Panorama Político

Un Gobierno en prematura descomposición, aliados que se bajan y una elite que quiere creer

24 de agosto de 2025 00:03 h

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La descripción de un sistema de coimas masivas con destino final en los hermanos Milei, transmitida por Diego Spagnuolo, otrora íntimo de ambos, dejó sin libreto al sistema de poder.

“Lo único que puedo decir es que esto me hace doler la panza”, dice uno de los contertulios de las veladas en Olivos los domingos por la noche a las que acuden consultores, periodistas, economistas e influencers para —según la versión oficial— escuchar ópera y debatir sobre teoría económico.

La voz no vislumbra el final de la crisis y baraja una hipótesis electoral funesta para el oficialismo. “No dudo de la honestidad de Javier”, agrega. Otro partícipe de esos encuentros repasa antecedentes sobre la baja incidencia de los escándalos de corrupción en la decisión del voto. Acto seguido, dice creer que no aparecerán más audios. Ambas fuentes afirman que Spagnuolo, habitué de esas noches para pocos, permanecía casi siempre callado.

Las postales de la última semana fueron elocuentes. El Presidente recitó sus terraplanismos escatológicos ante auditorios cada vez más ensimismados y menos entusiastas. Medios, streamings y animadores que respondían como autómatas a directivas vía whatsapp permanecieron en silencio o dieron aire a elucubraciones absurdas. Algunos ya saltaron del barco, mientras se cruzaban los hilos de las terminales de Santiago Caputo y del eje Karina-Menem. Ante el silencio de los generales, salieron a la cancha sus espadas menos preparadas: Rozitchner, el cineasta Recalde, Anello, Tronco y Arietto.

La mátrix también se rompió en la madrugada del jueves en la garita de seguridad de La Isla, uno de los barrios más exclusivos del complejo Nordelta, norte de conurbano, a cargo de la firma Securion. Una comisión de la Policía de la Ciudad se presentó con orden de allanamiento y requisa de los hermanos Emmanuel y Jonathan Kovalivker, accionistas junto a su padre de la Droguería Suizo-Argentina. Son los presuntos pagadores y canalizadores de coimas que, de acuerdo a los audios atribuidos al expulsado titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), Spagnuolo, llegarían a US$ 800.000 por mes para la cartera de Karina, titulada “el jefe”, “Dios” y “faro moral” por su hermano.

Los jefes de seguridad privada creyeron que ese reducto de Nordelta estaba exento de la jurisdicción del juez federal que emitió la orden de allanamiento, Sebastián Casanello, y del fiscal que encabezó el procedimiento, Franco Picardi. Los policías fueron demorados en la entrada, ardid que pudo haber ayudado a Jonathan Kovalivker a huir por una salida secundaria. En el apuro, el empresario dejó abiertas las cajas de seguridad de su casa, con banditas elásticas esparcidas por el piso. Habrá que seguir esa ruta el dinero K.

Algunos ya saltaron del barco, mientras se cruzaban los hilos de las terminales de Santiago Caputo y del eje Karina-Menem

Su hermano, Emmanuel, fue interceptado dentro de La Isla cuando intentaba escapar con US$ 266.000 y $ 7 millones. La huida de Jonathan no es un dato menor, por dos condiciones. Es sindicado por fuentes que pertenecieron a la cocina del armado de los Milei como un recaudador de campaña y, a la vez, es amigo y compañero de pádel de Mauricio Macri. Este dato, a la luz de lo ocurrido en las últimas dos décadas en Argentina, es sinónimo de impunidad.

Estado de shock

La eventual responsabilidad de la seguridad privada de Nordelta sería, apenas, un eslabón menor de una cadena de delitos de mucha mayor relevancia, de la que nadie se anima a delimitar su alcance. Allí radica el estado de shock en que quedó el sistema de poder.

El tipo de relación del abogado Spagnuolo con los hermanos, la frecuencia y los horarios de sus visitas a Olivos, la verosimilitud del audio que se le atribuye —que nadie atina a desmentir— y, sobre todo, la inquietante hipótesis de que haya sido él mismo quien se grabó y dejó difundir sus dichos, conduce a la fundamentada presunción de que Javier y Karina Milei reciben coimas a rolete. Como todo, habrá que probarlo.

