Guillermo Francos vuelve este miércoles al Congreso en el momento más incómodo de su gestión. El jefe de Gabinete deberá presentar su informe en la Cámara de Diputados atravesado por el estallido del caso Spagnuolo, que golpea de lleno a La Libertad Avanza con denuncias de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). Lo que en otro contexto hubiera sido un trámite institucional, se transformó en una cita marcada por la tensión y la fragilidad política.
En apenas unos días, Francos quedó enredado en contradicciones y desmentidas, como todo el oficialismo. Primero fue el encargado de dar la primera respuesta autorizada al escándalo, el viernes pasado: aseguró no tener “absolutamente ninguna constancia” de un “sistema irregular de retornos”, se despegó de Diego Spagnuolo —“no tengo ninguna relación con él”— y admitió que Javier Milei lo conocía, incluso como “abogado en alguna causa”. Luego, en diálogo con Luis Majul, relativizó el valor de las grabaciones y puso en duda su autenticidad: “No sé si la grabación está editada, cortada”, especuló el ministro coordinador.
Pero la controversia se agravó cuando vinculó públicamente a Victoria Villarruel con el ingreso de Spagnuolo a La Libertad Avanza. “Yo le pregunté al Presidente y me dijo que lo había acercado Victoria Villarruel”, afirmó en Radio Mitre. El dato generó ruido interno y obligó al propio Francos a salir a rectificarse al día siguiente. “Mala interpretación mía”, escribió en X, despejando a la vicepresidenta en un movimiento que exhibió la fragilidad del Gobierno en medio del affaire.
Ese vaivén fue leído como un síntoma: hasta la semana pasada, Francos era el vocero natural del oficialismo frente a la opinión pública. Pero con el estallido del caso Spagnuolo quedó corrido a un segundo plano y la exposición mediática se trasladó al apellido Menem. Fue una señal de que la crisis debía ser contenida por el círculo político más cercano a Karina Milei, sin arrastrar al resto del gabinete. El riesgo, sin embargo, es que Francos, por su perfil dialoguista, termine funcionando como el fusible político de un Gobierno en plena tormenta.
Sin embargo, Milei no dudó en blindar públicamente a su jefe de Gabinete. El lunes, en la inauguración de un edificio de Corporación América —la empresa donde conoció a Francos—, el Presidente lo elogió sin matices: “Hoy es el mejor jefe de Gabinete de la historia, y a quien le toca lidiar con los orcos del Congreso. Esos destituyentes que lo único que están buscando es romper el programa económico, romper el país, con proyectos que rompen el equilibrio fiscal, aprobando barbaridades sin tener financiamiento”, remarcó.
Cintura a prueba
La sesión de mañana en Diputados lo pondrá a Francos frente a una oposición envalentonada. El jefe de Gabinete carga con un antecedente personal: en junio abandonó el Senado ofuscado después de que una senadora kirchnerista lo acusara de “mentiroso”. Ese gesto aún resuena como símbolo de debilidad política. En su entorno, sin embargo, aseguran que no repetirá la escena: “No se va a levantar y se va a ir, salvo que lo insulten”, dijeron sus colaboradores ante la consulta de elDiarioAR.
Aunque el caso Spagnuolo no figura en las 1.337 preguntas enviadas formalmente antes del escándalo, Unión por la Patria ya anticipó que llevará el tema al recinto. No es casual: de las consultas presentadas, 787 fueron del bloque que conduce Germán Martínez, lo que garantiza un interrogatorio agresivo. A eso se sumó el plenario de comisiones que este martes pretendía recibir al ministro de Salud, Mario Lugones, y al nuevo interventor de la Andis, Alejandro Vilches, pero ambos funcionarios finalmente no asistieron.
El telón de fondo legislativo es aún más complicado para el Gobierno. En el Congreso, la oposición acaba de conseguir lo que no ocurría hace más de 20 años: voltear vetos presidenciales con dos tercios de los votos. En apenas una semana, La Libertad Avanza sufrió una avalancha de derrotas legislativas, la ruptura de su propio bloque en Diputados y la reactivación de la comisión que investiga el escándalo de la criptomoneda $LIBRA. Ese envión opositor se sentirá mañana en el recinto, en medio de una ofensiva judicial que agrega presión al oficialismo.
En la Casa Rosada reconocen que Francos evitará mencionar el escándalo por las supuestas coimas en su discurso inicial, aunque responderá luego a las consultas de los diputados. Admiten además que “no tiene todos los números en la cabeza” y que en algunos casos podrá recurrir al mecanismo de contestar por escrito en los cinco días posteriores. El desafío, sin embargo, es menos técnico que político: mostrarse sólido en medio de una crisis que expuso a Karina Milei, la jefa absoluta y, al mismo tiempo, el talón de Aquiles del oficialismo.
Es que Francos llega al Congreso con la carga de ser el rostro institucional de un Gobierno jaqueado por las sospechas. La sesión en Diputados no será un trámite burocrático: será la primera gran prueba política después del estallido del caso Spagnuolo, con la oposición afilando preguntas y el mileísmo a la defensiva. En ese escenario, cada gesto contará. Y la incógnita es si el jefe de Gabinete logrará atravesar el vendaval como el funcionario dialoguista que busca sostener la institucionalidad, o si terminará siendo la primera víctima visible de una crisis que amenaza con desbordar al propio Presidente.
PL/MG