En África

Detectan contaminantes tóxicos en pingüinos: una alerta sobre la salud de los océanos

Ada Sanuy

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El pingüino africano, una de las aves marinas más emblemáticas del continente, suma una nueva amenaza a su delicada situación de conservación. Investigadores han detectado la presencia de contaminantes químicos persistentes en ejemplares de colonias de Sudáfrica, lo que plantea serias dudas sobre el impacto de estas sustancias en la salud, la reproducción y la viabilidad futura de una especie ya considerada en peligro de extinción. El hallazgo, publicado en la revista PLOS Biology, apunta a que la exposición a compuestos industriales de uso extendido añade presión a unas poblaciones que en el último siglo han sufrido un declive de más del 97%.

Contaminantes detectados en todas las muestras

Los científicos centraron su atención en dos grandes familias de contaminantes: los compuestos perfluoroalquilados y polifluoroalquilados (PFAS, por sus siglas en inglés), y los retardantes de llama organofosforados (OFRs). Ambos grupos de sustancias, presentes en productos de consumo cotidiano y en procesos industriales, son conocidos por su persistencia en el medio ambiente y por sus efectos nocivos sobre la salud de los seres vivos. Lo preocupante es que los investigadores encontraron trazas de estos contaminantes en todos los ejemplares analizados, confirmando que los pingüinos africanos no están al margen de la contaminación química global.

El equipo de investigación del estudio analizó muestras de sangre de aves procedentes de colonias reproductoras en islas como St. Croix y Robben Island, en Sudáfrica. Los resultados mostraron concentraciones detectables de varios tipos de PFAS, entre ellos el PFOS, considerado uno de los más tóxicos y ya restringido en numerosos países por su capacidad de bioacumulación. Asimismo, se identificaron retardantes de llama organofosforados, empleados habitualmente en plásticos, textiles y aparatos electrónicos, lo que confirma la entrada de estos compuestos en la cadena alimentaria marina.

Una amenaza que se suma a la sobrepesca y al cambio climático

La presencia de PFAS y retardantes de llama en los pingüinos africanos no es un hallazgo aislado. Estos contaminantes han sido descritos en múltiples especies de fauna marina a nivel global, desde peces y tortugas hasta mamíferos como ballenas o focas. Sin embargo, su detección en un ave que ya se enfrenta a amenazas directas como la sobrepesca, el cambio climático, la pérdida de hábitat y los derrames de petróleo multiplica la vulnerabilidad de la especie. Según los investigadores, la combinación de factores puede acelerar aún más el declive poblacional si no se toman medidas de conservación más ambiciosas.

Los autores del trabajo advierten de que estos químicos pueden afectar procesos fisiológicos clave, incluyendo la función inmunitaria, el equilibrio hormonal y la capacidad reproductiva. Aunque el estudio no evaluó de forma directa los efectos sobre la salud de los individuos, se sabe por investigaciones en otras especies que la exposición crónica a PFAS y retardantes de llama puede traducirse en menor éxito reproductivo, mayor susceptibilidad a enfermedades y alteraciones en el desarrollo de las crías.

Un desplome poblacional difícil de revertir

Los pingüinos africanos se reproducen en pocas colonias a lo largo de la costa de Namibia y Sudáfrica, lo que hace que cualquier impacto ambiental se sienta con fuerza en la dinámica de toda la especie. A mediados del siglo XX, la población rondaba el millón de parejas, mientras que en la actualidad apenas se contabilizan unos 20.000 ejemplares reproductores. Este desplome ha llevado a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) a catalogar a la especie como en peligro de extinción. Los contaminantes químicos, que se acumulan lentamente pero permanecen durante décadas en los organismos y en el medio, suponen una amenaza añadida que dificulta los esfuerzos de recuperación.

Los investigadores subrayan además que la situación de los pingüinos africanos pone de manifiesto un problema más amplio: la dificultad de controlar la dispersión global de sustancias químicas persistentes. Aunque algunos compuestos como el PFOS ya han sido prohibidos o restringidos, sus sustitutos no siempre presentan un perfil de seguridad más favorable. La falta de información sobre los efectos a largo plazo de los retardantes de llama organofosforados es un ejemplo de los vacíos de conocimiento que persisten en materia de toxicología ambiental.

Centinelas de la salud de los océanos

El estudio concluye con una llamada a la acción para reforzar la investigación y el monitoreo de contaminantes en aves marinas y otros organismos vulnerables. Los pingüinos africanos, al ocupar un lugar intermedio en la cadena trófica y alimentarse de peces pequeños, actúan como centinelas de la salud de los ecosistemas marinos del Atlántico sur. Protegerlos significa también avanzar hacia océanos más seguros y sostenibles. En un momento en que el planeta se enfrenta a múltiples crisis ambientales, la contaminación química se suma como una amenaza silenciosa que no puede seguir siendo ignorada.