Panorama Político

Los Milei, los Caputo y los Menem, pilotos disfuncionales en medio de la tormenta

21 de septiembre de 2025 00:04 h

0

Javier Milei se aproxima a dos años de mandato y ya se encuentra sometido a contradicciones probablemente insalvables para el destino de su Gobierno. Ni siquiera un resultado electoral aceptable en octubre subsanaría el descrédito político y personal en que cayó el Presidente, ni el abismo largamente anunciado al que se precipitó la economía. En la hipótesis opuesta —un derrumbe en las urnas de magnitud similar al ocurrido en la provincia de Buenos Aires hace dos semanas—, el loteo del poder entre los Milei, los Caputo y los Menem se convertirá en una amenaza a la estabilidad del Gobierno.

Las contradicciones son flagrantes. Milei pasó de vociferar que sacó a doce millones de argentinos de la pobreza, que extinguió la inflación del 17.000% a 10% anual, que Argentina crecía a tasas de 10% y un sinfín de cifras disparatadas, a visitar el discurso épico —a lo Macri— de “lo peor ya pasó” y “el sacrificio vale la pena”. ¿En qué quedamos? ¿Fiesta de crecimiento, riqueza y baja inflación, o travesía bíblica por el desierto rumbo a la tierra prometida, o el caballo que se ahoga en medio del río, como se le lenguó la traba a Patricia Bullrich esta semana?

El Presidente dedicó su primer año y medio en la Casa Rosada a gritar alusiones al ano violentado de sus opositores, críticos y disidentes. Obsesionado con la penetración, no ahorró expresiones inaceptables para la vida civilizada. De buenas a primeras, Milei nos cuenta que está siendo objeto de una ofensiva como la que —en la fantasía de la incombustible derecha argentina—volteó en 2001 a Fernando de la Rúa, el más débil de los mandatarios desde 1983. ¿Un sádico rey de la selva o un Bambi en babia a merced por los poderosos?

El Milei contra Milei más lesivo quedó expuesto en las últimas horas. El mandatario suele decir que fue electo con un único mandato: derrotar la inflación. No es cierto; prometió muchas cosas, como destino de grandeza, no robar y un ajuste restringido a la casta, pero, sin dudas, calmar la carrera de precios tiene un valor primordial en la vida de los hogares.

El riesgo país volvió a ser uno de los más altos de América Latina y el dólar se fue a las nubes. Semanas, días atrás, “el coloso” Federico Sturzenegger, “el gigante” Luis Caputo y sus equipos y voceros aventuraban todo lo contrario, una apreciación del peso. El Banco Central pierde cifras millonarias de reservas similares a aquellas que protagonizaron ambos responsables de Economía durante el gobierno de Mauricio Macri, en 2018. Así las cosas, el traslado a precios de la devaluación luce inexorable, pero el Gobierno ha demostrado algún éxito en contener esa variable, con un remedio que es peor que la enfermedad: estancamiento rumbo a otra recesión y un Banco Central vacío tras sobreapreciar al peso.

La explicación que repiten Milei y sus segmentos televisivos en Clarín, La Nación y América es que la inestabilidad se debe al “riesgo kuka”. Ocurre que Milei anunciaba en julio que iba a enterrar al kirchnerismo para siempre, “hacerlo mierda”, “poner el último clavo en el cajón” y “pintar el país de violeta”. No eran excitaciones de campaña. Lo mismo fue expresado en infinidad de análisis de consultores, bancos y periodistas. El Soez vuelve a tomar carrera. “Están cagados”, reiteró en un acto en Córdoba el viernes por la tarde. Al calor de encuestas que le acercaron, retomó la violencia discursiva que había dejado descansar un par de semanas.

Si Milei no sirve para doblegar cualquier variante de lo que el establishment llama “populismo” —porque no sabe, no puede o no quiere—, ¿vale la pena sostenerlo?

Ahora resulta que el “riesgo kuka” cobra tal volumen que lleva a los inversores a huir de Argentina ante el temor que inspira una líder en prisión domiciliaria y popularidad acotada, quien a su vez se empeña junto a su hijo en obturar cualquier posibilidad de renovación.

