El pronóstico de Cristina para el 13-A, el duelo K y las teorías sobre el mejor rival
–¿Cómo estoy? Para la mierda, Néstor, perdimos.
–Bueno, bueno: tres días de duelo y otra vez a caminar.
Por teléfono, el 10 de junio de 2009, luego de perder con Francisco De Narváez por 2,5 puntos, 188.528 votos, Néstor Kirchner llamó a una joven legisladora, ritual que repitió con un número impreciso pero vasto de dirigentes, para calibrar la lesividad de la derrota, sondear el riesgo de deserciones y, más que nada, inocular una dosis de futuro tras la paliza de la noche previa. Lo que vino después más o menos se conoce: luego del tropiezo del 9-J, derivación de la guerra guacha que disparó la 125, los Kirchner lanzaron un puñado de reformas y medidas que, en términos políticos, reflejaron que retenían la centralidad del poder a pesar del golpe en las urnas.
En UP Bonaerense creen que Bullrich es la figura con la que se puede confrontar más fácil pero, además, ven a Néstor Grindetti como un rival mucho más accesible que Diego Santilli.
Quince años más tarde, a sectores del cristinismo les llevó más de tres días digerir la efímera postulación y veloz deriva de “Wado” De Pedro, y procesar la candidatura contra reloj de Sergio Massa. Aun hoy, a 40 días de aquella cabriola, y a una semana de una PASO que puede ser fatal, hay escozores. Esta semana, un dirigente le transmitió a Cristina Kirchner que en algunas barriadas del conurbano oeste, La Cámpora reparte la boleta de Juan Grabois en vez de la lista “oficial”, la de Massa, la que bendijo por la vice. “Lo sé. Pero no pasa nada, no va a ser relevante”, minimizó, Cristina, ese episodio que se volvió habitual: los intendentes, los peronistas pero también de los de JxC, activaron el delivery de boletas, que consiste en ofrecer el tramo local con varias alternativas de presidente, propias y ajenas.
Oráculos rotos
Es solo una pulsión de supervivencia ante lo desconocido: sin oráculos claros sobre lo que ocurrirá el 13-A, los jefes territoriales operan como machos alfa cuya exclusiva prioridad es ganar su distrito. La PASO, esa encuesta grande, opera como foto electoral sobre la que después, aseguran, pueden intervenir. El duelo de la anécdota que involucra a Kirchner, refiere a las dificultades que Cristina observó en su base de adherentes respecto a la candidatura emergencial de Massa. Pero la cita puede, en paralelo, proyectar el 14 de agosto que viene.
“Algunos no entienden que Sergio puede ser un hijo de puta pero es nuestro hijo de puta”, reedita la frase atribuida a Roosevelt sobre Somoza, una fuente que habita el micro mundo Cristina. En el primer anillo de la vice, admiten que el músculo político K tardó en calentar y que recién ahora, a días de las PASO, terminó de activarse. Hace un corte interesante. “Algunos hicimos el duelo cuando a Cristina no la dejaron ser candidata y con Massa sentimos que tenemos un candidato competitivo que nos devolvió la posibilidad de ganar”, dice la fuente que tiene terminal directa con Cristina y oficia, en este caso, como portavoz de lo piensa la vice.
“El peor Sergio es mejor que el mejor Alberto”, dice y, para apagar la dulzura, objeta lo hecho por Massa en Tigre donde le sacaron la boleta presidencial a Julio Zamora, decisión que cayó mal en el Instituto Patria. En el Senado dicen que la vice cree posible un triunfo. Es una hipótesis que no contempla ninguna encuesta pero que, ante los recurrentes errores en los pronósticos, no puede descartarse. “Cristina cree que podemos ganar, que eso es posible con Sergio. Pero más que la elección, ella mira hacia adelante y advierte que es muy difícil lo que viene: para nosotros o para ellos”, dice sobre un escenario donde proyecta crisis globales de deuda y un problema más agudo en la ruptura de la representación política. “Sergio, con sus relaciones privilegiadas, es el que está más preparado para enfrentar lo que viene”, completa la fuente cristinista su metralla pragmática. Es -afirma- lo que piensa Cristina. Sucesos como el alquímico acuerdo para que Qatar le preste DEGs son los que llevan a la vice a pensar que Massa es el indicado para lo que viene.
Primos
La competitividad, que se verificará real o no el 13-A, es el principal capital de Massa. Ese mensaje, que emite Cristina y su entorno, permeó. Un análisis, no encuesta, que hizo en los últimos días el CELAG de Alfredo Serrano Mansilla aporta datos interesantes. El estudio -en proceso, continúa hasta el jueves próximo en este link- es online y se invita a responder a militantes/adherentes de UP. Procesadas 11.700 respuestas, destacan algunas pistas de la “no encuesta”, como repite Serrano Mansilla: el 60% cree que el próximo presidente será Massa pero el 48% votará a Grabois en la PASO -contra 46% a Massa-. A su vez, el 40% afirma que Massa es el candidato favorito de Cristina -contra el 20% que cree que el favorito es Grabois-, y a la hora de considerar los atributos de los postulantes de UP, de Massa destacan su competitividad y de Grabois que es quien mejor representa al kirchnerismo. Hay empate entre los que entienden que Cristina debería tener más presencia en la campaña y los que afirman que es suficiente con lo hecho hasta ahora. El estudio de CELAG tiene un antecedente: un análisis hecho por un grupo de politólogos publicado por elDiarioAR.
