Caputo organiza una cumbre con un emisario de Trump para intervenir en la política interna del Gobierno

“Nosotros apostamos a este Gobierno, pero está muy solo”, se lamentó el asesor de Donald Trump, Barry Bennett, en un salón porteño atestado por el humo del cigarrillo de Santiago Caputo. Delante suyo, además del consultor estrella, estaban Miguel Ángel Pichetto, Rodrigo de Loredo y Cristian Ritondo, que escuchaban, sorprendidos, al emisario de Estados Unidos. La Casa Blanca, por intermediación informal de Caputo, había decidido intervenir directamente en la política interna del país: Estados Unidos ya no le pedía garantías de gobernabilidad a Milei, se las pedía directamente a sus aliados.
El encuentro se llevó a cabo el jueves pasado en el departamento donde Bennett se hospedó durante su estadía en la Argentina. El consultor republicano, que forma parte de la Conferencia de Acción Política Conservadora y tiene un vínculo con el gobierno de Milei a través del empresario Leonardo Scatturice, había aterrizado hace una semana y venía manteniendo encuentros políticos informales con distintas terminales locales de poder.

A todos -gobernadores, legisladores y funcionarios- les comentaba lo mismo: el interés de Trump en sostener el proyecto libertario y la multiplicidad de inversiones posibles en la región de existir un consenso político más amplio. Una intermediación más elegante y sutil que el ultimátum que Trump dejó tras la cumbre con Milei en Washington, pero que sintetizaba el mismo mensaje: si la oposición -o el electorado- ayudaba a Milei, Estados Unidos ayudaría a la Argentina.
De lo contrario, no habría salvataje financiero para nadie.
Caputo, el anfitrión
El encuentro con Pichetto, De Loredo y Ritondo había sido organizado por Santiago Caputo, quien ya se había reunido dos veces con Bennett en Casa Rosada. El asesor todoterreno viene buscando levantar el perfil con el propósito de ganar terreno en la interna libertaria. Su objetivo es posicionarse como el garante de la nueva era del consenso político, y el desembarco de Bennett venía como anillo al dedo.
“Nuestra búsqueda es convencer a los de afuera de que hay espacio para un diálogo razonable y la construcción de gobernabilidad. Para que crean en Argentina y quieran venir a invertir en las provincias”, explicaba uno de los emisarios de las Fuerzas del Cielo que trabajó para sellar la reunión secreta con Bennett. O que fue secreta hasta que fue revelada por Clarín y La Nación +.

Fue una cumbre bizarra, según explicó uno de los participantes, en el que Bennett buscó dejar en claro un solo mensaje: Trump estaba dispuesto a sostener a Milei a como de lugar, pero que necesitaba aliados. Necesitaba, es decir, de los tres jefes de bloque de la oposición dialoguista (quienes, sin embargo, verán reducidas sus fuerzas en el Congreso a partir de diciembre).
Bennett pidió un “coalition building”, que no es otra cosa que lo que le pidió Scott Bessent a Luis Caputo tras el anuncio del salvataje financiero norteamericano. Había un traductor presente que, junto a Manuel Vidal, una de las manos derechas de Caputo, hacía de intermediario cuando algunas de las frases no quedaban del todo claras. Hubo algunos que, incluso, interpretaron que Bennett estaba pidiendo un gobierno de coalición con Mauricio Macri y la UCR, pero en LLA salieron rápido a desmentirlo: “Es cuestión de cambiar la estrategia política, de gobernabilidad”, explicaron.
Promesas de gobernabilidad
Ninguno de los diputados presentes quiso hacer promesas, aunque no todos ocupan la misma posición en la pirámide de poder libertaria. Ritondo, por ejemplo, fue el responsable de sellar una alianza con LLA en Provincia de Buenos Aires y tiene una relación personal especial con Milei que lo posiciona, muchas veces, como una figura central del cosmos libertario. En la última sesión opositora, incluso, el PRO presumía que Ritondo se movía como el jefe del oficialismo.
El caso de De Loredo es más complicado. El jefe de bloque radical abandonará la Cámara de Diputados a partir de diciembre, ya que no logró cerrar un acuerdo con LLA en Córdoba. De Loredo quedó afuera de la lista, ya que no quería que lo ubicaran en tercer lugar, pero no terminó de cortar lazos con el Gobierno. Su nombre circula, incluso, como un posible reemplazo de Luis Petri en el Ministerio de Defensa cuando el mendocino ocupe su banca en la Cámara de Diputados.

Pichetto, mientras tanto, era el único dirigente abiertamente opositor de la comitiva. El jefe de bloque de Encuentro Federal, incluso, arribó al encuentro con su agenda anti Shein bajo el brazo y se encontró, sin saberlo, con que del otro lado de la puerta estaba Bennett: no sabía que el asesor norteamericano estaría presente, y se quejó de la informalidad del encuentro. “Lo llevaron entrampado”, se quejaron cerca de Martín Menem, el principal perjudicado por el protagonismo creciente de Caputo.
Competidor interno en la guerra libertaria, Menem observa que el crecimiento de Caputo representa una amenaza. No solo lo identifica como el responsable de las operaciones desestabilizadoras en su contra -especialmente en las referidas a su desplazamiento de la presidencia de la Cámara de Diputados-, sino que advierte que las maniobras del asesor sin firma tienen enfurecidos a todos en Casa Rosada. “No le avisó a nadie que iba a organizar el encuentro”, se quejan en el nuevo menemismo.
Caputo, sin embargo, avanza. Está convencido de que, después de las elecciones, comenzará una nueva etapa de acuerdos políticos para LLA y que los Menem -nunca se anima a hablar de Karina Milei abiertamente- forman parte del pasado. El futuro, aseguran en las Fuerzas del Cielo, les corresponde a los que negocian. Y, como Milei, busca afuera el apoyo que no tiene adentro: tal vez Estados Unidos los ayude a volver a ocupar un vértice en el triángulo de hierro.
MC/CRM
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