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El aspartamo podría clasificarse como posible carcinógeno: ¿qué riesgo implica?

Diferentes tipos de azúcar

Esther Samper

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El jueves 29 de junio se filtraba la noticia de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) podría incluir al aspartamo como posible carcinógeno para humanos durante este mes de julio. La agencia Reuters, que ha publicado la exclusiva, afirma que la información procede de dos fuentes que conocen el proceso de evaluación de esta molécula. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) es el organismo de la OMS encargado de evaluar periódicamente el potencial carcinógeno de diversas moléculas según la evidencia científica más actual y la que habría tomado la decisión de etiquetar al aspartamo como posible carcinógeno tras el análisis de 1.300 estudios. 

El 14 de julio se harán públicos dos informes sobre el aspartamo por parte de dos instituciones sanitarias diferentes: uno de la IARC sobre los resultados de la evaluación como potencial carcinógeno y otro documento del Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) que revisará las actuales recomendaciones de su consumo diario. Las Agencias y Autoridades de Seguridad Alimentaria aconsejarán, en base a los datos anteriores, qué medidas se deberán tomar con respecto al aspartamo.

Esta reciente información supone un nuevo varapalo a los edulcorantes, que durante mucho tiempo se han percibido como inocuos o como una alternativa más sana al azúcar en los alimentos. Su principal atractivo es su capacidad para dar un sabor dulce sin aportar calorías o aportando una cantidad mínima, lo que llevó a pensar que eran una opción dentro de una dieta saludable. Sin embargo, la propia OMS ya advirtió en mayo que los edulcorantes no ayudan a perder peso y su consumo mantenido en el tiempo se asocia con efectos negativos para la salud como un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad en adultos.

¿Dónde se encuentra el aspartamo?

El aspartamo es uno de los edulcorantes más usados en el mundo y posee un gran poder endulzante: aproximadamente 200 veces superior al del azúcar. Es el resultado de la combinación de dos aminoácidos, ácido aspártico y fenilalanina. Esta molécula se autorizó en Europa como aditivo alimentario en los años 80 tras el examen de múltiples estudios en animales y clínicos que evaluaron su seguridad. Se encuentra, en pequeñas concentraciones, en una amplia variedad de alimentos y bebidas como refrescos light (Coca Cola Zero y Light, Fanta, Sprite...), chicles, edulcorantes de mesa, gelatinas, algunos medicamentos, salsas, cereales, kétchup y diferentes lácteos, postres y dulces. Su presencia debe estar presente en el etiquetado del producto como “aspartamo” o como “E-951”.

¿Qué supone que sea “posible carcinógeno”?

La IARC solo se encarga de valorar si una determinada sustancia podría o no provocar cáncer a las personas, pero no evalúa a partir de qué cantidad su consumo o exposición podría ser un peligro ni tampoco el grado de riesgo que supone a la hora de provocar cáncer. Por ejemplo, esta agencia incluye en el grupo de cancerígenos elementos que ofrecen un riesgo tan dispar de provocar neoplasias como el jamón, el tabaco y las radiaciones ionizantes. 

LA IARC define cuatro grupos según la certeza científica sobre que un determinado agente provoque cáncer: el grupo 1 de carcinógenos para humanos, el grupo 2A de probables carcinógenos, el grupo 2B de posibles carcinógenos y el grupo 3 de agentes no clasificables en cuanto a su carcinogenicidad. El aspartamo, por tanto, se encontraría en el grupo 2B, donde también se encuentran el plomo, los anticonceptivos de progesterona, la gasolina o la exposición ocupacional a la pintura.

El hecho de que se incluya al aspartamo como “posible carcinógeno” significa que hay diversas evidencias científicas que sugieren que esta molécula podría causar cáncer a los humanos, pero todavía no es seguro ni tampoco probable. Por lo general, si la capacidad para causar cáncer de una molécula es reducida o nula suele ser complicado distinguir su efecto a partir de estudios epidemiológicos o clínicos. Se trata de un problema frecuente en el ámbito alimentario: que exista una asociación positiva entre la exposición a un determinado agente en una población y el incremento del riesgo de aparición de cáncer no implica necesariamente una relación de causa y efecto, ya que otros factores podrían estar implicados.

El diferente dictamen de la EFSA

Otra institución sanitaria que ha evaluado el perfil de seguridad del aspartamo es la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). A diferencia de la IARC, la EFSA sí evalúa la seguridad de ciertas moléculas considerando la ingesta diaria admisible (IDA): una estimación de la cantidad de una sustancia presente en los alimentos que puede consumirse diariamente durante toda la vida sin que se aprecie un riesgo para la salud.

La EFSA y otras instituciones científicas han evaluado en varias ocasiones el potencial carcinogénico del aspartamo a lo largo de las décadas. En 2006, por ejemplo, dicha agencia volvía a incidir en la seguridad de la molécula con una IDA de 40 miligramos por kilogramo de peso corporal al día. La exposición de los consumidores al aspartamo está muy por debajo de este valor. En 2013 la EFSA publicó su primera evaluación completa del riesgo sobre el aspartamo en el que concluye que este y sus productos de degradación son seguros para la población general (incluidos los lactantes, los niños y las mujeres embarazadas). Los nuevos datos que se aporten el próximo 14 de julio podrían motivar a la EFSA a realizar una nueva evaluación o declaración científica sobre dicha molécula.

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