La semana que pasó, Grabois objetó la conducción táctica de UP -un misil dirigido a Máximo Kirchner, que generó quejas en sectores camporistas- y dijo que su plan de gobierno federal era el que había confeccionado junto a De Pedro, aquí y ahora, jefe de campaña de Massa. Un hecho verificable es que el cristinismo no dejó a Grabois librado a su suerte. Lejos de las certezas del triunfo massista que expresan los militantes K que respondieron el estudio de CELAG, en el corazón del cristinismo, y en especial en sectores camporista, circula un interrogante para otro escenario: si lo que viene es la derrota y el despoder, en otro periodo de resistencia ¿el perfil del kirchnerismo modelo 2024 será el centrismo de Massa o el perfil combativo de Grabois? Ensayo: si Massa no sirve para ganar, ¿sirve para la post derrota?
Comando
El optimismo, un bien escaso, reapareció en cuentagotas en UP. Lo que transmite Cristina es similar a lo que emerge del comando de la calle Mitre. Casi no hay pronóstico de victoria, porque se conforman con una elección de empate, lectura laxa que puede incluir perder por 2 o 3 puntos. Es todo ese escenario conocido, una ecuación con múltiples variantes: que Massa sea el más votado, que se arrime más a los 30 puntos que de los 20, que le saque 10 al ganador de la PASO de JxC, que Juntos, sumados Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, no supere los 35 puntos. Que Grabois no logre más de 5 puntos, para no dejar a Massa demasiado abajo.
El ánimo es fluctuante: la cercanía a Massa genera pronósticos más positivos. A medida que se toma distancia del epicentro de poder, cuando se impone la percepción de una realidad áspera, aparecen las interpretaciones sobre un 13-A dramático para el oficialismo. “Hasta Santa Fe estaba seguro de que podíamos ganar, después...”, dice un dirigente de UP. “Sergio está haciendo una gran campaña pero tenemos 120% de inflación ¿se puede ganar así?”, se acopla uno de los voceros del oficialismo.
Hay un dato recurrente en el comando de UP: repiten que JxC está, hace meses, estabilizado en un ratio entre los 30 y los 35 puntos, con variaciones leves, sin grandes movimientos que generen expectativas adicionales ni propuestas que despierten motivaciones. Un hecho interesante es que, hasta acá, la existencia de una PASO competitiva, como la que protagonizan Bullrich y Larreta, no parece servir para engordar la primaria opositora. No fue lo que ocurrió en Santa Fe: la virulencia de la interna favoreció a Maximiliano Pullaro que gracias a un voto silencioso derrotó, cómodo, a Carolina Losada. En esa provincia, el instrumento funcionó.
Es la expectativa del equipo de Larreta: que el domingo 13-A se movilicen las mayorías silenciosas para sacar del ring a Bullrich. En el laboratorio electoral, eso puede ser un problema para Unión por la Patria: para ganar la PASO cambiemita, Larreta necesita que esa interna sea amplia para que se licue el voto duro del PRO, que lo concentra mayoritariamente su rival. El ensanchamiento de esa primaria, puede ser un problema para UP por la vitalidad, medida en porcentaje, que puede lograr JxC. Si Larreta, además, se impone a pesar de los pronósticos que dan triunfadora a Bullrich, esa novedad puede instalarlo como el gran ganador del 13-A con un envión extra.
En el PJ discuten, además, qué concurrencia les resulta más conveniente para el 13-A. Un operador que tiene diálogo con las provincias, avisa que el diagnóstico de los gobernadores es que al peronismo le va mejor cuando la asistencia está por encima de los 70 puntos. Hasta ahora, en las elecciones provinciales, la concurrencia media fue de 71%, casi 5 puntos menos que en 2019. Surge de ahí otro interrogante: ¿qué rival le conviene al peronismo? ¿Bullrich o Larreta?
Rivales
La lectura de que Bullrich es la rival preferida, antes que Larreta, no es una regla validada por todos. En provincia de Buenos Aires, donde Axel Kicillof busca su reelección, no tienen dudas: no solo Bullrich es la figura con la que se puede confrontar más fácil sino que su candidato a gobernador, Néstor Grindetti, es visto como un rival mucho más accesible que Diego Santilli, el postulante de Rodríguez Larreta. En el kicillofismo miran con cautela el escenario.
Una de las consultoras que Massa más sigue, Inteligencia Analítica, de Marcelo Escolar, sugiere que le iría mejor en un mano a mano con el jefe de gobierno porteño. El argumento es que el voto duro patricista no irá, bajo ningún punto de vista, a Larreta: migrará a Javier Milei en la general y llegado el caso, se quedará en la casa en el balotaje. Resulta osado suponer que, al final, el votante de Bullrich detesta del mismo modo al kirchnerismo y a Larreta, y que está dispuesto a ser funcional, con su pasividad, a un eventual triunfo del PJ.
Mauricio Macri puede, en ese caso, volverse una figura esencial: este lunes se mostrará con Larreta y Bullrich para respaldar a Jorge Macri en CABA. La hipótesis de que expresará su favoritismo por su exministra de Seguridad, que ganó volumen luego del enojo del expresidente por la posición que tomó Vidal, implicaría romper la falta neutralidad que mantuvo en este tiempo y frustrar un eventual rol como “unificador” luego de las PASO. Si Macri no bendice en público a Bullrich no es porque no la prefiera, sino porque arriesga demasiado en ese movimiento.
En el PRO se especuló que hubo mensajeros del Círculo Rojo detrás del respaldo de Facundo Manes y de María Eugenia Vidal a favor de Larreta, y también en la “corrección” que Macri hizo, por Twitter, del enojo primal cuando se enteró de la carta de la exgobernadora.
PI
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