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Astrofísica

Una anomalía interna explica la misteriosa diferencia entre las dos caras de la Luna

Las dos caras de la Luna, visible (izquierda) y oculta (derecha).

Antonio Martínez Ron

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La Luna está acoplada a la Tierra de tal modo que una de sus caras mira siempre hacia nosotros y la otra permanece oculta. Esta misteriosa región lunar estuvo fuera de nuestro alcance hasta que la sonda soviética Luna 3 la fotografió por primera vez en octubre de 1959. Y, a medida que se fueron examinando los detalles, saltó la sorpresa.

La cara oculta de la Luna (que no oscura, como se dice a veces por error) no solo tiene un aspecto mucho más accidentado, sino que presenta diferencias notables en el vulcanismo y el espesor de la corteza. La cara más lejana de nuestro satélite carece de grandes planicies basálticas como los famosos ‘mares’ que vemos en el lado visible, que es oscuro y está dominado por lava. La actividad volcánica en este lugar es visiblemente menor.

Un equipo de investigadores de la NASA, encabezado por Ryan Park, analizó los datos obtenidos por la misión GRAIL para cartografiar la respuesta gravitacional de la Luna a su órbita alrededor de la Tierra, y revela información sobre su estructura interna que ayuda a explicar este misterio. Los resultados, publicados este miércoles en la revista Nature, indican que la clave podría estar en la composición del manto

Diferencias en el manto

Los autores del estudio hallaron una diferencia del 2 al 3 % en la capacidad de deformación del manto lunar entre la cara visible y la cara oculta. Park y sus colegas modelaron posteriormente la estructura lunar y determinaron que estas cifras se pueden explicar por una diferencia de temperatura del manto de 100 a 200 kelvin entre ambos hemisferios, donde el manto de la cara visible es más cálido que el de la cara oculta. 

“Nuestro estudio muestra que el interior de la Luna no es uniforme: la cara que mira hacia la Tierra es más cálida y geológicamente más activa en profundidad que la cara oculta”, explica Park. “Esta diferencia está relacionada con la historia volcánica de la Luna y explica por qué ambas caras se ven tan diferentes”.

Park y su equipo plantean la hipótesis de que esta diferencia térmica podría deberse a la desintegración radiactiva del torio y el titanio en la cara visible de la Luna, que podría ser un remanente de la actividad volcánica que formó la superficie hace entre 3.000 a 4.000 millones de años.  

Esta vasta fuente de magma podría haber contribuido a las grandes diferencias hemisféricas en la distribución de las regiones basálticas que observamos actualmente

Ryan Park Investigador de la NASA y autor principal del artículo

“Centrándose en el torio, Lunar Prospector descubrió que la superficie de la cara visible presenta una abundancia de este elemento hasta diez veces mayor que la de la cara oculta”, explica el autor principal del estudio. Estas diferencias de abundancia pueden fácilmente generar diferencias de temperatura de hasta varios cientos de grados Celsius en todo el manto de la cara visible durante la historia temprana de la Luna. “Esta vasta fuente de magma podría haber contribuido a las grandes diferencias hemisféricas en la distribución de las regiones basálticas que observamos actualmente”, sentencia.

Las causas de la disonancia

“La pregunta de por qué la Luna tiene dos caras tan diferentes intrigó a los científicos desde los albores de la exploración espacial”, asegura Nahúm Méndez Chazarra, geólogo y divulgador que no participó en el estudio. “Por primera vez tenemos una prueba sólida que apunta al mecanismo fundamental causante de esta disonancia”. En su opinión, el resultado es muy relevante, ya que nos permite enlazar esta asimetría que se observa en el manto con la historia de la Luna y la formación en su juventud de los “mares”, pero también con la actualidad. “Esta anomalía podría explicar el por qué ocurren terremotos a gran profundidad en la Luna, una cuestión que todavía no está resuelta”, apunta.

Esta anomalía podría explicar el por qué ocurren terremotos a gran profundidad en la Luna, una cuestión que todavía no está resuelta

Nahúm Méndez Chazarra Geólogo y divulgador

Jesús Martínez Frías, experto del Instituto de Geociencias del CSIC y presidente de la Comisión de Geología Planetaria de la Sociedad Geológica de España, también considera que se trata de un estudio muy interesante y novedoso. “Los autores llevan a cabo una modelización matemático-conceptual, analizando la respuesta gravitacional de las interacciones mareales de la Luna con la Tierra y estableciendo un modelo de la estructura interna de nuestro satélite”, subraya. 

A través de estudios previos ya se conocían las asimetrías de las dos caras de la luna, comenta Martínez Frías, pero este artículo aporta novedades significativas, no solo en cuanto a la metodología utilizada, muy precisa y rigurosa, sino en relación con el novedoso modelo conceptual obtenido, que seguramente marcará las líneas de futuros estudios. “Eso sí, han aportado una pieza más del puzzle, pero se necesitan muchos más datos experimentales”, advierte. “Como explicar apropiadamente el gigantesco impacto de la cuenca del polo sur de Aitken y las heterogeneidades internas y la gigantesca masa metálica que las propias GRAIL ya identificaron”.

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