno y otro punto se despliega una carrera ejemplar, junto a varios de los músicos más importantes del género –Miles Davis, Bill Evans, McCoy Tyner, Chick Corea, Charles Lloyd, entre muchos otros–, como líder –con New Directions y con Special Edition–, en algunos de los mejores discos de las décadas de 1970 y 1980 y, desde ya, con Jarrett, cuya relación comenzó en 1966, como integrantes del cuarteto de Lloyd (aquí se los puede ver y escuchar en vivo, DeJohnette y un deslumbrante Jarrett, ambos de 24 años) y el primer álbum donde aparecen juntos es Dream Weaver– y cuyo último registro en conjunto es el del concierto del 11 de julio de 2009 en Lucerna (recogido en el disco Somewhere).
La trayectoria de DeJohnette como instrumentista tuvo que ver, por otra parte, con dos sellos en los que, a lo largo de los 70 y los 80, fue algo así como un baterista emblema, CTI y ECM. Y hubo, claro, dos capítulos aparte: Evans y Davis. Con el primero se destaca la grabación de la actuación en el festival de Montreux el 15 de junio de 1968 (con el contrabajista Eddie Gomez). Y, con Miles, Bitches Brew, un clásico de su (nueva) ruptura con los moldes del jazz del momento.
Forces of Nature, con McCoy Tyner y Joe Henderson (1966), Is, con Chick Corea y Woody Shaw (1969), Super Nova, de Wayne Shorter (también del 69), el notable Joe Farrell Quartet (Joe Farrell en saxo, flauta y oboe, también con Corea que alterna su lugar con el guitarrista John McLaughlin) y Straight Life, de Freddie Hubbard (ambos de 1970), y el fundante Ruta and Dailtya, en dúo con Jarrett (1971)constituyen una buena muestra del momento en que el baterista cristaliza un leguaje propio, que lleva la vieja y buena polirritmia de Roy Haynes y Elvis Jones, a un nivel de refinamiento, limpieza técnica y precisión inéditos en la historia del instrumento.
Entre los casi infinitos discos en que actuó con el sesionista estrella de ECM, todos ellos excelentes, no pueden dejar de considerarse Gateway, con John Abercrombie y Dave Holland, Timeless, con Jan Hammer y Abercrombie, Cloud Dance, con Col https://open.spotify.com/intl-es/album/6bI8mDUAPYawREmbySOc0Wlin Walcott, Holland y Abercrombie, Batik, con Ralph Towner y Eddie Gomez, el trío con el guitarrista Terje Rypdal y el contrabajista Miroslav Vitous y, con el trompetista Kenny Wheeler, Deer Wan, Gnu High y Double, Double You.
El DeJohnette compositor, por otra parte, requiere una atención particular, sobre todo el que se nuclea a partir de un disco llamado Special Edition y toma ese título como nombre de un grupo –o grupo de grupos– que, con distintas formaciones encarnó un mismo proyecto. Ese estilo, surgido de una improbable y originalísima amalgama entre improvisación colectiva a la manera del jazz primitivo de Nueva Orleans y Chicago, free, desenfado y el rescate de la tradición de las big bands generó una de las propuestas más personales y originales –e inmediatamente reconocible– de su época. El primero de esos discos, con dos de los mejores saxofonistas existentes, David Murray y Arthur Blythe, un creador genial que murió muy joven, Album Album, que entendió el espíritu festivo como una de las bellas artes, e Inflation Blues, donde DeJohnette se da el gusto de cantar un reggae, conforman una galería indispensable, agrupada junto con Tin Can Alley en una caja de 4 Cds, a la que deben agregarse los dos discos con el trompetista Lester Bowie y Abercrombie, New Directions y New Directions in Europe, un álbum con un comienzo más que inusual: un extraordinario solo de batería de casi 5 minutos e imaginación desbordante.
DF/MF