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Sobre este blog

A veces es más interesante lo que sucede en la previa de una entrevista que la entrevista que se publica. A veces, también, las bambalinas de un reportaje merecen “una nota aparte”. ¿Cómo se preparó Esmeralda Mitre para recibir a elDiarioAR? ¿Qué era eso que tenía sobre su escritorio el empresario Claudio Belocopitt? ¿Y el momento exacto en el que Alberto Samid se enfureció delante del grabador encendido? Hay datos de archivo, referencias, climas, declaraciones o rodeos del personaje que no llegan a un texto. Y no hay entrevistado sin entrevistador así que este boletín también indaga en los fracasos y los aciertos a la hora de entrevistar, de la escucha y lo imprevisible. Gracias por venir será una ventana para que corra aire y también para conocernos.

Autora: Victoria De Masi

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Una lápida para Tony Soprano

Tony Soprano.

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Extraño, no exagero, casi todos los días a Tony Soprano. No tanto a James Gandolfini, el actor que pone el cuerpo, sino a Anthony, a Ton, a T, al Jefe. Quiero decir que extraño al personaje sobre el que orbita Los Soprano, la serie estrenada en 1999, hace 23 años. Para resumir, Tony Soprano es un mafioso con proyección de ascenso en New Jersey, Estados Unidos. A lo largo de seis temporadas, Tony deberá lidiar con su familia y con la Familia. Pero sobre todo, Soprano deberá lidiar con él mismo. Protagonista y antagonista bajo el mismo nombre. Ni ogro ni santo, pero ogro y santo. En épocas de grieta, Tony Soprano hace del mundo un lugar menos aburrido.

Mérito del creador del personaje, David ChaseSu artilugio consiste en alejar al gangster de lo obvio. Tony Soprano es más violento sin armas que con una en la mano. Es capaz de una crueldad inusitada sin que medie el golpe o la amenaza. Es violento cuando arroja a alguien al silencio. Es más violento cuando encuentra el punto débil en su hermana o su tío o su amigo judío: una palabra suya bastará para dañarlos. Tony Soprano no baja línea sino que duda. Se mueve en estado de pregunta. Si responde rápido es por impulso: sabe arrepentirse, no sabe ofrecer disculpas. Es inestable. Los personajes así son una amenaza para los convencidos. Por eso no vencen. 

Al capo “se le vuelan los patos” y ahí empieza la historia. A su lado estará Carmela, la chica que conoció en la escuela y devino en esposa, la mujer que le ha dado dos hijos. También es la ingenua, digamos, que sospecha -digamos-, pero no es capaz de reconocer que la vida que lleva sólo es posible gracias a la ilegalidad. Está bien, a veces hay que hacerse la boluda para disfrutar. Pero Carmela es una costilla de Tony, ella le señala lo que él no es capaz de ver.

La posición de las mujeres es interesante a lo largo de toda la serie. Su poder doméstico es acotado. Mendigan emancipación. Prefieren no saber para no ser cómplices; se aferran a ciertos argumentos para sobrevivir. En un momento, la jaula de oro les queda chica. Imposible escapar, no tienen opciones ni abogados. La libertad, para ellas, es carísima. 

Tony se lleva algo de esas mujeres para darle de comer a su Macho Alfa. Porque Los Soprano también es un rejunte de masculinidades, de las ridículas y las otras. Tony Soprano se desmarca de sus pares varones porque no abraza la nostalgia italiana, de hecho de eso busca desprenderse. Pero sucede que la tradición puede ser más fuerte que el amor. Incluso las madres son más fuertes que el amor. Y que la tradición.

Tony Soprano no existe, pero afuera hay millones de tonysoprano

El último episodio de Los Soprano se emitió por HBO en 2007 y lo vieron 12 millones de espectadores, más o menos la cantidad de gente que habita Bolivia o Haití. La primera vez que vi la serie de punta a punta fue en DVDs piratas en 2009 o 2010, por ahí, no recuerdo. La segunda vez fue vía streamingTerminé en tres meses lo que se emitió en ocho años. HBO Max es bueno para cobrar, pero malo para dar números: la última noticia es que Los Soprano aumentó su audiencia en un “65%” cuando la repusieron, el año pasado. No tengo con qué compararlo, pero ellos dicen que es un récord. Yo digo que el rewatch valió la pena.  

Tony Soprano no existe, pero afuera hay millones de tonysoprano. Uno por cada pliegue. Una amiga me contó que tuvo un jefe que le pagó con monedas de 50 centavos la liquidación final. El tipo estaba molesto porque ella había renunciado. Tony Soprano puede ser así de jodido e infantil. Afuera hay hombres que mandan a hombres a descuartizar a otros hombres. Hay varones que avisan con un prendedor de diamantes que una relación está terminada al tiempo que compran una joya de colección para su esposa, su manera de remendar (para sí) una infidelidad. Hay hombres que prefieren firmar la bala con la que matarán a un primo antes de que lo haga el bando enemigo. Hay tipos que cosifican y que adoran en simultáneo. Hay hombres y mujeres que deambulan en sus contradicciones. Esos son los que valen la pena.  

Lápidas

Si la ficción es anticipatoria, la no-ficción busca entender el presente. Por eso el binarismo en cuestiones periodísticas es un lugar peligroso. Hay personalidades consagradas por el periodismo. Las agrupo en una lista mental a la que bauticé “blindados”. Son esas personas que en vez de ser entrevistadas son confirmados en cada reportaje. Nunca dicen nada nuevo. Nunca hacen nada nuevo. Susana Giménez o Margarita Barrientos, da igual. 

Prefiero las notas en las que el cronista espera el movimiento, cierto desliz en el lenguaje, un gesto que revele a su sujeto de trabajo. Esos que sacan a la persona de la caricatura en la que se han construido, los que descartan los rasgos detectables a simple vista porque saben que es un insumo de segunda mano. El bueno-malo, el blanco-negro, es la forma que tenemos para organizar el espacio que habitamos. Sucede que sin los grises ganan los terraplanistas. 

El final de Los Soprano es inolvidable. El final de James Gandolfini fue inesperado. El actor que interpreta a Tony Soprano murió en 2013 de un infarto en Roma. Tenía 51 años. Gandolfini no tiene una trayectoria memorable en el espectáculo, pero Tony Soprano lo colocó en el estante de la popularidad. Parece que era un muy buen tipo. Parece, también, que desaparecía de los rodajes por un tema de alcohol y drogas. HBO le pagó 3 millones de dólares para que rechazara el reemplazo de Steve Carrell en una temporada de The Office

Sobran necrológicas sobre Gandolfini en la Web. En el mismo no-lugar sobran análisis sesudos sobre el personaje Tony Soprano. No existe la conclusión que pueda inscribirse en una lápida. ¿Quién podría resumir su vida en una línea?

VDM

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A veces es más interesante lo que sucede en la previa de una entrevista que la entrevista que se publica. A veces, también, las bambalinas de un reportaje merecen “una nota aparte”. ¿Cómo se preparó Esmeralda Mitre para recibir a elDiarioAR? ¿Qué era eso que tenía sobre su escritorio el empresario Claudio Belocopitt? ¿Y el momento exacto en el que Alberto Samid se enfureció delante del grabador encendido? Hay datos de archivo, referencias, climas, declaraciones o rodeos del personaje que no llegan a un texto. Y no hay entrevistado sin entrevistador así que este boletín también indaga en los fracasos y los aciertos a la hora de entrevistar, de la escucha y lo imprevisible. Gracias por venir será una ventana para que corra aire y también para conocernos.

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