Pulseada incierta por la deuda con el organismo

El Gobierno ya no espera ayuda de Biden en la negociación con el Fondo Monetario

La comitiva de Alberto Fernández volvió de Europa satisfecha por haber conseguido el apoyo del G20 a la necesidad de revisar los sobrecargos que el FMI les cobra a los países endeudados y por el respaldo a la creación de un nuevo Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad que tiene el propósito de brindar financiación asequible a largo plazo. Sin embargo, el Presidente y su ministro de Economía Martín Guzmán confirmaron un dato que ya presumían: no habrá ayuda extra del gobierno de Joe Biden en la difícil negociación con el Fondo. Por lo menos en el corto plazo. 

Las dos largas reuniones que el Gobierno mantuvo con Kristalina Georgieva y los funcionarios del Fondo contrastaron con el contacto fugaz con los representantes de la administración demócrata. El saludo protocolar de Fernández con Biden en la cumbre del G20 evidenció una simpatía mutua pero no dio paso a un encuentro como el que esperaban cerca del presidente argentino. Lo mismo sucedió con el improvisado cónclave que protagonizaron ante las cámaras Fernández, Guzmán y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, con la secretaria del Tesoro norteamericano, Janet Yellen, y su asesor principal David Lipton. En ese contacto informal, Guzmán le presentó a Yellen al Presidente bajo la mirada atenta de Lipton, el ex número 2 de Christine Lagarde en el Fondo, que jugó un papel decisivo para que el organismo aprobara el crédito extraordinario de 57.000 millones de dólares para el gobierno de Mauricio Macri.

Mientras se activa la cuenta regresiva hacia el 14 de noviembre, el dólar paralelo toca los 200 pesos y la brecha cambiaria escala hasta el 100%, el Gobierno también piensa en el día después de las elecciones y vislumbra una pulseada de resultado incierto. Según le dijeron a elDiarioAR fuentes oficiales que participaron de la gira de Fernández, el Gobierno llegó a la conclusión de que deberá afrontar la negociación con el Fondo sin recibir la ayuda que esperaba ni de Georgieva ni de Biden. El Presidente, Guzmán, Beliz y Argüello siguen apostando a ese vínculo -el embajador en Washington trabaja para concretar la visita de Fernández a Biden-, pero advierten que no solo la alianza peronista tiene un frente interno complicado: una instancia similar atraviesan la titular del Fondo y el presidente norteamericano. Todos luchan por su propia sobrevida. 

Georgieva viene de superar los cuestionamientos del presidente del Banco Mundial David Malpass -ex asesor y ferviente defensor de Donald Trump-, que la acusa de haber beneficiado a China con el programa “Doing Business” durante su gestión en el organismo. Pero está debilitada y en el gobierno argentino anticipan que se está librando una pelea de largo alcance. 

Biden, que acaba de recibir la bendición del Papa Francisco en Roma, atraviesa un proceso similar. Su situación se complicó en los últimos meses. Golpeado por la retirada obligada de Estados Unidos en Afganistán, enfrenta críticas que no se limitan al sector alineado con Trump. Mientras Biden dispone de mayorías ajustadas en el Congreso, los republicanos tienen peso en el poder judicial y resisten las leyes que pretende sancionar el primer presidente católico desde John Fitzgerald Kennedy. A eso se suma la división de los propios demócratas, donde una parte del partido presenta objeciones al plan de infraestructura y a la ampliación de los programas sociales que pretende aprobar el gobierno, los ejes de la agenda de reconstrucción que planteó Biden en campaña para salir de la pandemia. 

Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de la que Guzmán aguardaba auxilio, está abocada al escenario doméstico y no intervino hasta ahora en la negociación con el Fondo. La esposa del académico George Akerlof, que obtuvo el Premio Nobel de Economía por un trabajo que hizo junto a Joseph Stiglitz en 2001, era considerada una aliada potencial del ministro de Economía de Fernández. Su caso contrasta con el del imperturbable Lipton, que parece representar los intereses del establishment y el poder permanente. Crucial para el préstamo que recibió Macri, Lipton no da indicios de borrar con el codo lo que escribió con la mano. 

El cuadro general puede resumirse en la frase que le dijo a elDiarioAR un funcionario que participó de la reunión con Georgieva en la embajada argentina en Roma: “Argentina no es muy relevante. No estamos en la agenda”. Propia de la oposición vernácula, la consigna ahora impregna a sectores del oficialismo que miran con escepticismo el equilibrio general de fuerzas camino a un 2022, en el que vencen más de 19.000 millones de dólares con el FMI entre capital e intereses. El organismo, que apoyó a la Argentina en la reestructuración con los acreedores privados, ahora defiende sus propios intereses y busca imponer sus consignas de siempre.  

Como si fuera poco, el primer test electoral que enfrenta Biden en Estados Unidos arrancó mal. La victoria del candidato republicano en el estratégico estado de Virginia activó todas las alarmas. No solo porque el vencedor fue Glenn Youngkin, un empresario multimillonario que cuenta con el apoyo de Trump, sino porque hace apenas un año Biden había ganado los comicios por 10 puntos en el lugar. En Nueva Jersey, los demócratas ganaron por un estrecho margen. A ese panorama se suma otro dato que preocupa al sucesor de Trump, el llamado gerrymandering o distribución del voto por distritos, que suele ser decisivo de cara al control del Congreso y que es considerado una forma de manipulación electoral.

Con dificultades para aprobar las leyes que necesita, su partido dividido y una oposición desafiante, Biden parece concentrado en sus propios problemas y el caso argentino no es lo que más le preocupa.

DG