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Un resumen semanal de política internacional a cargo de nuestro responsable del área de Mundo, Alfredo Grieco y Bavio. Serán diez puntos geográficos para pensar nuestro presente cada vez. Vías de acceso a una realidad que excede por mucho las fronteras de la Argentina.

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Brasil, mostra tua cara!

Simpatizantes del presidente Jair Messias Bolsonaro, participan en una protesta por los resultados del balotaje presidencial brasileño frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia, el miércoles 2 de noviembre, día de los difuntos, y feriado nacional. El domingo 30 de octubre, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), había obtenido la victoria en la segunda vuelta de las elecciones generales y fue elegido presidente para un mandato de cuatro años, que comenzará el 1° de enero de 2023.
3 de noviembre de 2022 22:37 h

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Durante cuatro cardíacas semanas, Brasil fue el campeón de la taquicardia americana. Superó a Bolivia en intensidad y altura. Al caer el sol del último domingo de octubre, cerradas las mesas de votación en la tarde definitiva del balotaje presidencial, los últimos votos en oírse llegaron del Nordeste, y dijeron quién había sido el primero. Ganó Lula Un migrante nordestino será presidente por tercera vez y un ex diputado carioca paulistano de nacimiento se había quedado sin segunda presidencia. O el obrero había vencido al capitán.

No menos cotidiana, no menos sanguínea durante el mes vibrante fue la cobertura en el terreno brasileño de elDiarioAR, gracias al periodismo todoterreno de Eleonora Gosman y de Ayelén Oliva, cuya veloz eficacia para comunicar en el momento decisivo cada noticia importante nunca embotó ni su agudeza de juicio ni su acierto expresivo. Vale la pena leer retrospectivamente sus crónicas, retratos y apreciaciones. Como un único relato rico en detalles reveladores, ahora que la victoria de Lula es un hecho y que Brasil mostró su cara, mostró la cara que ganó.

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Un resumen semanal de política internacional en mil palabras. Por Alfredo Grieco y Bavio.

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1. Breaking News, Cazuza reclama, pide Ideología

“Brasil! / Mostra tua cara / Quero ver quem paga / Pra gente ficar assim”, cantaba Cazuza en “Brasil”, sexta pista de Ideología. Este CD fue lanzado en 1988, el año en que un Brasil que se distanciaba de la larga dictadura militar iniciada en 1964 promulgó su actual Constitución. Vendió más de dos millones de copias. Más que los 1,8 puntos porcentuales que en el balotaje presidencial del último domingo de octubre alejaron al vencedor del vencido. Al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva del vencido Jair Messias Bolsonaro, el ex militar que nunca había terminado de distanciarse de aquel gobierno brasileño de las décadas 1964-1985.

El ex obrero y ex sindicalista, fundador del Partido de los Trabajadores (PT), había ganado la séptima elección a la que había querido presentarse en su vida, y el tercer balotaje. Lula nunca fue presidente en primera vuelta. A diferencia de su antecesor Fernando Henrique Cardoso, fue recién en segunda vuelta que Lula las tres últimas elecciones a las que pudo presentarse.

En 1984, primera vez candidato presidencial del PT, en la ideología del nuevo partido un centro vital era el pedido de elecciones directas. Direitas Já! era al reclamo de que el presidente fuera elegido por el voto popular, por la suma de todos los votos de Brasil, contados uno a uno. Este 30 de octubre, Lula fue elegido así: en elección directa, y no por un colegio electoral.  

2. Vuelos indirectos a Brasilia, con escalas más y más largas, gangas para pasajeros con tiempo de sobra

En 1984, faltaban dos décadas para que Lula ganara por primera vez. La elección presidencial fue indirecta, como querían los militares que dejaban el poder, pero no tanto como para no escoger en qué condiciones vigiladas.

En una elección indirecta, como en EEUU, como en Argentina antes de la reforma de 1994, el pueblo no elige las autoridades que lo gobiernan. Elige a los que eligen. No vota candidatos a presidente, vota candidatos a elector. Reunidos en Colegio Electoral, los electores brasileños votados en 1984 eligieron. El astuto, experimentado Tancredo Neves, una figura mayor de la política, y una persona mayor, fue proclamado presidente electo. Tancredo murió antes de asumir.

El 15 de marzo de 1985el nordestino José Sarney juró como el primer presidente del Brasil de la transición democrática. Gobernó hasta el 15 de marzo de 1990. El vice ascendido, gran figura del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), llegó a ser una gran figura nacional intocable, de la política nacional brasileña, negociadora, de modales untuosos, de acento norteño.

