La imagen militar en la era Milei

Militares influencers buscan darle un lavado de cara a las fuerzas y aumentar el reclutamiento entre los jóvenes

“¿Disculpe, usted es Pablo?”, se dirige un hombre de mediana edad a otro que se encuentra sentado en un banco de la Plaza de Mayo y viste uniforme camuflado. “Capitán Pablo Bayerque”, le responde y le extiende la mano con simpatía. “Solo quería saber si era usted para saludarlo. Veo todos sus videos y me encantan. Gracias por su trabajo”, dice su seguidor y se retira alegre. Esto es algo que a Bayerque le sucede habitualmente, ya que es una celebridad en las redes sociales: tiene más de 30 mil seguidores en Instagram y casi el cuádruple en Tik Tok. Él es el máximo referente de un nuevo fenómeno en el país: los militares influencers. Al igual que el pink o green washing que buscan darle una lavada de cara a las compañías a partir de campañas que promuevan el feminismo o el ambientalismo, respectivamente, esta tendencia también llegó a las Fuerzas Armadas. Desde las redes sociales no solo buscan darles una imagen lejana a sus épocas más oscuras, también es una estrategia para aumentar el reclutamiento entre los jóvenes.

El Capitán

Bayerque (39) nació en la ciudad bonaerense de Tandil. Su padre fue militar, llegó a estar movilizado en la Guerra de Malvinas, pero no fue convocado para combatir en las islas. A pesar de la influencia familiar, durante su adolescencia él quería dedicarse a la pintura. “Terminé mis estudios secundarios en una escuela de arte y diseño. Me gustaba mucho pintar al óleo. Tenía la idea de irme a la Universidad Nacional de La Plata para desarrollar una carrera de bellas artes. Pero era algo inviable porque mi familia no tenía los recursos económicos para bancármelo”, recuerda Bayerque, en diálogo con elDiarioAR. “Así que la ecuación fue fácil”, continúa. “Yo tenía que hacer algo y que fuera en Tandil. Así que, con 18 años recién cumplidos, me anoté al Ejército. Era algo remunerativo porque el soldado cobra un sueldo. Podía prestar servicio algún tiempo, juntar dinero e irme a estudiar afuera”, cuenta los hechos que sucedieron en 2003, época por la que Néstor Kirchner asumía la presidencia del país y un año después ordenaría bajar el cuadro de Jorge Rafael Videla de la galería del Colegio Militar.

Pero el joven Bayerque se metió más de lleno en las Fuerzas Armadas, cuando a sus 21 años se inscribió al Colegio Militar para hacer la carrera de oficial. “También fue un acercamiento a mi viejo. Tengo una buena relación, pero la crianza fue algo parca. Cuando entré al Ejército entendí un montón de cosas que yo desconocía, como el sacrificio, el no renunciamiento y tirar con armas de fuego. Cuando me puse el uniforme por primera vez me sentí una persona respetada”, asegura. Con el tiempo, se especializó en tareas de alta montaña y fue designado a un cuartel en San Martín de los Andes, en Neuquén, donde comenzó su historia como influencer.

Hacia el año 2022, el Capitán tenía el sueño de crear un gimnasio para el escuadrón del que era jefe porque los días que nevaba no podían entrenar. “Teníamos un salón muy grande en el que no había nada, ni una mancuerna. Empecé a contactar a marcas que vendían estructuras, a ver si querían hacer una contraprestación en la que ellos nos proveyeran de los equipos y nosotros mostrábamos en redes cómo usábamos sus productos”, dice. Tan solo una marca se interesó en la propuesta. Pero resultó un éxito para la construcción del gimnasio y además fue la motivación para que Bayerque vuelva a proyectar su carrera artística con la producción de fotos y videos para el Ejército.

