La amenaza ambiental

El precio mortal del negacionismo ultra: cómo nos está matando el cambio climático

Raúl Rejón

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Aunque el Pacto Verde Europeo se resquebraje tanto en la UE como en España por las alianzas entre el PP y Vox, la realidad es tozuda: España es el país de la Unión Europea que soporta más muertos por fenómenos meteorológicos extremos. En los últimos 45 años suman más de 100.000 personas, según los datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA).

Da igual cuánto proclamen los negacionistas, los científicos tienen demostrado que el cambio climático provocado por los humanos está detrás de este fenómeno. Los investigadores del World Weather Attribution (WWA) explican que su trabajo “demuestra que con cada tonelada de carbón, petróleo y gas quemada, todas las olas de calor se hacen más calientes y la mayoría de las lluvias torrenciales, sequías y huracanes se vuelven más intensos”.

Olas de calor, sequía, lluvias torrenciales e inundaciones: una batería que ya se convirtió en la normalidad climática del país. Solo respecto a los desastres más recientes, el cambio climático hizo 40 veces más probables las condiciones de calor y sequedad detrás de la ola de incendios de 2025 e hizo un 20% más fuerte la dana que dejó 200 muertos en octubre de 2024.

La base de datos de la EEA muestra que solo hay dos estados de la Unión con más de 100.000 víctimas mortales desde 1980: España y Alemania. Francia contabiliza 69.000 e Italia otros 54.000. Entre los diez eventos extremos más mortales en el mundo de los últimos 20 años recogidos en la base de datos del Centro para la investigación de la epidemia de desastres (EM-DAT), aparecen las olas de calor en Europa de 2015, 2022 y 2023.

Y junto a las pérdidas humanas, la Agencia calcula el golpe económico que causan estos episodios extremos que, en toda la Unión Europea, suman 822.000 millones de euros desde 1980. Es más, solo entre 2021 y 2024 costaron 208.000 millones (un 25% del total). En esa lista, España está en cuarta posición con 119.000 millones –el 14% de la Unión–. Por delante: Alemania, Italia y Francia.

Estas últimas cifras indican que se trata de un gran lastre económico y, sin embargo, el líder de Vox, Santiago Abascal, sostiene que “nuestra ruina son el Pacto Verde, los impuestos abusivos y la regulación woke impuesta por los mismos a los que el presidente Trump advertía de que se estaban poniendo en manos de Rusia al renunciar a la energía fósil”. Una energía fósil que el mismo Trump promociona para que EEUU venda más combustibles a Europa.

La cuestión es que los ultaderechistas han conseguido introducir esta agenda en Europa y en España. De momento, se ha concretado en el pacto de presupuestos para la Comunitat Valenciana al que Vox llegó con el ahora dimitido Carlos Mazón. La dirección de Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo validó ese pacto y esas medidas contra lo que llaman “dogmatismo climático”.

En este sentido, los datos demuestran que, aunque se niegue y promocione la idea de que el cambio climático no existe, los golpes se padecen igual. El Centro Nacional de Información Climática de EEUU (NCEI) ha llevado un registro sobre los episodios meteorológicos extremos que han causado daños de 1.000 o más millones de dólares en el país. En 1980 se computaron tres –con una factura de 45.000 millones de dólares–; en 2024 fueron 24 eventos y 182.000 millones. El NCEI informa actualmente de que “en línea con las nuevas prioridades”, ya no se actualiza esta base de datos. Los eventos extremos no han dejado de ocurrir aunque no se contabilicen.

Porque esas toneladas de carbón, petróleo y gas que promocionan Donald Trump o Santiago Abascal (y apoyadas tácitamente por el Partido Popular de Núñez Feijóo) de las que hablan los científicos del WWA, una vez quemadas, incrementan el COâ‚‚ acumulado en la atmósfera que es lo que está recalentando el planeta. La concentración está en niveles nunca vistos por humanos.

Lo que se está evidenciando en estos últimos meses, precisamente en el décimo aniversario del Acuerdo de París de 2015 para limitar el calentamiento global, es un avance de las posiciones más negacionistas a pesar de que la ciencia muestra cristalinamente cómo la crisis climática se asienta.

El 13 de noviembre pasado, con la Cumbre del Clima COP30 ya en marcha, el Partido Popular Europeo votó por primera vez junto a la ultraderecha para rebajar las medidas ambientales a las empresas. Lo verde fue el campo escogido por los populares para estrenar su nueva alianza con la ultraderecha.

A eso se le unió en la misma jornada que los eurodiputados del PP español se adhirieron a los ultras para rechazar el plan europeo de reducción de un 90% de las emisiones de COâ‚‚ para 2040. Esa reducción depende en su mayor parte de no utilizar los combustibles fósiles porque, como indican los científicos, “cada tonelada de carbón, petróleo y gas que se quema...”

El director del servicio de cambio climático de Copernicus, Carlo Buontempo, recuerda que, justo en este momento, “el mundo está más recalentado que nunca” y que “cada año, desde 2015, se ha colocado entre los diez más calurosos registrados”. El incremento del calor global es consecuencia del efecto invernadero que genera el COâ‚‚ (y otros gases) acumulado en la atmósfera por el uso intensivo de hidrocarburos.

El siguiente gráfico enseña la escalada de la temperatura global hacia el límite máximo acordado por los países en el Acuerdo de París: 1,5ºC extra al final de siglo XXI. Cuando se cerró el Acuerdo de París ya se había alcanzado 1,04ºC de recalentamiento respecto a la época preindustrial y se proyectaba que el tope pactado se tocaría en 2042. Aunque ya ha habido superaciones de ese nivel, hoy se calcula que, a nivel global, ya estamos en +1,4ºC y que ese valor objetivo puede llegar en 2029. La situación se ha acelerado.

Visto el panorama, Buontempo advierte de que “el clima está cambiando a un ritmo que la humanidad no ha experimentado jamás”. “Cada fracción de grado sobre 1,5ºC causa incrementos claros en la intensidad y frecuencia de los episodios extremos de temperatura, lluvia y sequía”, según explica el informe de la ONU sobre la importancia de ese +1,5ºC.

Además, rebasar ese objetivo dispara puntos de no retorno como romper las circulaciones oceánicas, fundir el permafrost –la capa de suelo helado permanentemente que retiene gases de efecto invernadero– o el colapso de grandes ecosistemas con “abruptos, peligrosos e irreversibles impactos para la humanidad”.

Ante las evidencias acumuladas de la diferencia en daños y víctimas que hay entre llegar a un calentamiento global de +2,5ºC –como el proyectado con los planes climáticos recientemente presentados por los países– y el acordado por esos estados, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha dicho que no conseguir ese objetivo “es un fracaso moral y una negligencia mortal”. Limitar este proceso es contra lo que votó el PP de Núñez Feijóo en Europa.