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La vida en casillas rodantes y terrenos tomados de los habitantes de El Chaltén, el lado B del destino turístico de moda

Nati Ebe lava ropa en su casilla rodante, en El Chaltén

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El Chaltén, Santa Cruz.- Como todas las noches, Domo Blanco, la única heladería de El Chaltén, está repleta. La cola de clientes atraviesa el salón principal y continúa en la vereda. Por la avenida principal pasan autos pero sobre todo personas que caminan buscando una mesa para cenar, vuelven a sus alojamientos o simplemente pasean. Es una temporada récord en la capital nacional de trekking. 

No es que los turistas que esperan para pedir su helado le presten demasiada atención, pero adentro del local hay pegado un cartel que dice “S.O.S Terrenos para El Chaltén YA”. El cartel está, en realidad, en todos lados: en la carnicería, en la dietética, en las ventanas de las casas, en la luneta de los autos. Entre tanta algarabía vacacional, quienes residen de manera permanente y trabajan en este pueblo de Santa Cruz quieren decir algo.

El primer lugar en el que se instaló Mariana Neme cuando llegó a El Chaltén, ocho años atrás, fue un depósito: una habitación llena de cajas que fue lo único que encontró disponible. Después pasó un tiempo en una carpa y, más adelante, en un monoambiente compartido con una amiga, que tenía el baño afuera. “Muy precario”, recuerda. Por entonces trabajaba de moza y en la temporada baja volvía a Santa Fe o viajaba por otros lugares. 

Ahora su vida es distinta. Trabaja como brigadista en el Parque Nacional Los Glaciares, tiene una hija de 4 años y vive de manera permanente en una casilla rodante estacionada en un terreno tomado. Con los alquileres volcados al turismo y sin terrenos disponibles para la venta, gran parte de los habitantes del pueblo y quienes se suman para trabajar durante la temporada viven, como ella, en casillas rodantes o en “casas trineo”, construidas sobre patines para poder moverlas. 

Una primera explicación está en el origen. La localidad de El Chaltén se creó en 1985 como una estrategia política para consolidar la soberanía argentina en medio de un conflicto fronterizo con Chile. Conflicto que en 1965 había generado un enfrentamiento entre las fuerzas de ambos países en el que murió un carabinero. Para construir el pueblo el Parque Nacional Los Glaciares cedió 135 hectáreas ubicadas al pie del cerro Chaltén (o Fitz Roy), una porción de tierra triangular cercada por la montaña y dos ríos que confluyen. Un recodo entre el bosque y la estepa, que desde el mirador del ingreso se ve compacto, construido. 

En el primer censo, del año 1991, El Chaltén tenía 41 pobladores. En 2001 ya eran 371, en 2010 alcanzaba los 950 y en 2012 superaban los 1.000. Actualmente la población ronda los 3.000 habitantes, un número menor a las 5.000 plazas que se estima que hay para turistas, contando cabañas, campings y hoteles. El Chaltén es un tesoro que los montañistas extranjeros descubrieron hace tiempo, pero que se volvió mucho más popular en los últimos años a partir de la pavimentación de los 213 kilómetros que la separan de El Calafate, a donde se puede llegar en avión. 

“Lo de la casilla rodante lo resolví en un momento de desesperación, de querer separarme de mi pareja de entonces y vivir sola con mi hija, pero sin tener la posibilidad de costear un alquiler a los precios que están”, dice Neme. El terreno en el que está instalada es del Estado y tiene dos construcciones que dejó una empresa que tuvo la concesión un tiempo, ocupadas por otras dos familias. Lo más difícil de vivir en una casilla, asegura Neme, es el invierno, cuando las temperaturas obligan a pasar mucho tiempo adentro. 

“Yo por ahora la estoy llevando, pero de acá a dos años tengo que solucionar este tema”, señala. “Tengo una hija que necesita su espacio, y tampoco quiero estar para siempre en el patio de otra persona. Me gustaría tener un lugar para vivir dignamente, cultivar alimentos, practicar deporte, disfrutar. Uno le pone onda y la pilotea, porque es un lugar hermoso, pero es heavysiento que este pueblo está presionando mucho y llevando al límite a las personas en muchos sentidos”.