El MDB es el partido de Simone Tebet, la candidata presidencial que no llegó a segunda vuelta el 2 de octubre, y ahora es aliada Un partido del Centrón. Pero en 1988, el año de Ideología, todo el conjunto de los partidos no se había corrido, en sus demandas y en sus conformidades, hacia la derecha. Todavía pedía reformas clave. Algunas de las reformas políticas llegaron, pronto, con buen éxito.Este 30 de octubre, Lula fue elegido presidente de Brasil por 60345999 de votantes, que votaron por él. Directamente.

3. El Nordeste brasileño, Rey de Reyes

Como en las elecciones indirectas de 1984, en las elecciones de 2022 el pueblo nordestino acabó dando la presidencia federal a un nordestino de origen. Esta vez directamente, no a través de mediaciones y contingencias. Los votos de Bahía fueron decisivos en la recta final para darle la victoria al pernambucano Lula.

Es injusto, pero sobre todo inexacto, convertir a esos votos bahianos en deus ex machina colectivo, en plural intervención divina que acude al final de un drama, in extremis, para asegurar un desenlace edificante. Para que no sea uno de esos triunfos temporales de los que se jacte el Enemigo. Es contingente cuáles votos se conocen primero y cuáles después. Es cierto, en cambio, que en el Nordeste fue millonaria la diferencia a favor del PT, 13 millones de votos en primera vuelta ya. Es cierto también que en el Nordeste cerraron más tarde los centros de votación, porque a la hora del cierre seguían fuera las filas ordenadas de votantes que esperaban entrar, y sufragar. Pero Lula también ganó en Minas Gerais, y no desmintió la ley histórica de las elecciones brasileñas: la candidatura presidencial que gana en Minas Gerais, gana todo el Brasil, o la presidencia.

4. El señor Lula es un líder

Acaso sea todavía menos inexacto, o permita llegar a un marco más exacto, menos impreciso de las dinámicas electorales brasileñas durante el siglo, examinar si los votos nordestinos de la victoria fueron para el Partido de los Trabajadores (PT), fueron para el candidato del tal Partido (el PT) o, menos mediadamente, fueron para “o senhor Lula”, como se dirigía a él en los debates televisivos su derrotado rival Bolsonaro.

Sea como pronóstico, sea como programa, sea como exhortación, entre las voces públicas de quienes no querían un Bolsonaro 2, aun entre las de quienes se resignaban muy mal a un Lula 3, ninguna disentía en que 'Sólo Lula puede ganarle a Bolsonaro'. Menos todavía dudaba nadie, porque es una premisa de la unicidad de Lula, de que 'Lula es más que el PT'.

5. El PT es una sigla

En Sergipe, un diputado que usó carteles y discursos y videos de Lula, derrotó el domingo 30 en segunda vuelta al candidato oficial del PT, que le había prohibido usar ese merchandising del que reclamó el monopolio ante la Justicia. El 'lulista' que venció al petista será el próximo gobernador de este estado nordestino.

En 2018, había ganado la presidencia Bolsonaro. El proceso y las condenas del juez federal Sergio Moro en el marco de la cruzada anticorrupción Lava Jato habían inhabilitado que un “presidiario”, como lo llamó Bolsonaro durante los debates, gozara de derechos políticos pasivos. Lula tuvo que retirar su candidatura de la fórmula del PT. El Nordeste se mostró renuente, menos motivado, a ir a votar en el balotaje presidencial por el paulista Fernando Haddad, el candidato oficial petista sustituto: no era una cara conocida, ni siquiera un nombre conocido.

La campaña de Lula, en su vertiente positiva, fue hablar de Lula 1 y Lula 2. Recordar quién había sido, para revelar quién era. En el Nordeste, insisten quienes resienten la victoria final, buscan restar dignidad a Lula 3, región más arcaica, menos educada, más pobre, menos preparada para el pensamiento abstracto, votan por caras, no por ideas. La del paisano Lula sigue siendo la cara ganadora: es uno de ellos, que hizo cosas por ellos.

A sus 77 años, Lula anunció que no aspirará por octava vez a la presidencia federal. ¿Cuál es el futuro del PT, la sigla a la busca de su propio nombre propio?

6. Lula fue más que el PT, Bolsonaro mucho menos que el bolsonarismo

Bolsonaro es Bolsonaro, nada más ni nada menos que ningún partido. Su afiliación partidaria ha sido ocasional. Fue del Partido Social Liberal (PSL) para ganar la presidencia en 2018, fue del Partido Liberal (PL) para perder la reelección en el balotaje presidencial del domingo.

