Uno de cada tres inquilinos tiene deudas de alquiler y la situación es peor en hogares que recibieron IFE
Uno de cada tres inquilinos tiene deudas de alquiler y la proporción llega al 41% en los hogares que recibieron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) en 2020, según una encuesta realizada en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) en junio pasado.
De acuerdo con el relevamiento, hecho por el Centro de Estudio Legales y Sociales y la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (Idaes-Unsam) sobre un universo de 1.351 casos, la vulnerabilidad inquilina se retroalimenta con la vulnerabilidad financiera, acumulándose desventajas en el terreno habitacional y en el financiero.
“Los hogares con alta vulnerabilidad inquilina presentan menor capacidad de ahorro, disminuyendo su posibilidad de hacer frente a gastos imprevistos. En otras palabras, cualquier eventualidad (de salud, de reparación de herramientas de trabajo) que requiera un gasto excepcional puede poner en riesgo su capacidad de pagar el alquiler”, detalla el informe.
Los investigadores señalaron que, si cerca del 40% de los hogares que se encuentran atrasados en el pago de deudas y servicios no recibe ninguna asistencia para poder desendeudarse paulatinamente, “no hay forma de que su situación no se agrave en forma espiralada”, contrayendo más y más deudas y poniendo en inminente riesgo su situación habitacional.
La ley de alquileres sancionada en 2020 crea un Programa Nacional de Alquiler Social con herramientas como líneas de subsidios al alquiler, mecanismos de fiscalización para que locadores y locatarios cumplan con el marco normativo, la creación de un seguro público y de instancias de resolución de conflictos. Sin embargo, el programa todavía no fue implementado, según indicaron los autores del informe.
El estudio revela, además, que las mujeres y los jóvenes son los más vulnerables a la hora de sostener un hogar inquilino. Señala que, en un contexto de incertidumbre económica y precariedad laboral, el peso creciente del alquiler en la economía de los hogares, el riesgo de que se interrumpan los ingresos y la posibilidad de un desalojo hacen que para muchas personas “alquilar sea una situación habitacional cada vez más frágil”.
DT
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