El martes, los periodistas Mauro Federico e Ivy Cángaro, del sitio Data Clave, publicaron una información que encontró al armado mileísta con sus debilidades a cuestas. Los canales de los multimedios Clarín, La Nación y América y los portales oficialistas fingieron demencia las primeras 24 horas, pero luego, tapar el sol se tornó imposible. Es probable que en las próximas horas surjan más audios y documentos que abunden sobre el papel de Karina y sus aliados Martín y Eduardo “Lule” Menem, estigmatizados por el arrepentido intermitente Alejandro Fantino como “genéticamente voraces”.

Que el Gobierno de la motosierra y el goce con la crueldad implemente un mecanismo plusultra de coimas a través de la Andis —según su extitular Spagnuolo—, supone de por sí una crisis política de enorme magnitud. Ocurre que, si los Menem y los Milei robaban los fondos para la discapacidad, cabe inferir que no dejan área sin manotear. Con toda el agua de la corrupción que corrió durante los gobiernos de la democracia —siempre inferior al latrocinio de la dictadura—, desde el Yomagate, la sociedad Kirchner-Baez, los negocios montados y recibidos por Macri en su doble condición de Presidente y magnate, e incluso la criptoestafa $LIBRA de la era Milei, no hubo otra ruta de corrupción tan nítida como la relatada por Spagnuolo.

La primera reacción de un Gobierno acorralado aceleró las medidas tomadas por Casanello y Picardi. El miércoles por la noche, luego de que se rompiera el cerco informativo, el Gobierno del Soez publicó el relevo de Spagnuolo y la intervención de Andis nada menos que por el ministro de Salud, Mario Lugones, “en virtud de garantizar su normal y correcto funcionamiento”.

Tamaña sordidez de entronizar a un ministro que está en foco en un escándalo paralelo por las cerca de cien muertes producto del fentanilo contaminado que su cartera dejó pasar, disparó los quince allanamientos y requisas en dependencias oficiales y domicilios particulares que se extendieron desde la misma madrugada del jueves hasta la tarde del viernes. Había que evitar la destrucción de pruebas y el borrado e inutilización de celulares.

La duda carcome

Uno de los últimos en ser hallado fue el propio Spagnuolo. Al respecto, fuentes de tribunales no terminan de ameritar si su voluntad es colaborativa u obstructiva. Esa misma duda carcome a los hermanos Milei, que expulsaron a su examigo por razones morales asentadas en el boletín oficial, pese a que el audio deja saber que Spagnuolo había alertado al mandatario hace un año. De las veladas en Olivos junto a los economistas Juan Carlos de Pablo, Claudio Zuchovicki y Miguel Boggiano, el cryptobro Mauricio Novelli, el consultor Juan Mayol (Opinaia), el filósofo Alejandro Rozitchner y el influencer Iñaki Gutiérrez, entre otros, a este presente de silencios y whastapps sin doble tilde, hay un mundo que puede lastrar la calma del irascible.

El viernes por la mañana, Spagnuolo fue encontrado en el barrio cerrado Altos de Campo Grande, en Pilar. De su domicilio, los efectivos de la Policía de la Ciudad —no actúan las fuerzas federales que conduce Patricia Bullrich por obvias razones— incautaron una máquina de contar dinero. En principio, Spagnuolo pudo haber escapado y no lo hizo, porque la comisión policial acudió primero, a las 2 AM del viernes, a un departamento de Capital Federal, donde se alojaba un sobrino, quien proveyó los datos del paradero de su tío. Pero cuando los agentes llegaron al country, varias horas más tarde, debieron cruzar el auto de Spagnuolo, quien pretendía darse a la fuga.

Los tribunales federales de Comodoro Py han sido en la última década larga una máquina implacable de impunidad para Macri, sus socios y aliados. Milei, por ahora, lo es. De hecho, algo se juega el expresidente en el caso. En el relato de Spagnuolo, la forma que tuvo Lule Menem de intervenirle Andis fue con “un delincuente que estuvo en la gestión de Macri y se llevó hasta los discos rígidos de las computadoras”, se supone, el también desplazado esta semana director de Acceso a Servicios de Salud de Andis, Daniel Garbinelli.

Esta vez, por el turno y el sorteo de la denuncia sobre el caso Spagnuolo presentada por el abogado cristinista Gregorio Dalbón, la causa quedó radicada en el juzgado de Casanello y la fiscalía de Picardi.