Duda legítima

El sistema de poder, que alberga en su seno ganadores, pero también perdedores ante el desbande, tiene una pregunta legítima para formularse: si Milei no sirve para doblegar cualquier variante de lo que el establishment llama “populismo” —porque no sabe, no puede o no quiere— , ¿vale la pena sostenerlo?

Tan o más descorazonadora que la deriva del Gobierno de La Libertad Avanza es la lúgubre perspectiva que ofrece para reconducir la situación con el restringido elenco que rodea el despacho presidencial.

Habla una voz de larga experiencia, con acceso fluido al planeta Milei. “El armado de Karina, Lule (Menem) y (Sebastián) Pareja es cuestionable, con saldos descartados por otros partidos, ok. Ves a este pibe y tan malo no es”.

“Este pibe” es Santiago Caputo. La fuente atribuye méritos al asesor en la elaboración de un discurso proselitista, pero pone el acento en su “inconsistencia” para pensar la política y hacer funcionar al Gobierno. Apunta a Las Fuerzas del Cielo, la agrupación que responde a Caputo y tiene a Daniel Parisini (Gordo Dan) como francotirador principal en las redes y a Agustín Romo y Nahuel Sotelo como armadores. “Hace dos años, en medio del quilombo, eran vistos como irreverentes, canalizaban la furia. Hoy son forajidos que asustan. Meterle miedo a un discapacitado es lo peor que nos puede pasar si vamos a decir que el sacrificio vale la pena”.

El experimentado dirigente impugna a las huestes de Caputo por falta de conexión con la política real y su lógica de decisiones. “¿A alguien le interesa la agenda chiquitita de Romo y Sotelo, antiabortista, con iconografía de Alemania en 1940 y discurso setentista estilo Proceso? Ni Victoria Villarruel va por ahí”. En el mismo combo incluye al pensador Agustín Laje, eslabón suelto y exitoso cuentapropista al mando de la Fundación Faro. “Entre proponer la derogación de la ley del aborto y salir a ‘cazar zurdos’, y el rejunte de Lule, prefiero el rejunte de Lule. Tampoco es que teníamos un semillero surgido del Mayo Francés”, concluye la fuente, pese a todo, todavía convencida de que Milei tiene cuerda para rato.

Así como la ruta del dinero descripta por Diego Spagnuolo, con los Menem como presuntos recaudadores, es inescindible de Karina y, por ende, de Milei, el plan b, que sería restituir la botonera a Santiago Caputo, no ofrece motivos para el entusiasmo. El asesor presidencial no sólo no oculta, sino que gusta exponer su dominio de la Secretaría de Inteligencia, ARCA (ex AFIP) y la principal pauta estatal, YPF. Son sus fierros. La pregunta subyacente es si esos fierros hoy sirven para para reconducir un Gobierno en crisis, o sólo para administrar poder, negocios e internas.

El asesor presidencial no sólo no oculta, sino que gusta exponer su dominio de la Secretaría de Inteligencia, ARCA (ex AFIP) y la principal pauta estatal, YPF. Son sus fierros

Levantado el secreto de sumario del caso Spagnuolo, el eje Menem-Karina creyó tomar aire. Allí evalúan que los audios son cuestionables como prueba y los dichos ratificatorios del exasesor Fernando Cerimedo y un panelista de Fantino sobre un esquema de sobornos no cobrarán vuelo. De esa mirada se desprende un giro de Milei, que navegó sin brújula desde que se desató el escándalo. En su fallida visita a Lomas de Zamora, durante la campaña bonaerense, gritó que el contenido de los audios era mentira y que demandaría a su exíntimo amigo. No sólo no lo hizo, sino que el viernes, en Córdoba, ensayó que los registros eran obra de inteligencia artificial. Las contradicciones no cesan y abarcan todos los ámbitos.

Los Hermanos no deberían precipitarse a dar un carpetazo a la lacerante versión del 3% diseminada por Spagnuolo, quien se sentó a la mesa presidencial en Olivos más que ningún otro oyente de ópera y bodrios económicos.

