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Las subidas de las tasas de interés en Europa aumentan la desigualdad y las bajadas apenas la reducen

Christine Lagarde, actual presidenta del BCE, junto a Mario Draghi, su antecesor en el cargo, hasta 2019.

Daniel Yebra

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Mario Draghi, antecesor de Christine Lagarde en la presidencia del Banco Central Europeo (BCE), fue un defensor de “los efectos redistributivos [de la riqueza]” de la política monetaria durante su mandato (entre 2011 y 2019). En síntesis, el economista, que antes fue vicepresidente para Europa del banco de inversión Goldman Sachs (entre 2002 y 2005) y después primer ministro de Italia (entre 2021 y 2022), sostuvo que las políticas monetarias expansivas “reducen el desempleo, lo que beneficia más a los hogares más pobres”.

Draghi aplicó medidas heterodoxas en la eurozona para favorecer la salida de la Gran Crisis Financiera. Bajó las tasas de interés de referencia hasta el mínimo histórico del 0% y diseñó sistemas de inyección de liquidez para la banca y de 'creación' de dinero para comprar deuda de los países y las grandes empresas.

Con ambas medidas, que antes habían ejecutado la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos o el Banco de Japón, abarató el acceso a la financiación para apoyar la recuperación de la actividad, que fue lenta y dolorosa para las familias trabajadoras. Sobre todo en economías como la de España, donde se sufrieron reglas de austeridad que implicaron recortes en servicios públicos básicos, dramáticas tasas de desempleo, una histórica pérdida de poder adquisitivo y definitivamente un aumento de la desigualdad.



Muchos expertos reaccionaron entonces ante la tesis de Draghi, y las conclusiones que se sacaron entonces sirven para posicionarse hoy ante la respuesta que está ofreciendo la política monetaria a la crisis de inflación. Uno de los informes más detallados lo firmaron los economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) Davide Furceri, Prakash Loungani y Aleksandra Zdzienicka en 2018. En su texto, titulado “Los efectos de los shocks de política monetaria sobre la desigualdad”, aseguraron que las subidas de las tasas de interés aumentan la desigualdad, y que las bajadas apenas la reducen.



En primer lugar, los economistas recopilan argumentos en favor de esta afirmación. “Por ejemplo, la política monetaria expansiva [bajadas de tipos y programas como los que implementó Draghi y después Lagarde durante la pandemia] puede aumentar la desigualdad a través de sus impactos en los precios de los activos financieros y la inflación [al mejorar la liquidez en general, crecen los precios en los distintos mercados, también de la vivienda, lo que beneficia a las empresas y las rentas altas que invierten en bolsa o son propietarias]”, explican.

“En 2019, mientras el 50% [de las familias] con menores ingresos apenas recibía el 2,4% de todos los dividendos y otros rendimientos financieros repartidos por la economía, el 1% con mayores ingresos se llevaba el 64,9 % (27 veces más)”, recopila Oxfam Intermón en su informe “Sobra mucho mes a final de sueldo”, publicado hace algunas semanas.

“Cuanto mayor sea el porcentaje del PIB repartido como rentas de capital frente a las rentas del trabajo, mayor será la desigualdad económica, por la fuerte concentración en pocas manos que presentan las primeras. 86 de cada 100 euros repartidos como rentas de capital acaban en manos de apenas un 10% de la población”, añaden en la organización española.

“Dado que los hogares con mayores ingresos reciben una mayor proporción de las ganancias financieras que los hogares de ingresos bajos, tienden a beneficiarse más”, resume el informe de los economistas del FMI. Sobre el efecto de la inflación en el consumo, bien conocido está siendo en los últimos meses el daño a la capacidad de compra, más grave en el caso de las familias más vulnerables.

El BCE solo se preocupa de la inflación

Los expertos del FMI añaden el argumento de Draghi sobre que las políticas monetarias expansivas efectivamente favorecen la creación de empleo, y eso impacta en mayor medida en las rentas bajas, principalmente los que salen del paro, remando en contra de la desigualdad. Pero es esclarecedor que el BCE no incluya entre sus objetivos la reducción del desempleo, y solo se centre en una inflación moderada (cerca del 2%).

“Actualmente, tenemos un shock externo que implica una caída de las rentas. La inflación importada afecta especialmente a los hogares con ingresos más bajos, ya que los productos que más han aumentado el precio (alimentos y energía) tienen un peso relativo más alto en sus cestas de consumo. Ante este shock externo, subir las tasas de interés es una forma muy imperfecta de solucionar el dilema redistributivo, poniendo el peso del ajuste sobre los hogares de bajos ingresos, que acaban perdiendo por partida doble, y que, como demuestra muy bien el estudio, contribuye a seguir aumentando la desigualdad”, reflexiona Jordi Schröder, investigador de Positive Money Europe.

“Esto demuestra hasta qué punto es ineficiente nuestro marco de políticas económicas actual ante este tipo de shocks. Básicamente, el BCE va a aumentar el paro (y por ende la desigualdad) porque los precios de la energía y alimentos han subido”, prosigue.

“Un aumento duradero de la desigualdad”

Finalmente, el informe pone números a este debate, y acaba deduciendo que la política monetaria según se ha aplicado hasta ahora en la eurozona aumenta la desigualdad. Con mayor incidencia en los ciclos de subidas de las tasas de interés y retirada de liquidez, como el actual. “Los resultados muestran que el endurecimiento de la política monetaria conduce a un aumento duradero de la desigualdad de rentas”, termina.

“El estudio tiene conclusiones muy preocupantes, ya que demuestra que la política monetaria convencional tiene un impacto asimétrico que afecta negativamente a los hogares con ingresos más bajos”, reconoce Jordi Schröder.

“Entonces, podemos afirmar que los bancos centrales han sido partícipes del incremento de la desigualdad que dio lugar a partir de los ochenta”, continúa. “El informe, sumado con otros que tienen resultados parecidos, desvela que, contra lo que dice la teoría monetarista —sobre la cual se construye el actual diseño institucional de la Eurozona— la política monetaria tiene un impacto redistributivo, que afecta la economía tanto en el corto como en el largo plazo”, observa el investigador de Positive Money.

“El BCE tiene que considerar el impacto redistributivo de sus decisiones en sus análisis de proporcionalidad, que deberían tener un grado más alto de rendimiento de cuentas ante el Parlamento Europeo”, considera el economista del centro de análisis. Y finaliza: “Estos resultados deberían abrir el debate de si una política tan poco focalizada como la subida de las tasas de interés es la forma más eficiente de combatir la inflación”.

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