Los movimientos para separar de la causa a Casanello y Picardi ya comenzaron

No es una buena noticia para el eje Milei-Macri. Si cabe mencionar dos magistrados entre las pocas excepciones a esa maquinaria intoxicada de jueces, fiscales, agentes de Inteligencia y periodistas que impera en Comodoro Py, ellos son Casanello y Picardi. Ambos registran en su haber investigaciones que afectaron tanto intereses macristas como cristinistas, de funcionarios públicos como de corporaciones.

Los movimientos para separar al juez y al fiscal del caso ya comenzaron. Previsiblemente, en el Gobierno deslizan cuestionamientos sobre la validez del audio de Spagnuolo que disparó el expediente. En Comodoro Py observan poco recorrido a ese intento, ya que el registro —que pudo haber sido tomado por el propio Spagnuolo para protegerse o negociar—no está siendo utilizado para imputar delitos, y no hay siquiera indicios de que se trate de espionaje ilegal. La causa surgió de una denuncia basada sobre una información periodística —del programa del sitio Data Clave en el streaming Carnaval—, y a partir de allí se dispararon medidas que eventualmente derivarán en evidencias judiciales.

El otro intento, que ya comenzó a ser explorado por abogados del entorno de los Milei, apuntará a una causa preexistente en el juzgado 11, surgida en 2024 por una denuncia surgida de un informe sobre presunta corrupción en Andis dada a conocer en un programa de Canal 9. Si los interesados logran establecer conexidad con ese expediente, podrían mudar el caso de juzgado. Tampoco esa vía parece muy promisoria.

El fiscal federal Carlos Rívolo solicitó el archivo de la causa de 2024 “por inexistencia de delito”. Podría darse que el interés de Rívolo se despierte súbitamente, pero el juez subrogante del juzgado 11 (vacante desde el fallecimiento de Claudio Bonadio) era Julián Ercolini hasta febrero pasado y, desde entonces, es el propio Casanello. La subrogancia vence en febrero próximo.

Mientras tanto, Picardi ya solicitó la asistencia de la Procuración de Investigaciones Administrativas y de la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP), ambos organismos bajo la órbita del Ministerio Público Fiscal. En la medida en que avance la investigación, sería muy difícil de justificar un apartamiento de Picardi.

Camino a las urnas

Las novedades por venir están en pleno desarrollo, por lo que resulta prematuro prever las consecuencias del caso en las elecciones de la provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre y las nacionales del 26 de octubre, así como la viabilidad del propio Ejecutivo ultraderechista para llegar en condiciones a 2027.

Los antecedentes aportan indicios sobre la reacción de los votantes antes casos de corrupción, pero nunca en política un escenario es trasladable. Carlos Menem, los Kirchner y Macri ganaron elecciones luego de que surgieran casos de corrupción emblemáticos. Esos triunfos no garantizaron que el capital político permaneciera mucho tiempo, entre otras cuestiones, por razones de decencia.

Prensa y analistas oficialistas son afectos a la letanía de que el votante no peronista da más cabida a razones éticas a la hora de sufragar, y que, por lo tanto, los Milei pagarían caro la percepción de que roban. La falsedad del honestismo no peronista es fácilmente desmontable, tanto desde una perspectiva histórica —fue la justificación de todos los golpes militares del siglo XX, todos venales—, como en la mirada reciente. No hace falta abundar demasiado sobre Fernando de la Rúa y sus coimas a senadores, ni sobre Macri, quien no se tomó la molestia de actuar como contratista del Estado en las sombras mientras ejerció la Presidencia.

Los lectores de este diario están informados hace tiempo sobre el cobro de entre US$ 2.000 y US$ 25.000 por entrevistas de Milei con inversores cuando ya era candidato a presidente. También conocen sobre las propiedades de una sociedad de Karina Milei y sus padres en Miami, las decenas de departamentos a nombre de una sociedad offshore de Christian Ritondo y su esposa en Florida, el patrimonio oculto del titular de ARCA, Juan Pazo, el oscuro negocio del Gobierno de la Ciudad con Luis Caputo y Santiago Bausili en el edificio Paseo Gigena de Palermo, los pormenores de la estafa $LIBRA, la financiación de la campaña de José Luis Espert por parte del presunto narco Federico “Fred” Machado, los contratos del innombrable Scatturice y un largo etcétera.

