Silvia Lospennato, la última soldada macrista

“Silvia, quiero que seas vos”. Silvia Lospennato se quedó en silencio. Enfrente estaba Mauricio Macri, faltaban solo un par de días para el cierre de listas en la elección porteña y el PRO, que se jugaba su supervivencia política en los comicios, no tenía quien encabezara. Hasta María Eugenia Vidal se había negado, conciente de que era una pelea casi imposible. Lospennato, una diputada nacional con vasta experiencia parlamentaria pero con elevados niveles de desconocimiento, se tomó un día para pensarlo. Y, finalmente, aceptó. Con una condición: “Mauricio, solo te pido que me acompañes, que hagas campaña conmigo. No me dejes sola”, le rogó.
Lospennato fue la elegida para ponerle la cara a la elección más difícil del PRO. Politóloga, secretaria parlamentaria del bloque en Diputados durante muchos años, espada técnica y, además, bonaerense, Silvia no había sido, sin embargo, la primera opción de Macri. El expresidente quería una mujer para encabezar la resistencia amarilla frente a la ola violeta, que amenazaba con quitarle al macrismo el control de su patria madre: la Ciudad de Buenos Aires. Pero Vidal, hasta entonces la primera opción, se negó.
Vidal ya había aceptado, por orden de Macri, ir de la vicejefatura de Gobierno porteño a la Provincia de Buenos Aires. Había declinado sus aspiraciones presidenciales, y había pasado de ser la primera gobernadora de la historia de PBA a ser la primera gobernadora de la historia en no lograr reelegir. No quería, ahora, ser el fusible de una campaña que, cómo máxima general, apostaba a “sobrevivir”.
Lospennato, en cambio, sí aceptó.

Un cuadro de Mauricio en la pared
“Yo soy del PRO, nací con el PRO, aprendí del PRO. Le debo mi carrera política al PRO”, repite Lospennato en la intimidad, como si fuera un mantra. Para la diputada, sin embargo, no fue fácil tomar la decisión de encabezar la lista porteña. Significaba “bajar” del Congreso de la Nación, en donde cumplía un rol clave, para convertirse en una legisladora porteña más que debería dedicarle su tiempo a defender la vapuleada gestión de Jorge Macri, a quien desprecia. Significaba, además, echarse al hombro una elección que parecía perdida solo para evitar que Karina Milei pudiera hacer pie en CABA.
Pero cuando Macri se lo pidió, ella aceptó. Por un lado, Lospennato fantasea con que la crisis de identidad del PRO represente, a mediano plazo, una oportunidad política. Sabe que, si Jorge hubiera logrado cerrar un acuerdo con Karina en CABA, los dirigentes del partido se estarían matando para encabezar la lista. Ahora, sin embargo, la mayoría se está tropezando para pasarse a las fuerzas del cielo. Y, frente a la diáspora, ella tiene la oportunidad, pese a no ser miembro fundadora del partido, de ser el estandarte de una nueva generación PRO.
El verdadero motivo, sin embargo, es otro. Y es que Lospennato, antes que nada, es una soldada del PRO.

La diputada ingresó al partido de la mano de Emilio Monzó, su padre político, en 2009. Venía de trabajar como subsecretaria de Promoción de Inversiones en el gobierno de Daniel Scioli y, luego del conflicto del campo, pasó a integrar el equipo de Monzó que desembarcó en el gobierno porteño. Allí fue cuando conoció a Macri y se convirtió, para siempre, en una leal macrista. Quizá una de las últimas.
Cuando Monzó se peleó con Macri en 2019 y abandonó el espacio, la ex monzoísta se quedó en el PRO. Cuando Horacio Rodríguez Larreta, por quien hizo campaña feroz en la interna con Patricia Bullrich, se peleó con Macri en 2023 y abandonó el espacio para crear el MAD, la exlarretista se quedó en el PRO. Cuando exlarretistas, como Diego Santilli, o exvidalistas, como Cristian Ritondo, se pusieron a preparar la fusión con La Libertad Avanza, la macrista, siempre macrista, se quedó en el PRO.
Tiene, como ironizan en su entorno, “un cuadro de Macri” en la pared.
La espada reglamentaria de Milei en el Congreso
Fue Macri quien le pidió que ayudara a Javier Milei apenas asumió. LLA acaba de llegar al poder, tenía una cuarentena de diputados, siete senadores, y casi ninguno había pisado el Congreso en su vida. Muchísimo menos podían saber lo que era un dictamen o cual era la mayoría necesaria para aprobar un tratamiento sobre tablas. Lospennato, que venía de integrar “Las sororas” -que es como se conocía al grupo de legisladoras feministas que impulsaron la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo-, recogió el guante y se convirtió en la asesora legislativa del gobierno libertario.
Mucho antes de convertirse en el rostro de la resistencia amarilla, Lospennato fue una defensora a ultranza del proyecto económico de Milei en el Congreso. “Silvia pasó de ser la primera libertaria a la candidata a enfrentar a LLA. Es una mercenaria”, cuestiona, con bronca, una ex dirigenta del PRO con la que Lospennato compartió casi 10 años de trabajo.

