Con la “embajada paralela” en marcha, Milei se reúne con Trump en el Salón Oval

En Balcarce 50, el silencio se impuso a las tres de la tarde, cuando el avión presidencial despegó rumbo a Washington. Javier Milei viaja con su círculo mínimo para concretar, al fin, la bilateral más esperada: la foto con Donald Trump en el Salón Oval. En la Casa Rosada la definen como una “ceremonia política”, más que una misión de gestión. Un gesto que combina protocolo, campaña y una trama de vínculos que se mueve, discreta pero constante, por fuera de la Cancillería.
La comitiva se terminó de cerrar minutos antes del embarque: la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; el ministro de Economía, Luis Caputo; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, además del canciller Gerardo Werthein y del embajador Alejandro Oxenford. También, por pedido de los técnicos del Tesoro norteamericano, está el presidente del Banco Central, Santiago Bausili. Mañana, después de pasar la noche en Blair House, el Presidente cruzará a la Casa Blanca para su reunión privada con Trump y un almuerzo de trabajo entre las dos delegaciones.

La agenda oficial resume los objetivos: blindar el acuerdo financiero con los Estados Unidos —que incluye un swap por 20.000 millones de dólares y nuevas intervenciones para estabilizar el dólar— y proyectar un mensaje político de alineamiento con la Casa Blanca. Pero en los despachos del primer piso de la Rosada admiten que el viaje se gestó por canales menos formales. Nadie lo dice abiertamente, aunque todos saben de qué se habla cuando se menciona, en voz baja, la “embajada paralela”.
Esa red oficiosa tiene como nodo a Santiago Caputo y a su entorno más estrecho, con el politólogo y otrora dirigente del PRO Manuel Vidal a la cabeza. Según pudo saber elDiarioAR, ambos llegaron este lunes por su cuenta a suelo norteamericano, con agenda propia, para aceitar esos vínculos y reunirse con algunos interlocutores políticos en la previa de la cumbre. Entre ellos, se encontraría el polémico empresario Leonardo Scatturice, operador clave con nexos con el trumpismo.

La semana pasada, Caputo recibió dos veces en su despacho de Balcarce 50 al consultor republicano Barry Bennett y a la periodista Soledad Cedro, representante de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) en la Argentina. Repasaron la agenda política y los temas que se buscará sellar mañana: la continuidad del régimen de bandas, la hoja de ruta de las reformas estructurales y una señal explícita de respaldo político de Trump a Milei.
Los lazos de Milei con el universo CPAC vienen de antes. En diciembre de 2024, la filial argentina del movimiento conservador desembarcó en Buenos Aires con un evento que tuvo al Presidente como figura central y a Tactic COC, empresa en la que Scatturice y Bennett son socios, como organizadora. Dos meses después, esa misma firma firmó un contrato con la SIDE para “coordinar reuniones entre funcionarios” de ambos países y brindar “asesoramiento estratégico”. Los registros oficiales muestran que una delegación de quince miembros de CPAC Argentina visitó la Casa Rosada al día siguiente del evento que tuvo lugar el año pasado, como “invitados especiales del Presidente”. Desde entonces, los contactos se volvieron constantes: encuentros en Nueva York, reuniones reservadas en Buenos Aires y ahora, la cumbre en Washington.

Algunos en el Gobierno interpretan el viaje como algo más que una misión económica. “Es la ratificación de una alianza cultural”, explicó un funcionario. Milei y Trump comparten la idea de que la prosperidad depende de liberar fuerzas productivas retenidas por “la casta política” y por la regulación estatal. En esa narrativa, el anuncio de un swap o el ingreso de dólares no es solo un resultado financiero: sería la prueba de que el dogma libertario funciona. Una ensoñación.
Este lunes, horas antes de partir, Milei dejó una declaración que en el oficialismo fue leída como prólogo del viaje: “Nos van a salir los dólares por las orejas”. La frase, lanzada en una entrevista con El Observador, buscó transmitir optimismo en la antesala de una negociación cargada de expectativas. El Presidente habló de una “avalancha de divisas” producto del auge minero y energético, reivindicó su alianza con Estados Unidos e Israel, y aseguró que la Argentina “no tendrá problemas de liquidez” porque Washington “ya decidió liderar el continente y definir a la Argentina como un aliado”.
Mientras tanto, en el gabinete se intentaban disimular los roces solapados por el armado de la delegación. “No todos están cómodos con la manera en que se manejó la relación con Washington”, reconoció un funcionario, por lo bajo, a elDiarioAR. Es que la logística y los contactos fueron concentrados por la oficina de Santiago Caputo, en coordinación directa con la Secretaría General de la Presidencia.

El contexto le suma tensión al viaje. El Gobierno llega a Washington con la economía estabilizada en apariencia, pero con reservas frágiles, una inflación que volvió a acelerarse y una campaña electoral que se juega al borde del agotamiento financiero. En ese marco, el discurso de Milei de “avalancha de dólares” busca sostener el ánimo interno tanto como reforzar la narrativa externa de un país en recuperación.
En la Rosada saben que el viaje puede tener múltiples lecturas: la del pragmatismo económico, la de la diplomacia alternativa y la de la ideología compartida. La cumbre con Trump ofrecerá, probablemente, un poco de cada una. Lo que se dispute en el Salón Oval —más allá del protocolo— será el verdadero test de la política exterior libertaria: si la estrategia de afinidades personales puede traducirse en resultados concretos o si la fe, por sí sola, no alcanza para generar dólares ni gobernabilidad.
PL/CRM
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