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LA ERA LIBERTARIA El mapa del poder

La pirámide del poder de Milei, la pausa de la Corte y los tiempos del peronismo

Javier Milei en el balcón de Casa Rosada junto a su vocero, Manuel Adorni.

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“Menos mal que no me dieron la presidencia”, exageró, como autoconsuelo, Cristian Ritondo. Soltó el comentario al terminar una cumbre con Martín Menem, el riojano que quedó como jefe de Diputados, en la que pudo ver de cerca al caos organizativo y político del ecosistema Javier Milei. El sobrino de Menem, portador de un apellido venerado por el fandom libertario, confiesa que no conocía, previamente, el contenido del mega DNU ni el de la Ley ómnibus y se sorprende a cada rato por la dinámica y los procedimientos del Congreso.

“Los ministros no trabajaron en la redacción de las reformas... ¿qué van a venir a decir?”, le dijo a un diputado que le notificó que, por reglamento, los miembros del Gabinete deben concurrir a las comisiones a explicar las leyes. Menem demoró los trámites y, aunque sobrevuele la sospecha de que su ingenuidad puede ser un acting para camuflar picardías -es, en definitiva, el hijo de Eduardo Menem que es muchas cosas menos ingenuo-, tensionó con los bloques opositores. Ante el riesgo de un naufragio legislativo, al final de la semana hubo gestiones del mundo empresario y político para hacer llegar una alerta al presidente. “No se dejan ayudar”, reprocha un dirigente que se ofreció como lazarillo.

El karma es que los accesos a Milei son intrincados. Guillermo Francos no parece ser en estos días el puente más eficaz con Milei. Los intentos se orientan vía el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, que aparece en la cima de la pirámide junto a los Milei, Javier y Karina; un esquema Ponzi del poder libertario. Francos, el ministro del Interior, queda más abajo, en el segundo anillo, mientras que Menem habita un tercer circulo de influencia, según la descripción de un fundacional del LLA. Otra versión del mapa introduce matices: desplaza a Posse a un rango similar a la de Francos y ubica en la tríada principal a Santiago Caputo, el estratego comunicacional, el Marcos Peña de Milei. Por la cercanía y el tipo de vínculo, un dirigente libertario hace otra analogía histórica y lo compara con Antonito de la Rúa. El fallecido presidente de la Alianza tuvo, como Milei a Karina, a un hermano en la secretaria General de la presidencia.

Lejos de la cima aparece Victoria Villarruel. La vice participa de las reuniones de gabinete, cada mañana a las 8.30 en el salón Eva Perón, mientras espera que Karina Milei le otorgue una oficina en la Casa Rosada. En el mundo libertario, un espacio todavía silvestre, circula la versión de que el presidente está molesto con la vice y que prefiere que nadie hable con ella, casi como si fuese una traidora. El deja vu de las malquerencias en las fórmulas presidenciales. Pero Villarruel, que digirió mal las intervenciones de Karina, no recula: su última movida fue armar comisiones del Senado a partir de la mega mayoría y redujo la intervención del PJ. La vice quiere mostrar celeridad y pragmatismo: reunir a las comisiones esta semana y aprobar, el 11 de enero, el proyecto de Boleta Única Papel.

Milei, por instinto o dogmatismo, se muestra convencido del camino que tomó. Las encuestas, con matices, muestran que entre sus votantes y los de JxC el gobierno sostiene altos niveles de apoyo mientras que entre los de UxP el rechazo es muy sólido. Según Zuban-Córdoba, Milei registra una caída histórica. Un reciente sondeo de Aresco muestra que el respaldo al presidente se sostiene en los niveles del voto del balotaje pero que sectores que no lo votaron pero mantenían una actitud expectantes, de “darle tiempo”, migraron velozmente al rechazo. Federico Aurelio detectó otro factor sugerente: luego de décadas de recetas fallidas, hay un premio a que Milei proponga una solución aunque no tengan en claro si servirá o cuánto daño/beneficio significará para ellos. Aurelio repite, hace tiempo, el dilema del gap del sacrificio: la distancia entre el tiempo que necesitan las reformas para producir -eventuales- mejoras y el tiempo que cada uno está dispuesto a aguantar los efectos de esas reformas.

Un estudio reservado de Marketing & Estadística, que circuló entre dirigentes del PRO vinculado a Bullrich, salió a buscar esa respuesta en uno de los dos segmentos que se presumen centrales para definir la suerte futura de Milei: inflación y seguridad. Sobre la inflación, refleja que un tercio -casi el votante duro de Milei- está dispuesto, por lo menos en la teoría, a esperar entre 12 y 24 meses. Un estudio de la consultora Proyección refleja, en paralelo, que en diciembre ya empezó la restricción personal o familiar en el consumo: el 50% bajó el consulto o migró a segundas marcas, y más del 40% dio de baja alguna plataforma.

