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Ignacio Noel, dueño de la alimenticia Morixe y tuitero activo: “El capitalismo argentino se ha caracterizado por estar atado a una relación privilegiada con el Estado”

Noel: "Más allá del discurso que pueda tener el Presidente es muy difícil que atraiga inversores con precios controlados en el mercado interno y para la exportación"

Delfina Torres Cabreros

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Quienes lo siguen en las redes pueden verlo mostrando recetas desde su cocina o recorriendo cual un influencer las góndolas de supermercados argentinos y de otros países en las que se exhiben los productos Morixe. Algunos recuerdan incluso el video viral en el que cocinó un postre “con harina pindonga” en respuesta a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que se refirió a las marcas incluidas en la versión macrista de Precios Cuidados como “pindonga” y “cuchuflito”. 

Ignacio Noel, dueño desde 2017 de la alimenticia Morixe y desde hace una década presidente y principal accionista del holding Sociedad Comercial del Plata, donde sucedió a Santiago Soldati, es un empresario un tanto atípico y no sólo por el uso que hace de sus redes sociales, sino también por la mirada algo crítica que tiene del propio sector al que pertenece. 

En diálogo con elDiarioAR dijo que si el compromiso de los empresarios con el futuro del país fuera más genuino las eternas recomendaciones del coloquio IDEA se traducirían en hechos concretos y señaló cierta “incoherencia”. “Pretender que el Estado me ayude o me de una empresa a precio regalado porque la privatiza barata o me de un monopolio, pero después, cuando pierdo plata, decir ‘la pérdida no es mía, que me salve el Estado’, no funciona”, sostuvo. 

Sin embargo, su discurso no muestra fisuras al referirse a algunos de los temas más calientes de la agenda pública reciente: el aporte a las grandes fortunas le parece un “disparate” y considera lógico que los inversores rehúyan a poner dinero en un país que, a su juicio, tiene los precios demasiado regulados. 

En cuanto al desempeño de sus empresas durante 2020, Noel señaló que el aumento del consumo hogareño de harina impulsó las ventas de Morixe durante el confinamiento y las acciones de la compañía fueron las que más subieron el año pasado en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, con una escalada de 241,1%. En Sociedad Comercial del Plata, en cambio, por ser un holding que integra firmas de distintos rubros —materiales, distribución de combustibles, alimentación, entretenimiento— la performance fue mixta, con el punto saliente del Parque de la Costa, que está cerrado desde el inicio de la pandemia y, si no se logra vender, Noel ya definió que lo cerrará. 

¿Cómo ve la economía argentina? 

A mí me parece que el gran problema que tiene la Argentina es la falta de inversión. Sin inversión no hay ninguna posibilidad de mejora del empleo ni de aumento del ingreso por habitante. Si uno mira los países con más ingreso por habitante en el mundo, son países que tienen un gran stock de capital en sus distintas formas, no sólo financiero sino físico: infraestructura, máquinas. Eso marca la diferencia entre el resultado de las mismas ocho horas que se trabajan en un lugar y en el otro. 

¿Qué tiene que pasar para que esa inversión llegue? El Gobierno anterior hizo un intento por abrir ese canal, pero tampoco pudo. 

Lo que pasa es que no basta con dar señales o tener, como tuvo el gobierno de Mauricio Macri, la intención de generar en el discurso un ambiente amigable para las inversiones, sino que hace falta también que las condiciones objetivas de la economía del país sean atractivas. Creo que el Gobierno anterior tenía un discurso de buena fe, convencido, pro inversiones, pero no tenía las condiciones. Hasta que se le terminaron los dólares con los que se financiaba el déficit del Estado, a mediados de 2018, mantuvo el dólar barato y con dólar barato, por más que el presidente te invite a invertir en un país, si hacés la cuenta y construir una fábrica es carísimo y los costos operativos son carísimos porque la moneda local está sobrevaluada artificialmente, entonces no tenés inversiones. Tampoco te sirve al revés; tener un dólar alto —algo que tampoco tenés hoy— si vos le estás ladrando a los inversores.  

¿El presidente Alberto Fernández le está ladrando a los inversores?