'Lula es más que el PT', la verdad consensuada, ¿qué significa? ¿Que Lula es el PT, lo contiene, pero nunca se agota en esta identificación, o representación, las excede, hay más, mucho más en lo que encarna y proyecta? ¿O que es más porque su magnitud es mayor, comparada con la del partido, y por tanto uno y otro, el líder y el colectivo, son hermanos, pero entidades distinguibles, muy conexas pero muy individuales, en esta fraternidad? Para responder, habría que responder antes '¿Qué es el PT?', y la respuesta será especiosa, insuficiente, poco satisfactoria.

Una de las consecuencias de las cuatro semanas de campaña, fue que la palabra bolsonarismo, que antes apenas si existía, o se usaba con parsimonia local, se incorporó al uso cotidiano brasileño, y al de los medios internacionales. A la derecha que Bolsonaro representó en su gobierno, extrema o inusitada en Brasil, y en la escena latinoamericana, le convenía menos, para designar esta extremosidad, el adjetivo 'fascista'. Como definición, confunde, no por su grandeza, sino por su rango. Bolsonaro fue un presidente que llegó al gobierno y gobernó sin la masa organizada de un partido de un partido de masas, ni el marco institucional de un partido, siquiera. Bolsonaro se desafilió del PSL en 2019, fue apartidario en los años centrales de su mandato, en los que fue más poderoso, y recién antes de la nueva elección presidencial pidió el ingreso al PL. Y el PL es un partido del Centrón que, antes de la primera vuelta del 2 de octubre, descontando la derrota de su propio candidato, había comenzado a acercarse a Lula.

7. Bolsonaro, la cara de los que no ponen la cara, la voz de todos los comentarios anónimos

Bolsonaro fue el representante y el candidato estridente de todos los descontentos que estallaron chillones en la segunda presidencia de Dilma Rousseff para ya no desactivarse más. Esos que encontraron un desahogo parcial pero gustoso en el impeachment que destituyó a la petista (que llegá a ser igual que el PT). Bolsonaro reforzaba una identidad, la redondeaba, la sacaba a la luz del día. Probaba que podía existir, que la derecha podía ganar.

Bolsonaro era la voz y la cara por la que pueden votar los que hablan en off o los que no ponen la cara, cuando expresan disgustos, irritaciones, repugnacias y ascos. No les falta educación, ni ambición, en el sudeste rico, más moderno, menos arcaico, más evangélico, menos crédulo de teologías de la liberación, más creyente en una teología de la prosperidad. Un ambiente, recortado en el universo mejor instruido y más formalmente educado del país, en cuyo interior los prejuicios clasistas, raciales, sexistas han perdido toda legitimidad pública antes que haber caducado por completo su vigencia colectiva. Un electorado que sabe que algunas de sus creencias resultan inaceptables como ideas, que querría un voto calificado, algún sistema que preserve el buen orden en el progreso.

8. Las letras, las armas y la grande pátria desimportante

Durante la primera mitad del siglo XX, el continente latinoamericano consumió aproximadamente 500 presidentes de repúblicas de los cuales aproximadamente 200 eran miembros de las Academias de Letras de sus respectivos países. Un parejo cálculo aproximativo lleva a estimar que habrá sido mayor la proporción de escritores que durante la misma época pasó por las prisiones de esos países, conducidos al calabozo por policías o parapoliciales, y mucho mayor la proporción de cárceles o ejecuciones en el medio siglo posterior. El siglo XXI luce menos letrado, en palacios, mazmorras, y represión. La protesta de intelectuales, la movilización a favor de la democracia y de la victoria de Lula tomaba la forma de frentes de universitarios y de artistas y activistas; en la campaña del PT cundía una cierta incomodidad, los mascarones de proa tantas veces han resultado 'piantavotos'...

Tal vez el único presidente letrado, escritor, autor profesional, prolífico, académico de Letras, vivo, del siglo latinoamericano sea el brasileño José Sarney. El vice que gobernó un período completo, porque el presidente Tancredo Neves murió antes de asumir. Retirado desde hace apenas diez años de su cargo presidencial en el Senado, sigue siendo una voz oída. A la reunión solemne convocada por el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE) para asegurar urbi et orbi la eficacia mecánica del voto electrónico y la incontaminada pureza del sufragio nacional, fueron invitadas todas las autoridades de la democracia. No faltó Sarney entre la grey de los que asentían al sermón, y nunca dudaron de que hubieran sido elegidos con todas las de la ley sin trampa.

