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Cannabis: el recreo (también) es salud

Recién en 2020 la ONU eliminó el cannabis de su lista de drogas más peligrosas.

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En Mamá Cultiva Argentina trabajamos con personas que por alguna condición física, mental o discapacidad ven limitadas sus relaciones con el mundo exterior y el ejercicio de la ciudadanía. Lo mismo sucede con quienes cuidan de estas personas en el ámbito familiar, rol que recae mayormente en mujeres, quienes llegan a nosotras enajenadas en la propia enfermedad o de la persona que cuidan.

La medicina tradicional alopática no tiene respuesta para todo: algunos síntomas no tienen solución por lo que estas personas deben convivir con su padecimiento. Así, ven recortadas su libertad, su vida social, la posibilidad de autonomía. Para las cuidadoras, cada minuto está minuciosamente racionado. Aprenden a cocinar, limpiar, salir al super del barrio, calculando los minutos hasta que vuelva a aparecer el dolor, la convulsión, el temblor, la crisis. Para quienes padecen en sus cuerpos alguna de estas situaciones, el mundo se va achicando hasta volverse del tamaño de sus casas, habitaciones, camas o pantallas.

Cuando la planta de cannabis y su cultivo irrumpen en estas vidas, la conexión con la tierra para producir la propia terapia tiene un efecto inesperado: autogestionar aquello que va a mejorar la calidad de vida transforma algo en esa cotidianeidad agobiante. El inicio del tratamiento trae sorpresas, porque la búsqueda de la planta lleva tiempo, pero desde el inicio su consumo mejora el estado de ánimo: relaja, hace reír, conecta a quien la utiliza con el entorno de manera profunda (de ahí el milenario uso espiritual de la marihuana).

El cannabis brinda bienestar no sólo a la persona que padece sino también a la que cuida, tanto si la utiliza como si no. Cuando alguien que requiere nuestra atención 24/7 comienza a estar mejor y no nos necesita tanto, aparece el tiempo libre y con él nuevas ansiedades: ¿qué hacemos con ese tiempo? ¿Cómo tramitamos el ocio las cuidadoras cuando ya no hace falta que cuidemos todo el día? Esta disyuntiva es uno de los mayores desafíos que enfrentamos cuando acompañamos a las familias en Mamá Cultiva Argentina, porque el tiempo libre puede llenarse de inquietud para quien no acostumbra tenerlo y surge la necesidad de taparlo con más tareas en lugar de habilitar el espacio de autocuidado que significa el descanso de las obligaciones (siempre hay algo que hacer, siempre alguien necesita de nosotras).

Pero ahí están la planta y su círculo virtuoso, como puerta de entrada a otro modo de percibir el tiempo, el mundo y los vínculos. Por ello impulsamos que la terapia con cannabis sea utilizada no sólo por quienes cuentan con un diagnóstico sino también por quienes conviven con esa persona. “¿Y si probás vos?”, es la propuesta para derribar los prejuicios acerca de los usos, porque la planta es terapéutica siempre, cuando hacemos de ella un uso adulto y responsable, con información y libres de los prejuicios que la prohibición de las últimas décadas instauró sobre ella.

Quienes utilizamos la planta desde la clandestinidad en cualquiera de sus formas de administración sabemos que muchas veces no hay nada que ayude más a bajar la ansiedad y el estrés. Recrear viene del latín recreare, que aparte de significar crear de nuevo, significa hacer revivir, restablecer, reanimar o vivificar los ánimos y las fuerzas. El recreo repara del trabajo, divierte, renueva: es salud integral y es un derecho. La planta es una herramienta para ejercerlo. Sigamos derribando los muros del miedo para que esa herramienta esté al alcance de todes.

Que sea ley.

Valeria Salech encabeza la organización civil Mamá Cultiva Argentina. Gabriela Cancellaro integra su comisión directiva.

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