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El PJ al diván: la lotería de candidatos y las tensiones internas anticipan la pelea por el 2023

Alberto Fernández y Cristina Kirchner, en Olivos

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Los borradores de las listas de candidatos se escriben con lápiz. Es un hábito, que en el peronismo tiene rango de regla no escrita, que refleja lo vaporoso del trámite. A una semana del plazo último, en el oficialismo se perfila una tendencia genérica y hay un manojo de nombres pero falta una instancia clave: un mano a mano, presencial o tercerizado, entre Alberto Fernández y Cristina Fernández para ajustar piezas y apellidos.

El stress del cierre de listas visibilizó todos los conflictos de diván del panperonismo. Los últimos diez días, quedaron expuestas tensiones abiertas y hubo un festival de versiones. En esa saga figuran el espadeo entre Máximo Kirchner y Fernández por el DNU de vacunas y el FMI, la metralla de Sergio Berni y los rumores sobre un mega ministerio para Sergio Massa, enlazado con el reingreso, tardío, de Martín Redrado a la galaxia oficial.

En Rosad niegan todo el bisbiseo respecto a Massa superministro y Redrado funcionario. "Nada de eso va a ocurrir", afirman y dan por hecho, con sobreentendidos, que la usina de esas teorías es el propio diputado. "Ya lo conocemos a Sergio", dicen.

Kirchner habló con Fernández y con Santiago Cafiero para explicar que su proclama en el Congreso fue contra la oposición. En Rosada juran que le creen y repiten, como si los hubiesen anotado, los argumentos del diputado que se mudó a Tolosa. Niegan, además, todo el bisbiseo respecto a Massa y Redrado. “Nada de eso va a ocurrir”, afirman y dan por hecho, con sobreentendidos, que la usina de esas teorías es el propio Massa. “Ya lo conocemos a Sergio”, dice una figura de primera línea del FdT con más resignación que malestar.

Lo de Berni está en una órbita difícil de decodificar. Un electrón libre que puede, en cualquier momento, generar un chispazo. “Imposible”, coinciden en los dos ejecutivos clave: Olivos y La Plata. “Pega para negociar”, deslizan desde las cercanías de Axel Kicillof.

Hay una línea más, entre muchas, sobre Massa. “Parece que se postula para encabezar un gobierno de salvación”, masculla un funcionario nacional. La queja tiene un link con una reflexión que se escucha en La Plata sobre la premura por pensar el 2023 cuando todavía no pasó el 2021. Aquello de almorzarse la cena. En la Rosada lo atribuyen todo al pulseo por las listas. “Todos empujan porque los que no entran ahora, no tienen lugar hasta dentro de dos años”, apunta en la órbita presidencial.

Con Massa hubo, el jueves pasado, una foto de deshielo luego de diez días de malestar en Olivos. No es nuevo. El 7 de junio, Fernández hizo deslizar que esa semana el Congreso aprobaría la ley de Emergencia Covid y que no tendría que volver a firmar un DNU. Lo hizo porque el domingo previo, Massa se lo aseguró en una charla en Olivos. No ocurrió ni esa semana ni las cinco siguientes. “Le mintió al Presidente”, atizan desde un despacho oficial.

Con Máximo, el fenómeno, es diferente. El diputado zamarrea en público, tensiona sobre el acuerdo con el FMI, pero la disputa es pública mientras que a Massa le atribuyen agitar las operaciones sobre la salida de Cafiero del gobierno y el ingreso de Redrado. Sobre la base de un acuerdo Massa-Máximo, las picardías que le atribuyen al jefe de la Cámara, se las facturan por ósmosis al diputado Kirchner. Es un simplismo.

“Unidad no es solo estar todos juntos: es tirar para el mismo lado”, dictamina un operador que entra y sale, de manera irregular, en la atmósfera Alberto. Parece un decálogo de autoayuda para un espacio que está, todavía, aprendiendo a convivir. El gobierno enfrenta dos anomalías: la pandemia y la funcionalidad de un gobierno de coalición, el primero de la historia. Cristina, en ese ruido, entró en modo campaña y repite, en privado, la frase que dio en La Plata junto a Kicillof como bandera de campaña. “Vamos a volver a ser felices”.

Traducción: vender futuro.

