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La Justicia le concede un botón antipánico a la docente que fue amenazada tras un acto por Malvinas

El acto en Punta Indio por Malvinas desató polémicas y la decisión del juez federal Alejo Ramos Padilla.

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El juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla concedió “medidas de protección”, entre ellas un botón antipánico, para la docente de Punta Indio Soledad Reyes, amenazada en redes sociales a raíz de su postura sobre la guerra de Malvinas durante un acto escolar.

Reyes vinculó la guerra de Malvinas con la dictadura militar y cuestionó a los medios de comunicación que “convencieron a la sociedad de que estaba bien ir a la guerra”.

A raíz de sus expresiones, ex mandos militares que estuvieron en Malvinas se retiraron del acto y de inmediato comenzaron las hostilidades en redes sociales.

La Comisión Provincial por la Memoria, un organismo provincial defensor de los derechos humanos, presentó un habeas corpus a favor de Reyes, consignando algunas de las expresiones que aparecieron en las redes en su contra.

“Excremento de la comunidad”, “patética”, “descerebrada”, “lacra”, “hay muchos arroyos en Punta Indio para encausar a los desubicados”, “pronto…le va a llegar el castigo en la forma que debe ser”, “hay que subirla a un falcón verde” o “esto se resuelve con unas piñas”, fueron algunos de los posteos.

También consignaron pedidos para “que la echen”, “hay que expulsarla”, “hay que dejarla en la calle”.

“Este cúmulo de agresiones fue justificado y potenciado por el propio presidente de la Nación, Javier Milei, quien retuiteando lo sucedido durante el acto, apoyó las agresiones verbales: ‘Vinimos a despertar leones, nunca más callarse y dejarse pisotear’”, añadió el habeas corpus.

El juez Ramos Padilla dispuso una serie de medidas preventivas de la seguridad de Reyes, entre ellas la entrega del botón antipánico, que se efectivizó a través del Ministerio de las Mujeres de la provincia de Buenos Aires.

Así fue el discurso completo de la docente

Quisiera hoy compartir con ustedes algunas reflexiones sobre Malvinas que no pretenden ser una verdad revelada. Son reflexiones desde una perspectiva critica de la versión nacionalista de la historia sobre la Guerra de Malvinas. Un análisis que, como docente y profesora de historia no puedo dejar de traer para compartir con ustedes, entendiendo que desde las ciencias sociales no es posible realizar una única interpretación de los hechos, sino múltiples y variadas miradas respecto del pasado y el presente.

Con esta premisa como punto de partida traigo la primera reflexión con algunos interrogantes para compartir, y se refieren al contexto histórico en el que ocurrió la Guerra: ¿Por qué el gobierno argentino decidió iniciar un conflicto con Inglaterra por Malvinas en 1982, si las islas estaban bajo ocupación británica desde 1833? Es decir, en 1982 hacia 149 años que las Islas estaban ocupadas por los ingleses. ¿El conflicto por Malvinas estaba con antelación dentro de la agenda del gobierno de Galtieri? ¿Era parte de su plan de gobierno? ¿Estaba Argentina preparada para entrar en un conflicto bélico con una de las mayores potencias económicas y militares de fines del siglo XX? ¿Cuál fue entonces el motivo de la guerra? La historia ya ha dado múltiples y variadas respuestas a todas estas preguntas. Hoy sabemos que la Guerra de Malvinas pertenece a otro triste capitulo más de la dictadura cívico eclesiástica militar que gobernó en la argentina entre 1976 y 1983.

Las razones de la guerra de Malvinas se inscriben en un intento del gobierno militar de sostener su legitimidad luego de 5 años de represión, secuestros, desapariciones, exilios, censura, denuncias por parte de los organismos de DDHH internacionales, y un claro y rotundo fracaso del plan económico que se propusieron llevar adelante con una deuda exorbitante (la mas grande de la historia hasta ese momento), fabricas cerradas, desempleo, inflación, y lo que hoy ya conocemos bien sobre las recetas económicas neoliberales. El gobierno de Galtieri creó una gesta nacionalista y patriótica sobre la recuperación de las islas, una suerte de “argentinidad recargada” que prendió rápidamente en la mayoría de la sociedad argentina, y con un gran apoyo, claro está, de los medios de comunicación hegemónicos, que con sus tapas de diarios y mensajes radiales y televisivos convencieron a la sociedad que ir a la guerra estaba bien y era necesario. 74 días de guerra. 649 soldados, suboficiales y oficiales muertos.