Las preocupaciones para los Hermanos Ultras de cara a las elecciones son previos a este abismo al que acaban de asomarse. Argentina se acerca a las urnas tras el recorte de gastos “más grande de la historia de la humanidad”, que lastró salarios y jubilaciones, paralizó la obra pública y pone en jaque el umbral crítico de funcionamiento de las universidades, el Conicet y los hospitales nacionales.

La motosierra dejó campo arrasado en 2024 con la promesa de un resurgir sobre bases sólidas, “como pedo de buzo”, dijo el candidato al Nobel. Desde marzo, la economía no crece tras un semestre de rebote desde el derrumbe de la primera mitad de 2024 y Caputo y sus excolegas de banco regresan a las fuentes: un pandemonio de deuda y tasas exorbitantes. Todo —avisan— se solucionará cuando quede exterminado el “riesgo kuka”, entre “el último clavo al cajón del kirchnerismo”, queden aplastados “los comunistas de mierda”. Esa es la vara que se autoimpuso Milei para que Argentina vuelva a ser próspera.

Los magnates le ponen onda

Ese texto y esos presuntos logros llevaron al Gobierno a la postal lúgubre que se expresó, el jueves por la mañana, en el Council of the Americas, en el Hotel Alvear, y el viernes por la noche, en la Bolsa de Comercio de Rosario.

Poco tiempo atrás, incluidos los dos primeros años de debut político de Milei, esas citas eran un desfiladero de gobernadores, opositores amigables, figuretis, conversos, consultores, diplomáticos y empresarios que se reunían para celebrar que todo marchaba de acuerdo al plan, y denunciar los males del populismo.

Con motivos que están a la vista, el concierto de Milei es cada vez más monocorde y los intérpretes, cada vez menos. El Council que coorganiza la Cámara de Comercio no tuvo esta vez gobernadores, salvo el local, Jorge Macri, ignorado por todos los presentes. No hubo opositores aspirantes a lograr una sonrisa o un abrazo sobreactuado del Presidente. Faltaron diplomáticos y consultores, e incluso no fueron muchos los empresarios.

El citado Caputo, Guillermo Francos, Federico Sturzenegger y, en el cierre, Milei entonaron una canción repetitiva, agraviante, con la dosis de violencia que el mandatario impregnó a todo su Gobierno. Ninguna mención al robo en Andis, que dominaba las conversaciones en los pasillos del hotel de Recoleta. Tampoco se abordó seriamente un asunto que ocupaba la mente del auditorio con intereses más técnicos, como la viablidad de un programa económico que paga tasas de hasta 70% en bonos del Tesoro, lo que significa una rentabilidad anual de 40% en dólares.

La estadounidense Susan Segal, artífice desde hace décadas del Council en diversos países de América, despojada de la pose de ecuanimidad de otras épocas, quedó demudada ante la consulta sobre los efectos en la economía de la ruta de corrupción que conduciría a los Milei sin escalas. Su no reacción —al estilo me quiero ir del boudouista Lorenzino— es la norma en una elite económica que expone un mar de dudas fuera de micrófono, pero parece rendida ante los modos incivilizados del Presidente, no por temor, sino por entusiasmo por quien los expresa en su fuero íntimo. “Javier Milei es el presidente que la Argentina necesita hoy”, dijo Segal a La Nación, atrevidamente.

Ese caldo no privó al titular de la Cámara de Comercio, Mario Grinman, de dar la nota. El directivo de un sector especialmente castigado por la recesión abordó las disputas electorales de septiembre y octubre en términos mileistas. “Podemos optar por el bien u optar por el mal”, elaboró. Se desprende que el policía Maximiliano Bondarenko, el abogado Alejandro Fargosi y el economista Espert son el bien.

Grinman tomó carrera y dijo que el voto de Diputados del miércoles que había revertido el veto presidencial al aumento de los fondos para los tratamientos de discapacidad y el intento de aumentar las jubilaciones le había dado “asquito”.

Tanta lisonja no impidió que Sturzenegger, a su turno, le reclamara a Grinman que desistiera de la cautelar que busca garantizar el aporte obligatorio de los comercios a la Cámara. El directivo dijo desde la platea que no pensaba hacerlo, y Sturzenegger lo humilló: “La casta se defiende con uñas y dientes”.

SL

slacunza@eldiarioar.com