Ser dos, sonar como muchos

Camionero: la novedad más ancestral del rock nacional

15 de julio de 2025 14:40 h

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“Todo nos terminó cerrando cuando Gonza, un amigo de Mendoza, nos dijo: ‘No saben lo que darían muchas bandas por tener un racimo de locos como los que tienen ustedes’. Si lo tenés que salir a buscar y pagar, eso te sale fortuna', dicen Joan Manuel Pardo y Santiago Luis a elDiarioAR en el camarín del Centro Cultural Matienzo. Es sábado 12 de julio y Camionero está por llevar adelante Tracción a Sangre XV, un ciclo mensual que encarna uno de los fundamentos de la banda, la defensa del vivo. ”Tocar, tocar y tocar“. Es la primera vez que el dúo dará dos shows en una misma noche, ambos con entradas agotadas.

Uno de los rasgos que sobresale del fenómeno Camionero es el sentido de pertenencia y comunidad que genera entre sus seguidores. Un símbolo que circula y se hace propio con una vitalidad y fluidez atípica. Camionero es una experiencia que rápidamente transforma público en fans activos que multiplican su voz”.

Durante 2024 y la primera mitad de este 2025 la banda ha experimentado un crecimiento exponencial. No solo han machacado con decenas de shows en la Capital Federal y en el conurbano bonaerense, se han presentado en diferentes puntos del país, desde Jujuy hasta Comodoro Rivadavia, Chubut.

Una búsqueda

En la composición de las letras, en las melodías, en el sonido y en las historias que cuentan sus las canciones, Camionero propone una búsqueda constante. Y hay algo que pasa especialmente con el lenguaje. ¿De dónde sale ese juego?

Joan: Es lo que aprendí escuchando a Spinetta. No hay que respetar la palabra del diccionario, hay que buscar la sonoridad de la palabra. Me agarro de esa idea. La palabra está compuesta por fonemas, por articulaciones de la boca y uno puede jugar con eso, sacar la palabra de su significado de diccionario y llevarla un poquito más allá, que cada palabra te lleve por fuera de lo común. Hay un frase muy linda, quizá un poco soez, que dice Sebastián Goyeneche acerca de Ioshua, un poeta que ya falleció: ‘En la boca Ioshua ‘pija’ suena a fruta’. Ioshua lo dice todo el tiempo pero no suena como algo guarango o como un insulto, suena como algo delicado y lindo. Esto es un caso extremo. Pero la idea es llevar las palabras más allá de su significado literal, que te disparen a otros lugares. Como la música te pinta paisajes, las palabras acompañan ese paisaje. Eso es herencia del Flaco.

Camionero nació en Beccar, zona norte de la provincia de Buenos Aires, en el año 2017, con Joan Manuel Pardo en guitarra y voz y Santiago Luis en batería, octavadores y coros. Uno de los proyectos en común que antecedieron a Camionero fue el lanzamiento del sello Cordillera Discos, donde Joan y Santiago editaron bandas de rock, blues y stoner, incluídas Perro Volador, de Joan, y Jinetes, de Santiago. Tras esa experiencia, en 2018 Camionero decidió publicar sus dos primeros trabajos de estudio, E.P.I y E.P II. Luego apareció el EP Confianza en ti solo (2019), donde tocan el tema “Agua Asesina” junto a Juanse, de Ratones Paranoicos. Por último, los álbumes Club Camionero (2021) y Todo lo sólido se desvanece en el aire (2023).

Es lo que aprendí escuchando a Spinetta. No hay que respetar la palabra del diccionario, hay que buscar la sonoridad de la palabra.

—Ustedes son críticos del actual sistema de consumo musical en las plataformas de streaming. ¿Creen que podrían aparecer otras formas? ¿Tocar tanto en vivo se vuelve una alternativa?

—Joan: Creo que se podría hacer, negarlo de plano es absurdo. Decir que ya nunca más va a aparecer algo más copado es absurdo. Tiene que aparecer algo nuevo y va a aparecer. Porque hay una necesidad muy fuerte de otro tipo de consumo de música, mucho más vinculado a una cuestión estética, artística y no tanto a la digestión al estilo McDonald’s de la música. Yo venía para acá escuchando un disco, el disco terminó y empezó la famosa reproducción automática, y no tenían nada que ver un tema con el otro. Así suenan mal todos los temas, porque no hay una historia que se cuente a lo largo de un disco. Escuchar música así es como ver una foto hiperpixelada.