Ella

En medio de las internas, Villarruel muestra mejor imagen positiva que Milei -según coinciden encuestas de distinto origen- y sobre su figura no hay neutralidad, sino que todo es polarización. La vice puede ofrendar la primera victoria legislativa en un desconcierto en el que Milei no colabora. El viernes fusiló a los legisladores del PRO que apoyaron el aumento impositivo de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. “¿Le sale a pegar al PRO, el único partido que lo banca en el Congreso nacional?”, se preguntó un dirigente. Milei escarbó en la interna macrista porque los bonaerenses que responden a Patricia Bullrich votaron en contra, mientras los demás apoyaron.

Tuvo un comportamiento igual de incomprensible cuando, en TV, dijo que los legisladores pedían coimas para aprobar el DNU. Leído de manera literal habilitó la tesis de que los diputados y senadores que voten a favor del DNU habrán recibido alguna coima para hacerlo. Milei corre los límites y se mueve con un formato no convencional, mientras reparte dones y castigos. La racionalidad que expresa Francos, a quien se atribuye la virtud de ser una polea de trasmisión que puede hablar con todos los actores, choca con críticas internas, una de ellas sobre el acuerdo con Juan Schiaretti, cuya esposa, Alejandra Vigo, deslizó el rechazo al DNU.

Hay una lectura interesante, en diagonal, respecto a las presencias cordobesas en el gabinete de LLA: que el hilo en común, más que Schiaretti, es Domingo Cavallo porque tanto Osvaldo Giordano, que fue a la ANSeS, como Daniel Tillard, que llega con el mandato de privatizar el Banco Nación, tiene terminales preexistentes a Schiaretti en Cavallo, núcleo del que proviene Francos, el operador de buena parte de esos desembarcos. La doble o triple nacionalidad de dirigentes y funcionarios es una usina de especulaciones.

Debut real

La primera quincena de enero puede funcionar como el verdadero debut de Milei, cuando empiece la discusión legislativa y se pueda determinar hasta qué punto se chocará con rechazos o parálisis en el Congreso. Cerca de Federico Sturzenegger, que montó un equipo de 120 personas para analizar leyes y redactar lo que se volcó, luego, en el DNU 70 y el mega proyecto -que podría dar lugar a una segunda tanda de iniciativas-, deslizan que lo estructural y esencial está más en el DNU que en la ley ómnibus, sobre todo en lo referido a reducir el déficit del Estado. Un tema central son las privatizaciones que, en una lógica que algunos interpretan como una concesión a la oposición blanda, que está presente también en el mega proyecto. Nicolás Massot, luego de aclarar que está a favor de privatizar, dio un argumento instrumental: privatizar con el soporte jurídico de un DNU haría que los oferentes bajen el precio. Algo así como comprar un auto flojo de papeles.

Lo que ocurra en enero, en el ring político y en el clima social, será determinante para la velocidad con la que intervenga la Corte Suprema que, en un mensaje de lecturas cruzadas, avisó que luego de la feria se abocará a analizar el DNU. En el peronismo afirman que es tarde, que la Corte le hace un favor a Milei, pero no es tan lineal. “¿Estuvieron un año con un juicio contra la Corte y ahora le piden que los salve? Que primero actúe la política...”, dice un dirigente que conoce la lógica de la mayoría cortesana que comparten Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda.

La Corte construyó un diálogo amabilísimo con Mariano Cúneo Libarona, el ministro de Justicia, que se atribuye haber sido el garante de que en todo el paquete normativo libertario no haya una sola línea que involucre a la Justicia. El asunto es interesante porque en el escrito original de Sturzenegger, se afirma, había algunos capítulos sobre el funcionario judicial. El texto se mixturó con lo que elaboró un equipo comandado por el luego secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. En algún punto de ese derrotero, se cayeron reformas que Sturzenegger reclama y que, dicen en LLA, fueron motivo de queja de Mauricio Macri quien ya había intervenido para que Bullrich, siendo candidata, saque de su equipo al economista que participó del megacanje de Fernando de la Rúa y luego del staff económico de Macri.