Lospennato fue la arquitecta del tratamiento legislativo de la Ley Bases. Cuando la ley refundacional de Milei -que delegó facultades extraordinarias, habilitó la privatización de empresas públicas y estableció un régimen de inversiones con beneficios millonarios para las multinacionales- se cayó en febrero, fue Lospennato la que recomendó devolver el proyecto a comisión. Y, cuando hubo que debatirlo de nuevo, fue Lospennato quien diseñó el andamiaje parlamentario que evitase una nueva derrota.
Oradora enérgica y voraz, además de estudiosa del reglamento, Lospennato dio uno de los discursos más encendidos del debate. “Señores integrantes del club del helicóptero, fracasaron otra vez porque hoy habrá ley”, bramó, apuntando contra la bancada peronista. No tomó la palabra, en cambio, cuando tuvo que defender los vetos de Milei al aumento de las jubilaciones y al incremento del presupuesto universitario: en ambas ocasiones, Lospennato votó a favor, con el resto del oficialismo.
Lospennato optó por bajar el perfil, a su vez, luego de cada diatriba antifeminista y homofóbica del Presidente. El discurso de Milei en Davos, en donde dijo que la “ideología de género” constituye “abuso sexual infantil”, fue un punto de quiebre. Muchas de sus compañeras de bancada salieron a cuestionarla por no decir nada, y Lospennato tuvo que sacar un tuit diciendo que seguiría “apoyando el programa económico del Presidente” pero que también seguiría defendiendo “el respeto irrestricto al proyecto de vida de cada persona”.
“Te pegan más las que vos decís representar”, la chicaneó Macri, en una reunión del partido. Lospennato no respondió, molesta.
La abanderada de la Ficha Limpia
“Presidente Milei, yo confié en su palabra. Cuando me pidió hace un mes postergar la sesión especial porque faltaban votos yo confié en usted. Pero después de anoche perdí toda la confianza que le tenía. Usted, a mi, me defraudó”. Lospennato mira, seria e iracunda, la cámara ubicada en la sede del PRO en la calle Balcarce mientras da la conferencia de prensa. No lo dice abiertamente, pero acusa al Gobierno de haber boicoteado la sanción de la Ficha Limpia, que el Senado había rechazado la noche anterior, luego de que dos misioneros que responden a Carlos Rovira, oficialista de todos los oficialismos, votasen en contra.

El Gobierno, sin quererlo, le había dado a Lospennato una plataforma que ni el catalán Antoni Gutiérrez-Rubi, el asesor del PRO en la campaña porteña, hubiera podido soñar. Primero, había puesto en agenda el debate de una ley que la diputada viene impulsando desde 2016. El PRO, en efecto, no tardó en empapelar las paredes porteñas con la cara de Lospennato y el mensaje “Ficha Limpia en la Ciudad”.
Pero luego, el golpe de gracia. La Ficha Limpia se había caído como consecuencia de un supuesto pacto espurio de Milei con Rovira, y le había dado vía libre a Lospennato para sacar a relucir su marca registrada: el discurso honestista de lucha por la transparencia y la anticorrupción.
Lospennato sueña, ahora, con el batacazo, con dejar atrás el fantasma del tercer (o cuarto) lugar. Cuenta, para ello, con el apoyo de Macri, que cumplió con la promesa que le hizo y viene participando, desde hace semanas, de casi todas las recorridas y entrevistas de campaña. Lospennato confía en él, aún a pesar de él mismo. Y de su escepticismo.
Una última escena, luego del raid mediático por Ficha Limpia: Macri y Lospennato se sientan en LN+, donde juegan de locales, y luego de despotricar contra la impunidad de quienes podrán ser candidatos debido a la caída de la ley, el ex presidente desliza: “Lamentablemente con esta división tiene más para ganar Santoro que nosotros”. La sonrisa de Silvia, su candidata y última leal, se congela. La entrevista ya llegó a su fin, y ella solo atina a agregar: “Yo voy a decir que me tengo fe”. Macri solo la mira.
MC/DTC
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