35 años tuvieron que esperar los familiares de los caídos en Malvinas para tener una lápida con un nombre donde hacer un duelo. Luego de finalizada la guerra el gobierno militar nunca informó oficialmente a las familias de los caídos en Malvinas de las muertes, ni proporcionaron datos acerca de cómo habían ocurrido. Tampoco lo hicieron los sucesivos gobiernos democráticos posteriores, a pesar de la existencia del informe elaborado por Geoffrey Cardozo a quien fuese encargado el enterramiento de los soldados y la organización del cementerio de Darwin donde se encontraban datos precisos para la identificación de los enterramientos.

Los familiares pudieron conocer sobre esto de forma paulatina recién a partir del año 2008, en que conocieron la existencia del informe, y luego en 2018 y 2019 algunos pudieron viajar a las Islas para llorar a sus hijos muertos en una guerra 37 años atrás.

Sí, la guerra de Malvinas y todo el dolor y sufrimiento que ello supuso para los excombatientes, sus familias y para toda la sociedad argentina también fue consecuencia de la dictadura militar de 1976.

De allí se desprendió luego, y en la misma línea nacionalista y patriótica, la idea y concepto en la sociedad argentina de “los héroes de Malvinas” que hasta hoy continúa dando identidad y bandera en muchos aspectos a las y los argentinos, no sólo en relación a la Guerra. La literatura, la música, el fútbol y Malvinas quedarán en nuestro patrimonio cultural grabados a fuego “nuestros pibes de Malvinas que jamás olvidaremos”. La historia también ha dado a conocer a través de diferentes investigaciones históricas y periodísticas los detalles de las miles de historias de vida de los soldados que debieron ir a la guerra. Y en este punto quiero hacer una segunda reflexión e interrogantes:

un conscripto del servicio militar obligatorio, ¿estaba preparado, entrenado y con los conocimientos necesarios en manejos de armas, tácticas militares, de superviviencia y psicológicos como para afrontar el hecho real y concreto de ir a la guerra? ¿Cuántos de ellos lo estaban? El Estado Argentino envió a la guerra a soldados de carrera y a ciudadanos que se alistaron de forma voluntaria para ir a pelear, pero también envió a la guerra a jóvenes conscriptos que no habían podido elegir su suerte. Los relatos posteriores a la guerra de los ex combatientes también demuestran que muchos de ellos con 18 y 19 años de edad contaban con escasa preparación para estar asignados en un frente de batalla. En ésta diversidad de experiencias se inscribió posteriormente durante los años 80’ y 90’ y de forma uniforme para todos los ex combatientes la idea de “héroes”.

Iniciado el nuevo siglo desde el Centro de ex Combatientes de Islas Malvinas La Plata y organismos de DDHH se sumó a ésta perspectiva histórica nacionalista, el concepto de “victimas”, en particular para asignarse a los ex combatientes que fueran conscriptos del servicio militar obligatorio que terminaron alistados como soldados en una guerra de la que nunca eligieron, por vocación, ser parte. No pretendo aquí plantear una dicotomía héroes/victimas sino más bien acercar una problematización reciente sobre lo que hasta hace unos años atrás fuera una única lectura histórica y social posible sobre los ex combatientes.

Considero necesaria la reflexión de estas construcciones y categorías sociales desde una mirada que enmarca la guerra de Malvinas dentro de las desastrosas acciones desarrolladas por la dictadura militar y el terrorismo de estado. Asimismo no dudo en la continuidad del necesario y respetuoso reconocimiento social a los excombatientes y por eso quiero pedir un fuerte aplauso para ellos. Gracias por tanto y perdón por tan poco.