“Hasta ese momento, nadie lo hacía dentro de las Fuerzas Armadas. Yo he armado un nicho, netamente motivacional, en los que muestro mis pilares: la vida dentro del Ejército, el amor a la Patria, las tradiciones y la familia”, dice Bayerque sobre sus videos en los que se muestra entrenando y comparte diferentes actividades institucionales. Si bien su presencia en redes sociales generó varias resistencias entre sus superiores, hoy es una estrategia que funciona bajo la Secretaría General del Ejército. Mientras que la comunicación funciona para mostrar una nueva cara de las Fuerzas Armadas, también sirve para incrementar el número de reclutamiento entre los jóvenes.

“La idea es mostrar un Ejército profesional y en apoyo a la comunidad. Nuestro público fuerte es de 18 a 24 años y apuntamos a ellos para que se animen a incorporarse a la fuerza”, asegura Bayerque. Desde el año pasado, él tiene un equipo de cuatro militares a su cargo que se encargan de la producción de contenido y difundirlos en las redes sociales oficiales.

Fuentes oficiales de la Secretaría General del Ejército le confirman a elDiarioAR que, a partir de la renovación en sus redes sociales, obtuvieron alrededor de 30% de crecimiento de seguidores en Instagram y aumentó la cantidad de jóvenes que desean sumarse a sus filas. “Registramos un crecimiento entre el 8 y 10% de postulantes”, sostienen sobre los treinta mil jóvenes que se inscribieron al Colegio Militar y los 40 mil que se anotaron para entrar al Ejército. “Sabemos que la gran mayoría de los chicos nos conocen por redes. Su influencia es notoria y directa”, dicen.

Modelo, influencer y militar

Uno de los militares que el Capitán Bayerque tiene en su equipo de comunicación es Fernando Fernández Behotats (26). Él se crió en Mar del Plata bajo la órbita de un padre militar y riguroso. “Era una relación conflictiva porque, como buen adolescente, yo era rebelde. Andaba en skate, tocaba la guitarra y mi viejo me decía que era un hippie mugroso”, cuenta. Finalmente dio el brazo a torcer, ya que a los 16 años se inscribió en la escuela de suboficiales. “Había un encanto por seguir el legado porque mi abuelo fue paracaidista del arma de artillería”, recuerda sobre el momento en el que empezó a andar siempre “peinado y arreglado”.

“Yo soy el community manager de las cuentas del Ejército. También soy creador de contenido, filmo y edito las actividades de la fuerza con la idea de transmitir qué es lo que hacemos”, cuenta Fernández. Él llegó a ocupar este lugar este año después de tomar cursos de fotografía y emular lo que el Capitán hacía en sus propias redes sociales. Pero lo más llamativo de este personaje es que, además, es modelo publicitario.

“Hice dos veces el curso de modelo profesional. La primera vez, a los 18 años, pero lo terminé dejando”, cuenta por las burlas homofóbicas que recibía entre sus compañeros militares. “Eran comentarios despectivos”, recuerda. “El año pasado lo hice de nuevo y lo terminé porque quería adquirir herramientas de fotógrafo, en temas como la postura o el vestuario. Para este momento tenía otro ambiente laboral y ya me bancaban bastante la carrera de modelo”, dice. Esta formación le permitió crear una agencia publicitaria junto a su novia con la que trabajan con alrededor de doce modelos para realizar promociones para diferentes marcas de indumentaria. Hasta el propio Fernández ha sido la cara para publicidades de sandalias, remeras y pantalones.

Fenómeno internacional

El fenómeno de los militares influencers no es nuevo y, mucho menos, local. Es una estrategia comunicacional y lucrativa que implementan hace años las Fuerzas Armadas más desarrolladas del mundo, como las de Estados Unidos, Reino Unido e Israel. Algunos de los máximos exponentes de esta tendencia son David Boggins y Nick Bare, militares retirados norteamericanos que tienen millones de seguidores en sus redes sociales. En el caso de Israel, también apelan a mujeres voluptuosas y con labios llenos de ácido hialurónico que suben imágenes sexualmente sugestivas. La más famosa es Natalia Fadeev, que hace campañas de lencería y armas de guerra, pero que también promueve discursos anti palestinos.