Además de descartar que Cafiero encabece la lista en Buenos Aires, Fernádnez avisó a su entorno que Eduardo "Wado" De Pedro y Gabriel Katopodis tampoco estarán en la boleta. "Son dos ministros muy importantes en la gestión"

Mecánica

Hace diez días, Cristina Kirchner estuvo en Olivos. La dinámica en ese diálogo es, sobre todo, telefónica y de consultas puntuales. Fernández la mensajeó el viernes por su exposición en la causa por el Memorándum con Irán. El presidente tiene su menú de candidatos pero entiende que debe lograr un equilibrio entre listas novedosas y contención de todos los espacios. La mecánica para el armado de las listas será una mesa de cuatro: Máximo, Cafiero, Massa y Kicillof. Los Fernández, en la instancia última, validarán ese proceso que avanzará en el dibujo general.

Fernández apagó en los últimos días varias versiones: además de descartar que Cafiero pueda dejar el gobierno para encabezar la lista del FdT, avisó que Eduardo “Wado” De Pedro y Gabriel Katopodis, ministros de Interior y de Obras Públicas, tampoco estarán en la boleta. “Son dos ministros muy importantes en la gestión”. En la ruleta de nombres volvió a ganar terreno, aunque nunca se sabe la foto final, Victoria Tolosa Paz como uno de los nombres de una boleta coral donde parece una figura puesta Nicolás Kreplak, el viceministro de Salud bonaerense. “Va a haber un primer o primera candidata porque es una lista pero la idea es que haya varios primeros candidatos”, apunta un campañista del FdT.

Hay más actores que en 2019 cuando tanto Fernández como Kicillof, premiados por los cargos mayores, no jugaron en las boletas. Eso va a cambiar y el TEG que antes era de tres -Kirchner, Massa y el PJ- ahora sumará dos comensales que quieren voces propias.

Una candidatura grupal, con temas puntuales, método de campaña, que expresen la diversidad y novedad, que hablen y transmitan futuro. Esa es la palabra fetiche: cómo reactivar, luego de un año y medio dramático, la idea de que el FdT puede volver a enamorar. “Durante la pandemia se sentaron las bases para volver a crecer”, coinciden casi guionados en Rosada y en La Plata.

En el primer pelotón de candidatos en provincia de Buenos Aires, además de Tolosa Paz con su triple nacionalidad de Tolosa Paz -vinculada a Fernández, bien vista por Cristina, con identidad PJ- y Kreplak, funcionario de Kicillof y con historia en La Cámpora, se completaría con alguien que exprese al massismo y a los intendentes. A la vez, el casillero de Tolosa Paz lo podría ocupar Fernanda Raverta, titular de la ANSeS, que la semana pasada volvió a tener centralidad en un acto con Fernández.

“En 2019, Cristina sacó a Alberto de la galera, no estaba en ninguna teoría ¿por qué no puede pasar ahora?”, siembra intrigas un dirigente bonaerense. “Ninguno está descartado”, dice en la cima del gobierno cuando desfilan, como en una trituradora los nombres de Daniel Arroyo, Luana Volnovich, Martín Insaurralde, Malena Galmarini, Juan Zabaleta, Daniel Scioli o Fernando “Chino” Navarro. “Todos contenidos”, repiten al lado de Kicillof y anticipan un despliegue para los intendentes atormentados por una incertidumbre: la puerta para que puedan reelegir en 2023 está atascada y puede que, ahora, se descomprima el cuello de botella frente a una posible estampida dentro de dos años.

Uno de los asuntos de diván es que la familia se agranda pero el menú es el mismo. En el FdT está muy presente el 2023: para los que se le terminan, para los que quieren entrar ahora, para los que ven declinar su estrella. Todo, además, en un contexto donde hay más actores que en 2019 cuando tanto Fernández como Kicillof, premiados por los cargos mayores, no jugaron en el resto de las boletas. Eso ahora va a cambiar y el TEG que antes era de tres -Kirchner, Massa y el PJ- ahora sumará dos comensales. Ya se contó en este diario hace semanas: el presidente quiere tener algunos voceros propios en el Congreso.

Lo mismo para Kicillof. Además de “sacrificar” a Kreplak que puede convertirse en salga a disputar con Facundo Manes, tendrá protagonismo en la campaña bonaerense con especial énfasis en el interior de la provincia y un resto más en las secciones donde se eligen senadores provinciales para tratar de equiparar la debilidad que tiene en la cámara alta bonaerense. “Cuando Manes salga con eso del efecto psicológico de la pandemia, ahí va a aparecer Kreplak”, avisan.

Kicillof opera en un lugar cómodo: interactúa entre los Fernández, pivotea con los intendentes, visita a Massa en Diputados, se ve semanalmente con Máximo. Es, en este tiempo, el principal socio de Fernández en la galaxia del FdT. Tiene un rédito: así como las provincias mejoraron sustancialmente sus cuentas, a Kicillof no le faltan ni fondos extra ni obras ni programas.

PI

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