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El 2023 ya llegó

La tesis del asesor catalán del Gobierno que ilusiona a Javier Milei

Javier Milei. Su partido viene de ser la tercera fuerza política en la Ciudad de Buenos Aires.

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No es el único que pronostica una crisis en la polarización electoral. Al contrario, existe consenso entre consultores y analistas sobre esa tendencia. Tanto los pocos neutrales como los muchos interesados coinciden en ese punto: en el 2023, las dos coaliciones principales sumarían menos votos que en las elecciones anteriores. La curva ya viene en baja. En 2019, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio alcanzaron el 89 por ciento. En 2021 bajaron a 77 puntos. Y el catalán Antoni Gutiérrez Rubí, asesor de Sergio Massa y Cristina Kirchner, por estos días afirma que el año próximo se profundizará la caída. 

En conversaciones privadas con sus clientes, Gutiérrez Rubí asegura que la sumatoria de votos se ubicará cerca del 60%. El principal motivo del bajón es contante, sonante y resultadista. Se basa en las decepciones acumuladas por la gestión de Mauricio Macri y la de Alberto Fernández. Tal hipótesis le abriría una ventana de oportunidad a las terceras vías que, al momento, se mantienen como una quimera voluntariosa. Vetado en Juntos por el Cambio, Javier Milei se ilusiona con ese diagnóstico. 

“Si entro al balotaje, soy el próximo presidente de los argentinos. En un mano a mano les gano a todos”, especula el diputado libertario. El economista fue nuevamente el centro de gravedad de la política en la última semana. El sábado pasado, dio otra muestra de vitalidad callejera. Lo hizo en Mendoza capital, ante cientos de adolescentes y veinteañeros. El diputado de Libertad Avanza dio una clase pública en favor de la dolarización. Durante su gira mendocina coqueteó con el diputado macrista Omar De Marchi y con el histórico Partido Demócrata mendocino.

El miércoles pasado, la jefatura de Juntos por el Cambio se enfrentaba a un dilema: bochar anticipadamente a Milei o abrazar el siga siga, dejando en el aire la posibilidad de una confluencia con el grupo libertario. Ambas opciones encerraban sus riesgos. Y a su vez abrirían un escenario de ganadores y perdedores. El costo de clausurar el flirteo ideológico con los libertarios, torciendo el brazo del mauricismo-bullrichista, era reconocer que el crecimiento de la figura de Milei representa un problema para el frente opositor. Elisa Carrió y Gerardo Morales estaban dispuestos a pagar ese precio, y así lo hicieron. 

“No me parece que el ‘no’ sea una buena estrategia para JxC. Milei nunca pidió entrar a Juntos por el Cambio ni ser parte, así que estamos discutiendo algo abstracto y no me parece que sea razonable discutirlo de esa manera”, se quejó Patricia Bullrich el día siguiente.

El pataleo de la presidenta del PRO alimenta una fantasía que crece en la mente de Milei. La de partir Juntos por el Cambio y aliarse con la tribu de los halcones. Esa maniobra, todavía lejana e hipotética, podría astillar aún más el menú electoral. En concreto, le daría sustento a la tesis del catalán Gutiérrez Rubí.

En su último artículo publicado en el diario catalán La Vanguardia, Rubí pareció referirse a los fenómenos parecidos a Milei que brotan por todas partes del mundo. “Los electores están, creo, hartos de la perfección hueca, de la máscara que oculta, del exceso de producción. Más que nunca, avanzan los auténticos, con sus defectos y virtudes, pero que no engañan”, reflexionó el asesor massista.

Si bien Mauricio Macri también rechazaba el veto anticipado a Milei, el expresidente presume de contar con el antídoto para vaciar al diputado libertario. Cerca del ingeniero de la UCA realizan un análisis optimista. Aseguran que en un hipotético balotaje entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio los votos de Milei, sean los que sean, se trasladarían en bloque hacia el aspirante cambiemita. En el PRO recuerdan otro dato para pinchar las ilusiones de Milei: se necesita una estructura de al menos 110 mil fiscales para controlar una elección presidencial.

En el larretismo la fórmula para desinflarlo es dedicarle toda la indiferencia que sea posible. “Hay que dejar de hablar de él porque lo seguimos inflando. Ya el kirchnerismo va a alimentarlo para que nos robe caudal, sobre todo en las provincias. El fenómeno existe, lo notamos en las recorridas. Pero es un personaje inestable que no creo que sea sustentable en el tiempo”, se ilusiona un funcionario porteño que acompañó a Horacio Rodríguez Larreta en una reciente gira por La Pampa.

“La aparición de una opción no residual por derecha en el escenario electoral transforma a Juntos por el Cambio en una opción de centro, en términos referenciales de la mecánica de competencia. Eso podría afectar la tendencia a la polarización que venimos viendo en elecciones pasadas”, opina el politólogo Lucas Romero, director Synopsis Consultores.

El analista Raúl Aragón coincide. “No es un fenómeno inflado. Lo pongas en el escenario en que lo pongas, tiene entre 17 y 20 puntos. ¿Y si llega a 25? Crece porque la calificación de los políticos tradicionales es desastrosa”, apunta Aragón ante elDiarioAr

El estratega Eduardo Luis D'Alessio afirma que “Milei se puede transformar en una tercera fuerza, favoreciendo al peronismo”. El gurú Jaime Durán Barba apuesta que “es perfectamente posible que Milei llegue al balotaje el año próximo”.

“Veo un escenario similar al de 2015, con bajo nivel de polarización y presencia de terceras fuerzas”, arriesga Hugo Haime ante este diario. En 2015 el candidato que ocupó el tercer puesto fue Sergio Massa con 21 puntos. Se trató de la última votación que presentó una tercera fuerza competitiva. Otro antecedente con puntos de contacto, aunque menos esperanzador para Milei, es el de 1999. En aquella presidencial ganó la Alianza encabezada por el radical Fernando de la Rúa. Sacó 48 puntos. Le siguió Eduardo Duhalde con 38, y tercero quedó el economista más admirado por Milei. ¿Quién? Domingo Felipe Cavallo, con apenas 10 puntos.   

AF

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