Alejandra “Locomotora” Oliveras, la multicampeona mundial de boxeo femenino fallecida este lunes a los 47 años, no llegó al deporte por gloria o por tradición familiar. Su historia, marcada por la pobreza, la violencia y la exclusión, la empujó a los guantes como una herramienta de defensa, de empoderamiento y, sobre todo, de supervivencia.
“El boxeo lo elegí porque no tenía otra, no tenía ni para comer”, dijo alguna vez sin vueltas, con la crudeza de quien convirtió el dolor en coraje.
Crecida en condiciones de extrema vulnerabilidad, Oliveras fue víctima de violencia de género desde muy joven. En una de las situaciones más traumáticas de su vida, su entonces pareja llegó a herir a su hijo. Fue ese hecho el que la empujó a entrenarse para poder defenderse.
Así fue como, a los 14 años, comenzó a golpear bolsas, sin pensar que eso le abriría un camino profesional. El boxeo fue, en sus propias palabras, su segunda oportunidad: “Ahí volví a nacer”, recordaba.
Su debut, sin embargo, fue tan improvisado como revelador. A los 17 años, aceptó subirse a un ring en una pelea entre vecinas, convocada por un exboxeador que la escuchó contar su historia por radio.
MM con información de la agencia NA.