Susurro federal: los gobernadores se pliegan a Milei y la oposición junta quorum con ayuda de los heridos del cierre de listas

Los misioneros que responden a Carlos Rovira abandonaban el Congreso cuando comenzó a sonar la chicharra de inicio de sesión al mediodía. El Gobierno había hecho los deberes y, finalmente, ofreció lo que los mandatarios venían reclamando hace meses: recursos. Con un solo llamado, Casa Rosada había logrado ordenar la rebelión de las provincias y había evitado que los mandatarios se plegasen a la estrategia opositora: hasta los gobernadores que habían lanzado el frente “Grito federal” se plegaron. Solo Martín Llaryora ayudaría con el quórum.
“Llamaron a todos los gobernadores. Ojalá haya quorum igual”, deslizó un diputado de una provincia norteña mientras esperaba fuera del recinto. El salteño Gustavo Sáenz, el misionero Carlos Rovira, el rionegrino Alberto Weretilneck, el santacruceño Claudio Vidal, el chubutense Ignacio Torres, el santafesino Maximiliano Pullaro: todos, incluso el tucumano Osvaldo Jaldo -que venía jugando a diferenciarse de La Libertad Avanza y de decir que si Javier Milei viajaba a Tucumán tenía “lista la tijera para cortarle la peluca”-, habían recibido el llamado de Casa Rosada y habían decidido bajar a sus diputados.

La nueva esperanza de la oposición, la flamante marca electoral de centro llamada “Grito federal”, también optó por alinearse detrás del Gobierno. Torres había comprometido un diputado, pero finalmente no mandó a ninguno. Pullaro igual, pero Melina Giorgi llegó apenas unos minutos después (aunque ella sostiene que iba a dar quórum). Solo Llaryora -además de los gobernadores peronistas, incluso los de Santiago del Estero y Catamarca- terminaría jugando a pleno a favor de la oposición, colaborando con cuatro cordobeses que, escoltados por el pichettista Oscar Agost Carreño, llegaron al principio de la sesión.
El Gobierno quería evitar un nuevo triunfo opositor. La oposición había convocado una sesión extensísima, que se estima que durará más de 13 horas, que incluía varios temas delicados para el Ejecutivo. Por un lado, el ariete social: la emergencia en el Hospital Garrahan y la actualización del presupuesto universitario. Dos temas delicados que, de convertirse en ley, tendrán que ser vetados por Milei en plena campaña electoral.

Por el otro, la comisión $LIBRA: la oposición pretende volver a insistir para reactivar la comisión investigadora del criptogate, empantanada por Martín Menem apenas se constituyó. El oficialismo, con ayuda del PRO, sostiene que ya venció el plazo de tres meses de funcionamiento de la comisión y que, por lo tanto, debe cerrar. La oposición, en cambio, quiere evitar que el boicot digitado por el riojano termine hundiendo la comisión que tanto le costó crear: buscarán modificar el proyecto de modo de que las autoridades queden en manos de la oposición y pueda ponerse, finalmente, en funcionamiento.
Se iba a tratar, además, el veto a la emergencia de Bahía Blanca, pero finalmente se terminó removiendo del temario. Fue un pedido de la bahiense Karina Benfi, que denunciaba que no estaban los dos tercios para avanzar con el rechazo y pidió patear la discusión para más adelante. A cambio, la radical deloredista daría quórum.

Otro de los grandes temores del Gobierno era, a su vez, el emplazamiento de las comisiones para tratar los proyectos de los gobernadores destinados a fondear las cuentas públicas. Con el objetivo de desactivar la maniobra -que, de llevarse a cabo, podría fácilmente hacerse de los dos tercios del recinto-, el oficialismo dio un manotazo de ahogado: convocó, por su parte, las dos comisiones para comenzar a debatir los temas.
La oposición, sin embargo, sospecha que Menem buscará dilatar el tema, así que se prepara para emplazar igual las comisiones. El objetivo es fijar una fecha para dictaminar y preparar el terreno, así, para sesionar en un par de semanas.
Una ambulancia para los heridos
Ante el faltazo de los gobernadores, la oposición logró engrosar el quórum con la ayuda de las víctimas de la motosierra electoral de Karina Milei. La sesión había sido convocada 24 horas antes del cierre de las alianzas nacionales con ese objetivo: aprovechar políticamente el tendal de heridos que, esperaban, dejase la lógica de armados electorales del karinismo en las provincias. Una diferenciación territorial que fracturó, con claridad meridiana, el bloque radical.
La UCR que preside Rodrigo de Loredo se partió al medio. Por un lado, los bonaerenses Banfi y Fabio Quetglas decidieron dar quórum, así como el jujeño “Colo” Rizzotti, la cordobesa Gabriela Brouwer y Martín Tetaz. La mayor sorpresa fue la presencia del tucumano Roberto Sánchez, quien no ha logrado cerrar una alianza con LLA en la provincia.

Lo mismo la santacruceña Roxana Reyes: una diputada 100% pintada de violeta que, sin embargo, no termina de sellar un acuerdo con el Gobierno. Reyes, incluso, fue negociando in situ en la previa de la sesión: llegó al principio, se sentó -nunca da quórum en las sesiones opositoras-, pero, a los minutos, se levantó y se fue del recinto. Un cierre de listas a más de 2000 kilómetros de distancia de la provincia ao vivo.
De Loredo, en cambio, buscó vaciar la sesión a pedido del Gobierno. El cordobés está negociando para encabezar la lista de LLA en la provincia, pero sus coterráneos deslizan que, cuando llegue el cierre de listas el 17 de agosto, deberá aceptar quedarse con el tercero.

Los mendocinos que responden a Alfredo Cornejo y los chaqueños que responden a Leandro Zdero, en cambio, pegaron el faltazo. También los amarillos que responden a Rogelio Frigerio. Es decir, todos gobernadores que ya cerraron alianzas electorales con LLA en sus provincias.
El PRO, a su vez, terminó terciando de manera unificada en favor del Gobierno. Mientras Mauricio Macri negocia para cerrar un acuerdo en CABA, los diputados amarillos hicieron lo posible para no contaminar las conversaciones. Hasta María Eugenia Vidal, la principal crítica interna al acuerdo, definió ausentarse.
MC
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