Cuando Neves murió, era casi dos décadas más joven que Lula hoy. Si Lula no hubiera podido completar alguna de sus presidencias anteriores, habría sido sucedido por José Alencar, un empresario y político evangélico de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD). Si el presidente brasileño electo muriera en su tercer período, sería sucedido por Geraldo Alckmin, su rival derrotado en el balotaje del 2006. Este católico educado por el Opus Dei, se desafilió de su partido de toda la vida, el PSDB, para poder integrar la fórmula de Lula como vice. “Brasil! Qual é o nome do teu sócio?”, cantaba Cazuza su canción.

9. Cincuenta y ocho millones de votos para la Derecha

El presidente Jair Messias Bolsonaro no tiene partido ni programa porque no puede tenerlos: ningún programa puede enumerar, redactar, fijar por escrito esas voluntades y anhelos de desigualdad, de preservación conservadora de un paisaje social al que nunca lleguen desafíos ni exigencias.

En voz alta y por escrito, había sido el programa del gobierno nacido del golpe de Estado de 1964: progreso económico constante, progreso social controlado, progreso cultural detenido o excluido de la esfera pública y del ámbito del Estado. La dictadura militar cumplió mal esos cometidos, y culminó en un fracaso. Los 58 millones 206 mil 354 votantes del domingo quisieron darle a Bolsonaro una segunda oportunidad.

10. Cuando se apaga Bolsonaro, se enciende Trump

Pocas veces desinteresadas, muchas veces oportunistas, siempre odiosas aunque jamás ociosas ni inútiles son las comparaciones políticas entre gobiernos y gobernantes lejanos en el tiempo o el espacio. La confrontación de vidas paralelas es una de las estrategias narrativas y argumentativas más y más recurridas para la desinformación calibrada del debate inter partidario y para la información sobreabundante del periodismo internacional pedagógico. Desde que se habló de Bolsonaro por primera vez como presidenciable, el paralelismo con el entonces presidente republicano de EEUU entró por la puerta grande y se quedó en la sala principal del arsenal retórico de todos los partidos.

En el paralelismo de Trump con Bolsonaro muchas veces se entrevió una asimetría que hiere a la comparación. Trump y Bolsonaro eran el maestro y el discípulo, el empleador y el empleado, el empresario multimillonario y el militar y diputado que se subordina al capital, EEUU y Brasil. A nadie se le escapaba, ni a Trump ni a Bolsonaro disgustaba. O imperialismo sedutor se titula un famoso estudio histórico de esta fascinación brasileña. Según Bolsonaro, los dos países más grandes de América son tierras de libertad, y los dos presidentes de derecha ejercieron todas las libertades sin más criterio que su albedrío.

En los dos últimos años, que vivió fuera de la Casa Blanca ocupada por el demócrata septuagenario Joe Biden, Trump fortaleció y se fortaleció en su partido, el Republicano. Los sondeos le anticipan buenos, ganadores resultados en las elecciones legislativas norteamericanas de medio término que se celebrarán este martes 8 de noviembre. Trump anhela la mayoría en las dos Cámaras del Capitolio de Washington, la que los bolsonaristas, o mejor dicho los partidos derechistas del Centrón, ya ganaron el 2 de octubre en las dos Cámaras del Congreso de Brasilia. En las primarias republicanas, los precandidatos trumpistas de la mágica línea MAGA (Make America Great Again) fueron los favoritos.

Ni Biden ni Lula buscarán la reelección presidencial. Trump anunció que está listo para 2024, Bolsonaro quiere estar listo para 2026. “Grande pátria / Desimportante / Eu não vou te trair”, sigue la misma canción -también Cazuza fue una primera cara brasileña, la del mal innombrable, el sida del que murió en 1990.

Trump es un multimillonario y su partido es el Republicano de Abraham Lincoln: el Grand Old Party, el partido 'viejo y peludo' de la política de EEUU.

Bolsonaro no tiene partido, es un ex presidente que fue ex diputado. En el Congreso brasileño sus aliados del Centrón, de momento, le dan la espalda para aliarse con el presidente electo; a cambio de autorizarle al nuevo subir el techo de gastos en el Presupuesto, buscan asegurarse la presidencia en cada Cámara. “El hombre mínúsculo, el homúnculo, apagó las luces en el Palacio, y se fue a dormir”, se leerá en las crónicas del futuro, en los libros de texto de Historia, escribe Renato Essenfelder en el Estado de São Paulo. A la hora del cuchicheo de estas traiciones se oyen también sonorosos desprecios, y el sonido y la furia del negacionismo electoral extraparlamentario en la frustración de los bloqueos de las calles y rutas sin salida.

AGB

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