—Santiago: Coincido con que algo va a aparecer en algún momento. Si bien las plataformas ayudaron a la difusión y a que uno tenga más facilidad para difundir su música, por otro lado “lavaron” un poquito el ambiente. Tiene que volver eso de que el artista pueda hacer su camino a su manera y teniendo el poder de hacer valer su música como quiera. Eso no está pasando ahora. Lo único que está pasando es que a los que pueden ejecutarla en vivo les vaya mejor, y hacer una carrera en ese sentido. Es un poco lo que nosotros elegimos. La reproducción automática hace que aparezcas medio de costado. Estás escuchando Pimpinella y te aparece Camionero. Hay mucha gente que viene y dice que le aparecimos en Spotify, pero no creo que sea el grueso, el grueso llega por el boca en boca y en la carrera que estamos haciendo basada en el vivo, que es tocar, tocar y tocar.

—Cuando escuché por primera vez el tema “Guerrero Atípico” intenté detectar influencias y aparecieron Pappo’s Blues, The Black Keys, Los Ratones Paranoicos, Arctic Monkeys, entre otras bandas. Después me dio la sensación de estar escuchando algo nuevo. Fui a buscar el tema a las plataformas y resultó ser el tema con mayor cantidad de reproducciones. ¿Esperaban eso?

—Joan: No esperábamos el impacto que tuvo el tema, porque cuando hicimos los cortes del disco no lo elegimos. Nos gustaba el tema, nosotros lo habíamos imaginado de una forma y cuando lo grabamos no había quedado tal como lo habíamos compuesto en la sala. Era algo que no habíamos logrado terminar de plasmar. Lo grabamos, quedó y cuando salió como que resucitó. Nos amigamos con el tema que estaba grabado y después la gente sola lo eligió como su caballito de batalla. Cuando lo tocamos en vivo es cuando vuelan las personas y vuelan las botellas. Pero tampoco nos queremos agarrar de esa canción para hacer una carrera entera. Lo compartimos en redes sociales, pero tratamos que no sea el único canal que tenemos para acceder a la gente, porque sino más que una banda con todo un imaginario disponible somos una canción. Preferimos que no sea así.

No esperábamos el impacto que tuvo el tema [Guerrero Atípico], porque cuando hicimos los cortes del disco no lo elegimos

El Acoplado

Durante el show del 12 de julio, los Camionero no han estado solos en el escenario, han compartido con varios invitados, entre ellos el exbajista de Los Piojos, Micky Rodríguez, con quien tocaron el clásico “Tan solo”. “Acá hay alguien que eligió no tocar en River y tocar en el Matienzo”, así fue presentado. Pero además al dúo en cada show lo acompaña El Acoplado, un fenómeno que Toto, uno de sus fundadores, explicó a elDiarioAR.

—Toto: Camionero y El Acoplado crecimos a la par. Yo a los chicos los conocí por Instagram, yendo a buscar a la banda. Yo soy de la antigüedad, me gustan los CDs y los cassettes. Cuando los contacto les pregunto si tienen algún CD o cassette para venderme y me dijeron que no. Entonces lo que hice fue diseñar un cassette con xilografía, que es mi técnica, el grabado, les mandé un video y les dije: “Ahora ya tengo cassette de ustedes”. Y ahí Santi flasheó y me dijo si no quería hacer más para venderlos en los próximos conciertos. Hice un par de cassettes más y así empecé a venir a los shows. Ellos no tenían nada para ofrecer, ni un sticker. En ese primer cassette que hice sonaba Roxete, después venía el álbum Club Camionero, terminaba y seguía Roxette (ríe). Después empecé a hacer posters. A partir de ahí empieza a nacer El Acoplado. Después se sumó El Rulo, que es artesano, y empezó a hacer calaveras. “No tenemos remeras”, vino una chica y empezó a hacer remeras. Así fue creciendo. Ellos nos dieron el nombre Camionero y creamos la estética. A ellos les sirve como publicidad y nosotros tenemos el 100% de las ganancias. Como te decía, hubo un crecimiento de la banda y de El Acoplado al mismo tiempo.

—¿Porqué genera tanto sentimiento de comunidad la banda?

—Toto: Porque no se la creen.

Al entrar a El Acoplado nos ponen un sello en la muñeca, el “Pasaporte Camionero”, con el que luego podemos entrar a la sala donde tocará la banda. Nos invitan a probar unas pedaleras artesanales con estética camionera y con los nombres de los temas de la banda. Una costurera estampa en camisas, camperas, chalecos, un parche que dice “Club Camionero”. Se vende una cerveza que dice “Dale Camión”. También está La Rueda de Auxilio, un espacio que recoge donaciones y se suma a acciones solidarias. Hay mesas con calaveras artesanales, remeras, stencils, grabados, posters, stickers. La puesta en escena la lleva adelante un equipo de al menos veinte personas que funciona como un reloj.

—¿Cómo funciona el sistema de El Acoplado? Va a contramano de la lógica de la comercialización.

