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El futuro de Internet se dirime hoy en una votación en clave de Guerra Fría y la invasión a Ucrania

Mapa de cables submarinos, una de las infraestructuras básicas del Internet global.

Carlos del Castillo

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Internet se encuentra ante una bifurcación histórica. Uno de los caminos mantiene el ecosistema digital actual: una red de redes global y sin fronteras, operada por agentes privados sometidos a supervisión pública. En la otra ruta, Internet se balcaniza en una infraestructura que replica el mundo físico. Tiene muros infranqueables que separan las parcelas estatales, cada una con sus propias normas y fuerzas del orden que las hacen cumplir.

Uno de los organismos donde se decide el rumbo que toma la Red es la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), dependiente de la ONU. Hoy, jueves, hay elecciones para elegir a su presidente y los candidatos que se han presentado muestran la importancia de capitanearlo en los próximos años. La votación será entre una representante de EEUU, que no aspiraba a dirigir la UIT desde 1959; y un exministro de Rusia, que nunca la ha comandado.

Los dos candidatos representan a ambas cosmovisiones sobre lo que debería ser el futuro de la Red. Los dos bloques han hecho movimientos muy claros en los últimos meses para marcar su política digital y quiénes son sus aliados. La guerra de Ucrania no ha hecho sino intensificar la ruptura entre ambos modelos.

Por un lado, EEUU promovió en abril una “Declaración para el Futuro de Internet” que fue ratificada por España y otros 58 países. Es un tratado internacional entre “todos los socios que apoyan activamente que sea abierto, libre, global, interoperable, fiable y seguro”.

Los firmantes se comprometen a “proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales de todas las personas”, “una Internet global que fomente la libre circulación de la información” y un “enfoque de gobernanza de múltiples partes interesadas que mantiene a Internet en funcionamiento en beneficio de todos”.

La Declaración no cita a Rusia ni a China. No obstante, supone una oposición directa al modelo de Internet que defienden estos países. Según explicó la Casa Blanca, el tratado llega en respuesta al “aumento del autoritarismo digital en la que algunos Estados actúan reprimiendo la libertad de expresión, censurando sitios de noticias independientes, interfiriendo en las elecciones, promoviendo la desinformación y negando a sus ciudadanos otros derechos humanos”.

Soberanía para violar derechos humanos

Moscú y Pekín también han firmado tratados en estos años para buscar una gobernanza alternativa de Internet. En el último, de 2021, Vladímir Putin y Xi Jinping se comprometieron a “preservar el derecho soberano de los Estados a regular el segmento nacional de Internet”.

Ambos países ya han levantado murallas para escindir sus redes de la infraestructura global. De puertas adentro, sus regulaciones nacionales se han traducido en censura y violaciones de los derechos humanos. Sus empresas digitales están sometidas a un férreo control gubernamental. Cualquier actor que no se ciña al guion, ya sea un influencer o el desarrollador de una nueva aplicación, puede desaparecer o verse obligado a exiliarse del país.

Rusia y China insisten en la necesidad de potenciar el papel de la Unión Internacional de Telecomunicaciones y reforzar la representación de ambos países en sus órganos de gobierno

Declaración conjunta de la Federación Rusa y la República Popular China sobre el 20º aniversario del Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa

Pero Putin y Xi Jinping no solo rubricaron “su unidad en las cuestiones relacionadas con la gobernanza de Internet”, sino que se comprometieron a extenderla y aumentar su control sobre la Red global. “Rusia y China insisten en la necesidad de potenciar el papel de la Unión Internacional de Telecomunicaciones y reforzar la representación de ambos países en sus órganos de gobierno”, reza su tratado. Dicho y hecho.

El candidato ruso, al ataque

Rashid Ismailov, ex ministro de Comunicaciones y Medios de Masas del Kremlin, se ha presentado a dirigir la UIT. Su discurso contrasta con el de su rival, Doreen Bogdan-Martin, una funcionaria que ha hecho casi toda su carrera en el organismo. Mientras que la estadounidense se centra en los problemas clásicos de Internet (brecha digital, brecha digital de género, conectividad en países subdesarrollados), el ruso lanza cargas de profundidad contra el diseño de la Red actual.

“Imaginemos que un día nos encontramos con las aplicaciones desactivadas, el almacenamiento en la nube cerrado, nuestro acceso restringido. Toda nuestra infraestructura habrá desaparecido junto con todos nuestros datos. Y eso solo es la punta del iceberg”, ha denunciado Ismailov. “No podemos acceder a nuestra identidad, incluido nuestro avatar en el universo digital, porque alguna corporación nos bloquea”, dijo.

Para reforzar este discurso y en un movimiento que seguramente tenga muy poco de casual, Putin ha decidido conceder la ciudadanía rusa a Edward Snowden justo este lunes. El exanalista de la NSA reveló una trama de espionaje político y económico coordinado entre la Casa Blanca y las principales multinacionales de Silicon Valley, que dejaron agujeros en sus sistemas para que los espías de EEUU se colaran por ellos. Snowden es la figura que más daño ha hecho a la cosmovisión de Internet “libre” que defiende EEUU.

“La UIT debe proporcionar estrategia, orientación y visión, no una burocracia inscrita en un mundo unipolar”, dice Ismailov.

Puesto clave

La Unión Internacional de Telecomunicaciones no es un organismo de Naciones Unidas más. Es mucho más antiguo que la propia ONU (fue fundada 80 años antes, en 1865) y no es solo una representación de países, sino que además de los 193 representantes estatales tiene otros 900 miembros entre empresas, universidades y ONG.

Es un ente prácticamente desconocido para el gran público porque hasta ahora su misión principal ha sido que no se note su presencia. Se encarga de armonizar los estándares de comunicación. Su primera misión fue que el alfabeto morse fuera universal. Hoy trabaja para que todas las tecnologías digitales hablen en los mismos códigos, lo que la convierte en uno de los organismos regulatorios más importantes para Internet.

Un presidente que pretendiera facilitar que Internet se balcanizara podría hacerlo permitiendo que surgieran varios sistemas alternativos que, en la práctica, complicarían la interoperabilidad. También promoviendo estándares que permitieran el seguimiento de los ciudadanos por parte de los gobiernos.

La votación entre Bogdan-Martin e Ismailov tendrá lugar este jueves en Bucarest (Rumanía), donde la UIT lleva a cabo su “Conferencia de Plenipotenciarios” desde este lunes hasta el próximo 14 de octubre. El organismo renovará también a toda su cúpula y elegirá a los 48 miembros de su Consejo. En las salas del mastodóntico Palacio del Parlamento de Bucarest, levantado por orden del dictador Nicolae Ceaușescu, la organización elegirá también sus líneas estratégicas para el período 2024-2027, que podrían resultar claves para el futuro de Internet.

CC

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