La Corte entró en receso, con Rosatti en guardia, sin precisiones sobre dos asuntos no determinantes pero de alguna relevancia. Quién será el delegado del PEN en el Consejo de la Magistratura que preside Rosatti y si la motosierra libertaria será implacable con el presupuesto de la Justicia. La indicación oficiosa es que cada área debe “sincerar” la necesidad de personal, lo que derivó en que los contratos -que representan el 40% de la masa laboral- que antes se hacían por seis meses o un año ahora estarán en revisión y serán por tres meses. El 96% del presupuesto es para el pago de salarios. En tanto, los de planta permanente podrían ser reubicado porque hay áreas donde, se afirma, falta personal.

Cúneo había prometido que el delegado del PEN en el Consejo, donde los gremios alerta sobre recortes, sería Marcelo Gallo Tagle, un hombre del sistema judicial, lo que se leyó como un gesto de Milei. Eso se descartó luego y hasta hace unos días se especuló con que Diego Guerendiain, jefe de Gabinete de Cúneo, iría a ese lugar. Pero se va diciembre sin certezas y sería una extravagancia que la Corte interrumpa la feria para tomarle juramente al enviado del PEN. Quizá las omisiones y la incertidumbre intervino para que los supremos avisen, con tiempo, que en febrero se pondrán a analizar la constitucionalidad del DNU. Un detalle que pasa desapercibido en el vuelo rasante: si el Congreso anula el DNU, los efectos durante el tiempo que estuvo vigente son válidos, pero la eventual declaración de inconstitucionalidad hace que todo lo reglado por el decreto se vuelva inconstitucional.

Deadline

El plazo posferia es un deadline futuro, similar a la que algunos en el PJ le atribuyen a la CGT por convocar un paro con casi un mes de antelación. La novedad, sin embargo, está en otro lado: la central obrera logró, en poco tiempo, unificar sin grandes heridas las diferencias internas y fijó un plan de acción que tiene como primera escala grande el 24 de enero. Se especula que los plazos son para negociar y esa es una posibilidad y una herramienta válida. En la cumbre cegestista del jueves hubo quejas, teledirigidas pero innominadas, contra Cristina y Máximo Kirchner por el escaso protagonismo de ellos, y de La Cámpora, en las protestas.

La CGT se enfrenta al dilema de saber si un paro puede, o no, producir un efecto político. En Casa Rosada, envalentonados, dice que tener como antagonistas al sindicalismo es casi un negocio político y mediático. Se verá. Pero la CGT parece mirar otro juego. Un dato de la UOM reflejó que en el cordón industrial de Rosario, el 67% de los trabajadores votaron a Milei en el balotaje. Se suele caer en un error cuando se mira el comportamiento de los gremios (en cuyo ADN -incluso de los más combativos- está la negociación) que consiste en creer que la CGT debe expresar a la política en general. Lo dijo, cuando estaba en el pico de su poder, Hugo Moyano: le dijeron que la gente cuestionaba las protestas de Camioneros porque complicaba el tránsito y el jerarca respondió que comprendía pero que él peleaba por los derechos de los camioneros, que eran sus representados, y los que lo elegían masivamente como jefe del gremio. Lo mismo puede valer quizá para la CGT, que se mostró más activa y osada que el propio peronismo. En los ámbitos partidarios más intensos, el PJ nacional y el bonaerense lucen acéfalos.

El ruido por el anuncio del mega proyecto, que coincidió con la movilización de la CGT a Tribunales, no permitió dimensionar un hecho que fue relevante: la reunión, el miércoles, de gobernadores, diputados y senadores de UxP. La convocatoria surgió de diputados peronistas y sumó músculo con las horas. Kicillof emerge como vocero pero los gobernadores, cada uno en su territorio, activa. Se atribuye al gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, ser partidario de una postura extrema: que el ajuste haga estragos y recién entonces haga una reacción de panperonismo. La inacción de actores como La Cámpora es analizado en la misma clave aunque otra mirada es más amable. “Cristina no tiene que aparecer, porque si lo hace va a complicar la posibilidad de cualquier tipo de acuerdo con otros espacios opositores para frenar las leyes de Milei”, apunta un legislador.

Como se contó en elDiarioAR hace varios domingos, el peronismo se enfrenta a un escenario impensado: que LLA construya megamayorías que hagan que su negativa se vuelva meramente testimonial y, como ocurrió con Villarruel en el Senado, pierda el poder de bloqueo. Pero es en el Congreso donde el peronismo puede ejercer algún tipo de influencia. Ahí aparece la duda sobre la acción callejera, que la CGT resolvió rápido aunque pueda, eventualmente, tener abierta una puerta para negociar.

PI/DTC

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