Javier Milei partió a Estados Unidos en la medianoche del miércoles, horas después de encabezar el cierre de campaña en Moreno. Lo hizo con un telón de fondo áspero: el Senado terminó de voltear el primer veto presidencial en más de dos décadas y reimpuso la Emergencia en Discapacidad a tres días de que se vote en la provincia de Buenos Aires. La simultaneidad de escenas condensó el clima de los últimos días: el Presidente sacándose fotos en Los Ángeles, manifestantes en la la Plaza de los Dos Congresos y la Cámara alta reescribiendo una decisión clave de la Casa Rosada.
La apuesta de Milei es jugar en dos tableros simultáneos: afuera, mostrar músculo de contactos y reafirmar que el programa económico no cambia. Adentro, blindar el objetivo fiscal. El problema es la óptica. A tres días de las elecciones bonaerenses, con indicadores sociales en tensión y el ecosistema libertario aún sacudido por la interna de los audios, el viaje luce como un desentendimiento calculado: delegar el barro local y encarnar en primera persona el relato internacional del “plan en marcha”.
En ese sentido, el contraste es deliberado. Con un oficialismo que repite el mantra (“la prioridad sigue siendo el superavit fiscal”) mientras busca ganar tiempo, Milei combinó este jueves agenda científica, energética y de negocios en territorio norteamericano: almuerzo con la astronauta Noel del Castro –apadrinada por la CONAE para subirse a un vuelo espacial privado–, reunión con Michael Milken, el histórico “rey de los bonos basura”, y encuentros con Mark A. Nelson (Chevron) y el emprendedor argentino Andy Kleinman. La postal previa incluyó un intercambio con medio centenar de ejecutivos convocados por el Instituto Milken, con un mensaje único para los mercados: el ajuste no se negocia.
Durante esos eventos, escoltaron a Milei el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y el embajador argentino en Washington, Alec Oxenford. Esta vez, ni su hermana Karina ni el canciller Gerardo Werthein, habituales en los viajes, lo acompañaron. El tramo a Las Vegas, pensado para sumar citas con inversores de Turismo y una aparición de Fátima Florez, se canceló sobre la marcha para acotar la exposición.
Estrategia oficial
En Buenos Aires, mientras tanto, se encendieron las luces de la “mesa judicial”. La secretaria de Legal y Técnica, María Ibarzabal, el viceministro Sebastián Amerio y equipos de la Procuración del Tesoro –bajo la coordinación de Santiago Castro Videla– calibran opciones para que el golpe parlamentario no se traduzca en impacto presupuestario. Según pudo saber elDiarioAR, en el abanico aparecen tres rutas: no promulgar y esperar una demanda para litigar sobre la ejecución, ir en directo a la Corte Suprema con un planteo de nulidad de la sesión por “autoconvocatoria ilegal”, o abrir un frente en lo Contencioso Administrativo bajo el paraguas de la Ley de Administración Financiera.
El Presidente ya había anticipado el libreto días atrás: “Supongamos que me rechazan el veto. Bueno, yo eso lo voy a judicializar. No va a tener efecto ni en el gasto público ni en la cantidad de dinero”. La Casa Rosada insiste en que cualquier norma que eleve el gasto debe explicitar su fuente de financiamiento –artículo 38 de la Ley de Administración Financiera– y que aprobar “sin costo” viola la restricción fiscal. El informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso, que estimó un impacto de entre 0,22% y 0,42% del PBI sin medidas complementarias, alimentó el alegato oficialista, aunque puertas adentro admiten que, si se suman arrastres y deudas, la cuenta podría crecer.
En ese marco, el Gobierno blanquea un dilema político: la narrativa del déficit cero choca con una demanda social de alta legitimidad. Sin embargo, como si fuera poco, el temario del Senado agregó otro frente: un proyecto que limita el alcance de los DNU al obligar su tratamiento individual, invirtiendo la lógica de la sanción ficta vigente desde 2006. Para el oficialismo, el combo es letal: a la derrota por Discapacidad se suma el riesgo de perder discrecionalidad en una herramienta decisiva para el plan de reformas.
En las oficinas de Balcarce 50 se jactaban este jueves de que a la oposición “no le dan los tiempos para causar daño”, convencidos de que la ventana electoral atenúa la ejecución de cualquier norma con costo. Pero la señal parlamentaria dejó un precedente: los “enemigos” de Milei pueden articular mayorías sobre temas sensibles aun en medio de la campaña, y esa novedad altera los incentivos para el día después de la elección.
El regreso del Presidente está previsto para la madrugada del sábado. Para entonces, su mesa jurídica habrá seguido afinando el hilo de la estrategia: no promulgar, demorar, litigar e insistir con el déficit cero. El lunes, cualquiera sea el resultado en la provincia de Buenos Aires, el Gobierno deberá reconectar los dos planos que hoy lo tensionan: el de un plan económico que se afirma en foros internacionales, y el de un Congreso –y una calle– que aprendieron a ponerle límites.
PL