Cómo llegó el plástico a los rincones más remotos de la Amazonia

Alguien que se adentra en una zona apartada del Amazonas suele esperar un entorno intacto, libre de residuos humanos y selva en calma. La idea de pureza absoluta acompaña siempre a quienes llegan a un rincón inhóspito, como si la distancia garantizara protección frente a la contaminación.
Sin embargo, la basura se abre camino incluso en esos espacios alejados, donde una botella flotando o un envoltorio arrastrado por la corriente recuerdan la presencia de los desechos. La paradoja de encontrar plásticos en los sitios más reconditos obliga a mirar de frente la magnitud del problema ambiental. Esa constatación nos lleva a la Amazonia, convertida en ejemplo extremo de cómo la contaminación penetra en los lugares más inaccesibles.
Los rincones más remotos ya no escapan a la invasión de plásticos
Un estudio publicado en la revista Ambio revisó 52 investigaciones científicas realizadas desde 2000 y concluyó que la contaminación plástica está extendida en toda la cuenca amazónica. El trabajo documenta la presencia de fragmentos en peces, aves, mamíferos acuáticos, suelos y aguas de consumo, con muestras recogidas en los nueve países que comparten el bioma.
La bióloga Jéssica Fernandes de Melo, de la Universidad Estatal de Santa Cruz en Brasil, relató a Mongabay que incluso especies que viven alejadas de asentamientos humanos aparecen contaminadas por microplásticos. También describió cómo algunas aves llegan a usar piezas grandes de plástico para construir sus nidos, y cómo es habitual encontrar envoltorios flotando en arroyos donde la gente se baña.

La primera evidencia que vinculó plásticos con la muerte de un animal en la región se registró en 2009, cuando un manatí apareció asfixiado por una bolsa. A partir de entonces se publicaron decenas de trabajos que confirmaron contaminación en peces, tortugas, aves y mamíferos, lo que permitió reunir el corpus analizado por la revisión de 2025.
El informe advierte además de un impacto importante en las comunidades humanas. Dos tercios de las especies con trazas de plásticos forman parte de la dieta local, lo que abre la puerta a la ingestión de fragmentos por parte de la población. Aunque la mayor parte de los hallazgos se concentran en el aparato digestivo de los peces, que suele descartarse al cocinar, todavía queda pendiente comprobar si los fragmentos penetran en los tejidos musculares, lo que tendría implicaciones más serias para la salud.
Los investigadores piden ampliar los estudios y acelerar medidas para frenar el avance de la contaminación
Las publicaciones analizadas revelan que la mayoría de las investigaciones se han concentrado en Brasil y, sobre todo, en el cauce principal del río Amazonas. Amplias zonas del bioma siguen sin datos de campo, lo que deja abierta la incógnita sobre la magnitud real del problema en áreas periféricas.
Los investigadores recuerdan que los municipios más aislados carecen de programas de reciclaje y de sistemas adecuados de gestión de residuos. La acumulación de basuras termina inevitablemente en los ríos, que se convierten en autopistas para los desechos hasta llegar a los ecosistemas más alejados.

El vacío de información sobre nanoplásticos, los fragmentos más diminutos, resulta especialmente inquietante. La revisión subraya que todavía no se han realizado estudios sobre su efecto en la Amazonia, pese a que pueden atravesar tejidos animales y humanos con más facilidad.
Ante este panorama, los autores sostienen que ya existe base suficiente para impulsar políticas inmediatas que reduzcan la llegada de plásticos al medio natural. Reclaman ampliar la investigación a zonas inexploradas, evaluar con exactitud la presencia en aguas de consumo y analizar de forma prioritaria los riesgos de los fragmentos más pequeños.
Porque, como demuestra la basura en los rincones más apartados, lo que llega a la Amazonia acaba mostrando hasta qué punto la contaminación se cuela en todas partes.
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