No, no digo que esté ladrando. De todos modos, yo creo que ahora más allá del discurso que pueda tener el Presidente es muy difícil que atraiga inversores con precios controlados en el mercado interno y para la exportación. Si te ponen regulaciones como retenciones, cupos de exportación, tipo de cambio fijado por el Central. Si alguien va a invertir para producir y el precio de esa producción va a depender de las decisiones que tome el Gobierno, bueno, se van a invertir a Brasil, a Chile, a Uruguay, a Paraguay, que es lo que está pasando. Si todo el discurso oficial es echarle la culpa a la codicia de los empresarios, del campo, etcétera, me parece que está cerrando el diagnóstico para cerrar el tratamiento. 

No basta con tener, como tuvo el gobierno de Mauricio Macri, la intención de generar en el discurso un ambiente amigable para las inversiones, sino que hacen falta también las condiciones objetivas

Esas políticas de control de precios se relacionan con un rumbo que marcó la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en un acto en diciembre, donde señaló la necesidad de “alinear salarios, precios y tarifas” y apuntar a un modelo de crecimiento empujado por la demanda, por el consumo. ¿Cómo ve esa idea?

Lo veo como un absurdo y un desconocimiento de la economía argentina. Cada punto que crece el PBI significa tres puntos de crecimiento a las importaciones. Por lo tanto, si se quiere aumentar el consumo no hay otra que tener dólares. Es cuestión de mirar los números, no es ideológico. 

El Gobierno reglamentó hace poco la Ley de Góndolas, que tiene el objetivo de diversificar la oferta. Usted que está en las góndolas, ¿comparte ese diagnóstico de que hay una concentración que es necesario revisar? 

Yo estoy de acuerdo con todo lo que fomente la competencia. Sí, hay concentración. No sé si el instrumento adecuado es la Ley de Góndolas, pero creo que hay que fomentar la competencia porque es cierto que en algunos productos ves que hay muchas marcas en la góndola y cuando mirás quién está detrás resulta que hay un solo productor o a lo sumo dos. 

¿No le parece que hay cierta incoherencia en el hecho de que los empresarios argentinos repudien la intervención del Estado pero, al mismo tiempo, se beneficien o incluso expliquen gran parte de su éxito por su vinculación con el Estado?

Totalmente de acuerdo. Yo creo que el capitalismo hay que tomarlo como es, con lo que nos gusta y con lo que nos disgusta. Pretender que el Estado me ayude o me de una empresa a precio regalado porque la privatiza barata o me de un monopolio, pero después cuando pierdo plata ‘la pérdida no es mía, que me salve el Estado’, no funciona. El capitalismo implica riesgo de parte de quien invierte bajo esas reglas del juego e implica competencia. Yo creo que, desgraciadamente, el capitalismo argentino se ha caracterizado por estar atado a una relación privilegiada con el Estado. Hay situaciones en donde los privados defienden empresas que han defaulteado sus obligaciones con los bancos y hablan de seguridad jurídica, pero no hablan de derecho de propiedad de los acreedores. Yo no puedo hablar de derecho de propiedad cuando se trata de las acciones de mi empresa pero olvidarme del derecho de propiedad cuando hablamos de los créditos defaulteados por alguien. 

Hay situaciones en donde los privados defienden empresas que han defaulteado sus obligaciones con los bancos y hablan de seguridad jurídica, pero no hablan de derecho de propiedad de los acreedores

¿Analiza así el caso de Vicentin, en el que el Gobierno debió dar marcha atrás con la intervención de la empresa, que defaulteó una deuda de más de US$300 millones con el Banco Nación?

Al Estado lo condena su historia, que no da buenas señales al definir una expropiación, pero no me parecía que de las opciones que había la intervención fuera la peor porque claramente en la empresa había muchas cosas muy poco claras y se había chupado un montón de financiamiento local y del exterior y no se sabía a dónde había ido toda esa plata. Defender en ese caso la seguridad jurídica y el derecho de propiedad... bueno, los acreedores también tienen una propiedad que es el capital que prestaron y que desapareció. Hay que tratar de ser coherentes aunque eventualmente eso nos pueda perjudicar. 

¿Esa mirada algo crítica con su propio grupo de pertenencia lo llevó a, por ejemplo, no participar de iniciativas empresarias como el Coloquio IDEA?