En el caso de Argentina se suma un elemento clave: los bajos salarios, en los que un profesional con cargo de oficial apenas supera los $900 mil. De hecho, días atrás, el ministro de Defensa, Luis Petri, apuró un decreto para elevar los ingresos del personal que cumple tareas en el exterior. Pero la situación económica es crítica para la mayoría de los militares y por eso buscan otras alternativas para llegar a fin de mes. Mientras que Fernández mantiene en paralelo una carrera de modelo, Bayerque hace canjes con diferentes marcas deportivas para sus videos y también vende cursos motivacionales. De paso, aprovechan para difundir los valores tradicionales del Ejército en un cambio de época marcado por jóvenes cada vez más seducidos por las posturas de derecha.

La seducción de la derecha

“El encantamiento que tenían los valores progresistas no eran totales, siempre existieron los tradicionalistas. Pero en los jóvenes era una minoría. Los jóvenes votan a la derecha porque hubo una sociedad que ya casi no existe y que no pudo cumplir con sus promesas. Los discursos progresistas hablan de la inclusión social a partir del trabajo y la experiencia de los chicos hoy es la precarización. Hay un gran desencanto”, explica José Garriga Zucal, sociólogo e investigador del CONICET que se dedica a estudiar a las fuerzas de seguridad y la conformación de la pertenencia a partir de la masculinidad.

Otro punto importante del encanto de los jóvenes a sumarse a las fuerzas armadas se relaciona con formar su identidad a partir de un grupo de pertenencia. “La cantidad de ejercicios que hacen, muchos de ellos rigurosos y crueles, sumado a la construcción del temple para obedecer órdenes, genera espíritu de cuerpo”, explica Garriga Zucal.

Mientras que para Sabina Frederic, ex ministra de Seguridad durante los primeros dos años de la gestión de Alberto Fernández, “la vuelta a las tradiciones, la autoridad y jerarquía son parte de lo que expresa esta nueva derecha conservadora y reaccionaria que representa Javier Milei. Después de una época de amor libre y diversidad de género, entiendo que hoy se desarrolla una reacción de gente que pide la vuelta a ‘lo normal’”, dice la antropóloga.

En cuanto al crecimiento de los postulantes para las Fuerzas Armadas, Frederic asegura que “el reclutamiento siempre aumenta en épocas de desempleo, como está sucediendo ahora”. “Hay una gran desmotivación dentro de las fuerzas porque la mayoría votó a Milei –al igual que la sociedad argentina– y tenían expectativas que el Gobierno no está cumpliendo, como el aumento de los salarios. Hace años que está sucediendo una deserción muy grande, por lo menos desde 2006, cuando colaboraba para Defensa”, dice.

Frederic también destaca que el trabajo comunicacional que está haciendo el Ejército sirve para motivar a un personal generacionalmente diferente a los militares que participaron de la última dictadura. “En los últimos veinte años se construyó una identidad profesional alejada a esa reserva moral de la Patria. Es muy complicado el proceso interno, producto de una historia trágica. En privado, muchos reconocen que fue un error y que aparezca gente como Victoria Villarroel les complica porque despiertan leones dormidos. Es difícil escuchar a un militar que no piense como uno, pero eso no quiere decir que sean pro terrorismo de Estado. Quieren hacer bien su trabajo como servidores de la Patria, como se sienten ellos”, dice.

Ante la pregunta de qué opina sobre el accionar de las Fuerzas Armadas durante la última dictadura, el Capitán Bayerque responde: “Los militares tenemos que estar en los cuarteles y no involucrarnos en política. Hoy somos un Ejército que está muy lejos de aquella época. Somos el Ejército de la democracia y eso es lo que tenemos que defender”, asegura sobre de un tema que “se habla poco porque es incómodo”.

“Hoy las fuerzas tienen una sola cara, que es la del apoyo a la comunidad. Nuestra razón de ser es prepararse para la guerra, pero eso no implica querer la guerra. Significa estar preparado para sostener la paz por la Patria”, asegura Bayerque. ¿Qué es la Patria? “La Patria es el otro”, cierra Fernández, el militar modelo e influencer.