Y para finalizar quisiera referirme a la causa Malvinas hoy. Ya durante la campaña presidencial, la actual encargada de la Cancillería argentina Diana Mondino, anticipó que en el conflicto sobre soberanía y Malvinas contemplaría la voluntad de los kelpers, reconociéndoles una autodeterminación que no poseen.

Meses después, el presidente Javier Milei celebró la reunión que mantuvo en Davos con el Ministro de Relaciones Exteriores, David Cameron, donde aceptó la estrategia diplomática planteada por los británicos denominada «agree to disagree», algo así como si acordamos estar en desacuerdo respecto de Malvinas, hablamos de negocios.

En los medios de prensa, la Cancillería Argentina representada por Mondino confirmó que esa es la política planteada por Cameron, y aceptada por el gobierno argentino.

En este momento ya ocurrieron cambios en el Atlántico Sur, incentivados por el Reino Unido, a saber:

  • La sorpresiva visita del canciller David Cameron a las Malvinas y sus pronunciamientos a favor de la soberanía británica sobre las Islas.
  • La ampliación de la “zona de prohibición” de pesca y navegación en las Islas Georgias del Sur, una decisión adoptada por Londres de manera unilateral y que extiende el control británico sobre aproximadamente 170 mil km² adicionales
  • del Mar Austral, afectando de ese modo las posibilidades concretas de Argentina de acceder a la riqueza ictícola de esa región.
  • Ahora se suma la construcción de una obra de infraestructura que podría situar en otro nivel la disputa por las Islas Malvinas y por la presencia argentina en el Atlántico Sur.

Según informaron recientemente las autoridades isleñas, el histórico astillero británico Harland & Wolff ganará la licitación para la construcción de un nuevo puerto que reemplazará las instalaciones existentes en PuertoArgentino, construidas por la misma empresa en 1984. La futura obra de infraestructura en las Malvinas apunta a cumplir con varios objetivos al mismo tiempo.

Por un lado, pretende situar a Puerto Argentino como el principal polo portuario en el Atlántico Sur, en detrimento de los avances realizados desde Ushuaia con este mismo objetivo, teniendo en cuenta el incentivo que podría brindar en áreas económicas y comerciales tan diversas como la pesca y el turismo.

De igual modo, apunta a convertirse en un acceso privilegiado a la Antártida, un continente rico en agua y en minerales de todo tipo y cuya explotación es incentivada por el Reino Unido, pese a las restricciones existentes en la materia.

Por sus amplias dimensiones y funcionalidad, el proyecto puerto podría albergar además a barcos petroleros, teniendo en cuenta la presencia de hidrocarburos en el yacimiento Sea Lion, al norte de las Malvinas, y cuya explotación por parte de la empresa británica Rockhopper Exploration y de la israelí Navitas comenzaría a producirse este mismo año.

42 años después de la guerra de Malvinas y del reclamo permanente por la soberanía y los derechos de nuestro país sobre dicho territorio asistimos a un momento de retroceso en las negociaciones diplomáticas entre el gobierno argentino y el británico.

En tiempos donde el actual gobierno ha puesto en duda nuestras certezas más profundas respecto de temas centrales como el valor y reconocimiento de las universidades públicas, la formación científica, la inversión en salud, la cultura argentina, el cine Nacional, al cuidado del medio ambiente, entre muchos otros aspectos de interés público y nacional, es urgente y necesario incorporar la causa por la soberanía de Malvinas en la agenda actual de reclamos y preocupaciones de todo el arco político, así como también de toda la ciudadanía argentina, no vaya a ser cosa que ahora también nos quieran convencer de que la soberanía de Malvinas puede ser factor de negociación económica y política en nombre de la libertad de mercado.

Ahora más que nunca no abandonemos el lema que supimos construir y defender:

  • MALVINAS EN PAZ
  • LAS MALVINAS FUERON, SON Y SERÁN ARGENTINAS.
  • PATRIA SIEMPRE, COLONIA NUNCA MÁS

Con información de agencias.

IG

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