No, bueno. Yo no soy muy propenso a participar en eventos de ese tipo, aunque alguna vez hace muchos años he participado. Pero si vos mirás las conclusiones de los coloquios de IDEA de los últimos 20 o 30 años y lo que pasó después en la realidad vas a ver que nunca pasó nada de lo que se dijo que debía pasar ahí, y las persona son básicamente las mismas. Uno quiere suponer que forman parte del núcleo de gente que influye en el rumbo del país. Entonces, si hay un encuentro empresario que se realiza todos los años y que saca recomendaciones y que dependiendo del Gobierno encuentra más o menos permeabilidad a esas ideas... ¿cómo fue el país? Siempre para atrás. Entonces, o lo que se dijo se dijo porque es políticamente correcto, que es uno de los males argentinos, que se dice una cosa en público y otra en privado, o se dijo de buena fe pero no se pudo. 

Nunca pasó nada de lo que se dijo que debía pasar en el Coloquio IDEA, y las persona son básicamente las mismas

¿Y para usted cuál es la explicación?

No se puede generalizar, pero creo que no hay un compromiso a nivel individual demasiado fuerte con el país. Del lado de los empresarios te van a decir que con las señales que da en el país es difícil invertir, que es cierto, pero creo que finalmente es un círculo vicioso. 

Asumo que usted quedó dentro de las alrededor de 12.000 personas alcanzadas por el aporte extraordinario a las grandes fortunas. ¿Le parece bien pagarlo? 

Me parece un disparate porque, como primera medida, es absolutamente discriminatorio. Cuando ves el patrimonio que tienen declarado esas personas en AFIP te das cuenta que de ninguna manera son los más ricos del país solamente, porque tiene que haber un montón de otra gente que tiene un patrimonio importante. Si mirás cuántos metros cuadrados hay construidos, cuántas hectáreas cultivables, cuántos depósitos bancarios te das cuenta que esos pobres 12.000 tipos que están ahí en una jaulita en el zoológico -porque la AFIP caza en el zoológico, sólo a los que declaran- representa no más del 10% de la riqueza gravable. Entonces, ya por empezar te estás aprovechando de los que declaran y no aplicándoles impuestos a los que no declaran o evaden. 

Por otro lado, como señal, le estás cobrando al que mantiene su residencia en la Argentina y al que está en Uruguay que por ahí tiene el mismo patrimonio en la Argentina que el otro no se lo vas a cobrar. Estás castigando a los que tienen residencia fiscal en la Argentina. 

Si yo tengo una fábrica que vale $1.000 millones y un señor que está en Punta del Este tiene una cuenta afuera con la misma plata, yo voy a pagar el impuesto y él no. ¿Qué tiene eso de justo? El mundo no funciona por patriotismo

¿Le parece lógico, entonces, que algunos empresarios hayan decidido en el último tiempo mudarse a Uruguay?

Claro que es lógico. Si yo tengo una fábrica que vale $1.000 millones y un señor que está en Punta del Este tiene una cuenta afuera con la misma plata, yo voy a pagar el impuesto y él no. ¿Qué tiene eso de justo? El mundo no funciona por patriotismo. La gente va a los países a donde es atractivo invertir. Uno obviamente que quiere que al país de uno le vaya bien y hace todo lo posible para que sea así, pero hay un punto donde los Gobiernos también tienen que tener en cuenta cuando toman medidas de no castigar a los que apoyan al país. 

¿Cómo avanza la negociación con los dos interesados en el Parque de la Costa: un grupo español y el empresario vinculado al entretenimiento y los medios Marcelo Figoli?

No podemos adelantar cómo va a terminar esta negociación. Nuestro interés sería que el parque pueda seguir operando, es la intención que tiene cualquiera que ha tenido una empresa y en este caso que la ha fundado y construido durante tantos años, con una inversión de US$150 millones. No forma parte de nuestra estrategia a futuro mantener el parque, pero nos gustaría en tanto las condiciones sean razonables para ambas partes, encontrar una salida que permita que siga siendo operado por alguno de los potenciales inversores.  

Pero si no se llega a un acuerdo.. 

Si no se llega a un acuerdo lo vamos a cerrar, ya lo hemos dicho.

DT

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