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Fernández y su Manual desesperado de la Pandemia

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En el peor instante del Covid-19, Alberto Fernández declaró el fin de la emergencia política. A trece meses de la primera cuarentena, en la cresta de la segunda ola, sin teléfono rojo con la oposición, prometió enviar al Congreso un proyecto para establecer, según parámetros epidemiológicos y sanitarios, una hoja de ruta operativa sobre las restricciones

Una especie de nuevo Manual de la Pandemia que fije, a partir de datos duros como curva de contagios, incidencia y ocupación de camas UTI, qué medidas se deben tomar, que abrir y qué cerrar, cómo y dónde. No es un invento criollo ni Fernández es el primero en proponerlo. El legislador porteño Leandro Santoro (FdT) sugirió un método para las clases: que cada viernes se mida el nivel de incidencia y a partir de ese indicador, se determine si la semana siguiente será con clases presenciales o virtuales.

En Alemania, si a incidencia supera, durante tres días, los 165 casos cada 100 mil habitantes se suspenden las clases presenciales. En CABA la incidencia de las últimas dos semanas fue de 1250 casos cada 100 mil habitantes.

Días atrás, el parlamento alemán le otorgó a Angela Merkel un botón rojo para disponer más restricciones y determinó que se suspenderán las clases presenciales si la incidencia supera, durante tres días, los 165 casos cada 100 mil habitantes. A la semana pasada, en CABA la incidencia de las últimas dos semanas fue de 1250 casos cada 100 mil habitantes y en el Gran Buenos Aires fue de 996.

Sobrevuela, en la decisión de Fernández, la sospecha de que la Corte Suprema dictaminara, como hizo en varios fallos desde 2018, validará su competencia originaria en los pulseos jurídicos entre Nación y CABA --tesis que Carlos Zannini insiste en objetar- y señalará, como matriz, que los asuntos de índole educativa son facultad de las jurisdicciones. CABA tiene status, sin serlo, de provincia.

En la galaxia de los cortesanos, donde la velocidad del tiempo y las normas impositivas son otras, tienden a minimizar las presiones externas

En Casa Rosada se sobreestimó el teórico recelo de la Corte por fallar sobre las clases presenciales en medio de números rojos con 25 ml casos y más de 500 muertes diarias. En la galaxia de los cortesanos, donde la velocidad del tiempo y las normas impositivas son otras, tienden a minimizar las presiones externas. Pero lejos de ser infalibles, con multitudes en las calles debieron desandar aquel fallo por el 2x1 en crímenes de lesa humanidad. Sin olfato, firmaron según el clima político de Casa Rosada sin percibir el nervio sensible de los DDHH.

Juntos por el Cambio (JxC) es más Bullrich caceroleando en Olivos que Morales en el Zoom de gobernadores, es más el Larreta que operó sobre la Justicia de la Ciudad un fallo contra el DNU que el Larreta conciliador de la cumbre virtual.

Fernández logra ser todas las versiones posibles de sí mismo. Hace 15 días decidió en la soledad de Olivos y ahora propone un cientificismo sanitario a la alemana: de la cerrazón a la regulación acordada con venia legislativa. Tropieza con una dificultad obvia: Juntos por el Cambio (JxC) es más Patricia Bullrich caceroleando en Olivos que Gerardo Morales en el Zoom con gobernadores. Es más el Horacio Rodríguez Larreta que operó sobre la Justicia de la Ciudad un fallo contra el DNU de Fernández que el Larreta conciliador de la cumbre virtual y pandémica.

El expediente Correo aportó algo más: Mauricio Macri exhibió su condición de jefe cuando envió a dirigentes del PRO a oficiar de voceros de ese asunto personalísimo, familiar, un viejo entuerto de negocios para meterlo en el temario imaginario de un diálogo con el gobierno. En esa misma línea quiere imponerle a Larreta a Darío Nieto, su histórico secretario privado, en las listas porteñas.

Abundan los indicios sobre la dificultad de encauzar un diálogo dinamitado. Es más fácil ir por los si: la aprobación del nuevo esquema de Ganancias, una medida irresistible para el grueso de la política, fue una isla en un océano de desencuentros y conflictos, donde el menor detalle rompe todo como demuestra el pre acuerdo sobre la postergación de las elecciones.

PI