Los vecinos piden que el Municipio asigne y venda los terrenos fiscales remanentes o habilite nuevas áreas para la construcción de viviendas. Incluso está sobre la mesa la propuesta de crear un pueblo satélite. Si bien elDiarioAR consultó reiteradamente al Municipio del Chaltén, no obtuvo respuestas respecto de la cantidad de pedidos formales de asignación de tierras, de superficie disponible, ni de las alternativas en estudio para ampliar el ejido urbano. 

Mauro Piombo tiene 46 años, es rosarino y se mudó hace 16 años a El Chaltén. Llegó con la intención de visitar a un amigo, pero se quedó a trabajar en la temporada, se puso en pareja, tuvo un hijo. Es profesor de música en el colegio secundario del pueblo y vive en una casa construida sobre patines, que por ahora está en el patio de un amigo.

Su amigo se niega a cobrarle alquiler, pero cuenta que hay personas que pagan 200 dólares solo por el lugar para instalar la vivienda móvil. De todos modos, el de los habitantes de El Chaltén no es un problema de ingresos. En muchos casos, se trata de personas que ganan bien y que podrían construir su propia casa o vivir con mayores comodidades; lo que no hay son terrenos para comprar. Cuando eventualmente se pone uno en oferta, lo hace con precios solo aptos para desarrollos comerciales. El último que estuvo a la venta, comentan los vecinos, se ofrecía a US$300.000. Por otro lado, quienes tienen una vivienda disponible encuentran más conveniente alquilarla temporalmente a turistas que cerrar contratos en pesos a largo plazo. Para los chaltenenses, que este verano sufrieron también el desborde de las cloacas de la ciudad, queda el descarte. 

“Vemos cómo el pueblo sigue creciendo y los que elegimos vivir acá hace tiempo, que tenemos un proyecto de vida y familia en este lugar, nos vamos quedando afuera. Es desesperante y muchas personas finalmente deciden irse porque no le encuentran la vuelta, el pueblo te expulsa”, dice Piombo. 

El Chaltén se convirtió en municipio recién en 2011 y tuvo autoridades propias en 2015. Hasta entonces, los trámites formales para la obtención de tierras se hacían en Río Gallegos y el traspaso demoró las gestiones y sumó complejidad al problema. Según la web del Municipio, actualmente la Secretaría de Obras y Urbanismo está trabajando en el “ordenamiento” de la documentación. En 2021 Parques Nacionales cedió otras 11 hectáreas destinadas a la ampliación del núcleo urbano de El Chaltén, que fueron destinadas a “actividades recreativas, deportivas y otras infraestructuras”, pero no a viviendas.

Es sábado a la mañana. Llovizna y unas nubes livianas se mueven sobre el cerro Chaltén, que entonces explica su nombre en lengua aonikenk: montaña humeante. La puerta de la casilla rodante está abierta y Nati Ebe entra y sale con ropa que lava en un balde naranja. Es día de limpieza y adentro de la casilla, en ese espacio de menos de seis metros cuadrado está todo lo que tiene, todo lo que puede tener: una cama cubierta con un plumón, una computadora que apoya sobre un cajón de madera pintado de colores, una pequeña mesa ovalada y una cocina con frascos de especias que penden del techo.  

“Es lo más chic que vas a encontrar”, dice Nati, que es fotógrafa y decoró el ambiente con alfombras y pompones de colores. “Este terreno lo alquilamos entre todos. El dueño tiene una agencia de turismo y casi todos los que viven acá son sus empleados. Por ejemplo, acá al lado viven guías de montaña”, cuenta, haciendo un paneo sobre sus vecinos. 

Pero no todos los empleadores tienen un terreno para ofrecerle a su personal y ese fue uno de los problemas de esta temporada. Los comercios necesitaban sumar trabajadores para responder a la demanda, pero no podían garantizarles que encontraran un lugar para hospedarse. A los turistas que hicieron sus reservas con tiempo, en cambio, no les faltaron opciones. 

DT

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