Primero, porque la investigación que lleva adelante el fiscal Franco Picardi busca apoyarse en registros contables, adjudicación de contratos y sobreprecios. Se trata de documentos y emails antes que diálogos alojados en celulares, que fueron masivamente borrados por Spagnuolo y los Kovalivker, dueños de la droguería Suizo Argentina y presuntos pagadores y canalizadores de las coimas. Segundo, porque los audios no se agotan en lo ya difundido. Hay más. Y tercero, porque el juez Sebastián Casanello y Picardi tienen todo un campo por recorrer en cuanto a testimonios, entre ellos, el de Sandra Pettovello.

La ministra de Capital Humano fue mencionada por Cerimedo como una de las primeras destinatarias de las confesiones de Spagnuolo, supuestamente frustrado porque otros robaban de la Agencia de Discapacidad y no le dejaban nada. Una versión indica que el examigo de Milei, atribulado, le dijo a Pettovello que el eje Menem-Karina se llevaba unos US$800.000 por mes, y que la respuesta de la funcionaria fue “te equivocás, son dos millones”.

En Capital Humano responden que no hay nada por declarar al respecto. Probablemente, a Pettovello no le quede otra que hacerlo en el expediente como imputada, como mínimo, por no denunciar un presunto delito contra la administración púbica.

Milei no parece tener ni el margen ni la decisión de resolver la interna que se presentó en su administración. Enroca nombres, proliferan las operaciones periodísticas, otorga títulos de “jefatura de campaña”. Corren a un Menem, reempoderan a otro, coordina Santiago, arenga Karina, asoma Pilar Ramírez, y los candidatos, con José Luis Espert a la cabeza, dan poco y nada de sí. Todo parece reducido a una mesa demasiado chica, la misma de siempre.

El vicio

El destino electoral, político y hasta judicial estará inexorablemente implicado por lo que pase con la economía.

Milei y Caputo lanzaron a rodar la versión de que llegará un inminente respaldo del Tesoro estadounidense, porque los US$14.000 millones ya entregados por el FMI entre abril y julio, que se suman a los US$44.000 millones de 2018, corren similar riesgo de dilapidación para sostener un tipo de cambio que ya se agotó. En tres días, el Banco Central liquidó USD1.110 millones. La proyección para las próximas semanas da pavor.

Hay motivos técnicos, económicos y legales para suponer que un respaldo del Tesoro estadounidense, vía un canje de bonos u otro instrumento, no es probable en el corto plazo. La hipótesis de que una transferencia teledirigida por Donald Trump para ayudar a su admirador argentino de ninguna manera garantiza un buen resultado en las elecciones legislativas, ni evita una crisis política inmediata.

Sin embargo, también había motivos sólidos para intuir que el FMI no iba a acumular otro préstamo monumental en manos de Caputo, y sin embargo ocurrió. No hay que despreciar la confianza de “Toto”. Puede sonar ilógico, pero el juego de arrebatos y negocios que Trump impone como política exterior podría tener en su aliado de Sudamérica a un socio ideal.

El problema es que una nueva inyección de deuda se daría en tierra arrasada y en medio de una dinámica económica que demuestra que los conejos de la galera pueden ser infinitos, pero se agotan cada vez más rápido.

Caputo y Sturzenegger se encontraron con una nueva oportunidad en el manejo de la economía. Sus fracasos rotundos en experiencias pasadas (la cuarta para coloso y la segunda para el gigante) no fueron obstáculo para intentarlo de nuevo. Esta vez, abandonaron toda pretensión de resguardo “técnico” y se volcaron al combate político. Provocaron, agraviaron, imitaron a Milei. Se faltaron el respeto.

A diferencia del Gobierno de Macri, que encontró a casi toda la ortodoxia económica celebrando que “volvimos al mundo” hasta el abrupto choque de 2018, esta vez, un amplio espectro de economistas, de derecha a izquierda, liberales e intervencionistas, viene señalando errores técnicos groseros y creencias terraplanistas sobre la base monetaria y otras yerbas, que están demostrando sus consecuencias. Esta semana, resultó revelador y preocupante el testimonio de Joaquín Cottani, un “cavallista” que actuó como viceministro durante el primer semestre libertario.

De sus dichos se desprende que en el Palacio de Hacienda prevalece un comportamiento sectario, sin brújula ni red.

El endeudamiento no es una pata importante del plan económico. El vicio de la deuda es el plan económico.

SL

slacunza@eldiarioar.com