—Joan: En un momento con Santi dijimos a esto hay que darle una forma, tomárselo más en serio porque está tomando unas dimensiones importantes. El Acoplado ya no era una feria de una mesita, eran siete mesas que ocupaban diez metros de pared y generaba un impacto. Hay formas ya establecidas de que el merchandising se vende de una forma, esto ni siquiera nos animamos a llamarlo así, es una demostración de amor. Vamos buscando corrernos de la estructura normal de cómo se vende un merchandising y buscarle la vuelta, porque es sentido común, la gente que está laburando acá deja un montón de tiempo de su vida para hacerlo, que nosotros le morfemos una parte por el laburo que hicieron, no nos sentimos cómodos con eso.

—Santiago: el interés no es simplemente económico, es artístico y de apoyo mutuo. Además es una preocupación menos para nosotros. Desde ya hay un respeto mutuo, nos muestran todo lo que hacen y nosotros aprobamos o no, pero el sistema ya está muy aceitado y funciona para todos.

Ancestral novedad

Camionero irrumpe como una ancestral novedad en el rock nacional. La vuelta renovada de una “vieja escuela”. “Lo viejo funciona”, en clave El Eternauta. Pero el “eterno retorno” no es siempre igual, y al igual que en sus orígenes, Camionero es parte de una tradición que se nutre de lo foráneo sin prejuicios, que no imposta falsos localismos y en cambio celebra la universalidad del lenguaje musical, pero con las inevitables marcas de una tierra. Cantar sobre una pelea callejera en el barrio del Abasto (“Genio del Abasto”, en Club Camionero): la máxima dostoievskiana “Pinta tu aldea y serás universal”. Rock-blues, stoner, indie, pop, coordenadas que fallan a la hora de etiquetar una propuesta estética diversa, rica, que simplemente fluye con la necesaria confianza y el coraje de un camionero que se le anima a la ruta. La rebeldía del rock and roll no es meramente contestataria en lo social, es también estética. Camionero hace honor a ambas dimensiones y avanza con una vitalidad muchas veces contenida y canalizada por la dictadura del algoritmo. La singularidad de ser un dos y sonar como un montón, como escribió Juan Facundo Díaz en la revista Rolling Stone, no es improvisada, ha implicado mucho trabajo y la búsqueda de un sonido fuzzeado que hace coincidir la ausencia de los tonos graves del bajo con una arquitectura musical, han explicado, que involucra en el rompecabezas hasta la sonoridad y la métrica de las letras. Defienden a rajatabla su carácter de banda independiente. Menos es más. Parecen estar cómodos en la escena under, disfrutan este momento y no los tracciona el mandato de la masividad, he ahí un poco del encanto de la banda. La variedad de la propuesta artística de Camionero coincide con la variedad del público que asiste a sus recitales: jóvenes, treintañeros y un poco más. Rolingas, metaleros, progresivos, mezclados. A su vez Camionero empalma con una época de comunidades intensas.

Hay formas ya establecidas de que el merchandising se vende de una forma, esto ni siquiera nos animamos a llamarlo así, es una demostración de amor

—A fines de junio participaron en un festival que se hizo a las afueras del Hospital Garrahan, en apoyo a sus trabajadores. ¿Hay ahí un síntoma del clima social y político que se está viviendo en Argentina?

—Santiago: Nosotros con la música no tratamos de hacer política, sin embargo inevitablemente tenemos ciertas posturas y manifestaciones por una realidad que no negamos y está bastante difícil. Nosotros nunca lo expresamos explícitamente, pero yo en lo personal tengo mayor afinidad con los partidos políticos de la izquierda. El chico que nos hace las visuales es militante, y cuando pasó lo de los jubilados generó un contenido y pegó, lo mismo pasó con el Garrahan. Nosotros nos hacemos cargo de las cosas que van pasando. Así fue que nos invitaron y nos sentimos como responsables de apoyar esa causa. Fuimos, ejecutamos, apoyamos y nos volvimos. Joni tiene un poco más de relación con los profesionales de la Salud, yo no pero tengo dos ojos donde veo que dos más dos es cuatro, hay cosas que no están bien. Falta mucha empatía, compañerismo, de no ser tan crueles con la política. Pero a mi me interesa hacer música y no bajar una línea.

Además de músico, Joan es profesor de Lengua y Literatura en zona norte del Gran Buenos Aires. Debido al crecimiento de la banda ha comenzado a dejar horas de clase. Santiago es arquitecto, nacido en Comodoro Rivadavia, Chubut, se vino a vivir a Buenos Aires y se recibió en la UBA. Su padre es camionero.

—¿Tres libros y tres obras arquitectónicas para recomendar?

—Joan: Dos mexicanos: El testigo, de Juan Villoro y Pedro Páramo, de Juan Rulfo, amo ese libro. Y de César Vallejo, poeta peruano, Poemas Humanos.

—Santiago: Casa Curutchet, del arquitecto suizo Le Corbusier, la Casa del Puente, del argentino Amancio Williams, que está en Mar del Plata y es del mismo estilo. Y después la Biblioteca Nacional, el árbol de la sabiduría.

MA/JJD