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Análisis

“No vengan acá”: para el pueblo de Cuba y de Haití, un mismo mensaje de EEUU

El secretario de Seguridad Nacional fue el encargado de que el primer anuncio de una política concreta decidida por la Casa Blanca en respuesta a las crisis cubana y haitiana fuera uno de desaliento a la migración: "No vengan".

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La presidencia de Joe Biden puso fin a décadas de doble discurso. Dejó atrás el doble estándar con durante años EEUU premió la huida de la dictadura comunista de Cuba para castigar la fuga de las tiranías derechistas y oportunistas de Haití. Quienes busquen refugio y asilo en suelo norteamericano no llegarán a apoyar ni un pie en el litoral marítimo, dijeron funcionarios del Ejecutivo. El patrullaje policial y militar de la frontera marina lo impedirá, y repatriará a quienes lo intenten.

Las dos islas serán tratadas por igual y quienes las abandonen sufrirán pareja e ineludible represión en las aguas del Caribe, anunció la administración demócrata. Es la primera medida concreta que anuncia la Casa Blanca, después de un comunicado del presidente que reconoce a la ciudadanía de Cuba el deber universal de todos los gobiernos de evitarle la desnutrición, la enfermedad, y la muerte por inanición o infección, la felicita por reclamar el cumplimiento de ese deber, y recuerda al gobierno de La Habana el deber de permitir el reclamo ciudadano de esos derechos. Hasta ahora, ni ha dicho una palabra sobre si y cómo auxiliará a esa ciudadanía cubana a la que felicita con papel membretado, ni insinúa cuándo vaya a pronunciarla.

Sin embargo, la Casa Blanca sí ha dado el ejemplo en cuanto toca a la universalidad de la ley. Alejandro Mayorkas, secretario del Departamento de Seguridad Nacional, dirigió la misma advertencia a las dos islas: no vengan, “si se hacen a la mar y se embarcan, nunca llegarán a EEUU, ahí va a estar la Guardia Costera para impedirlo”.

El temor de un aumento exponencial de la migración no es injustificado. Más aún, en términos generales comparte un rasgo distintivo con otras enérgicas reacciones de la administración demócrata: es tardío. En junio, la propia Guardia Costera, en cuyo Cuartel General había convocado Mayorkas la conferencia de prensa en la que el martes advirtió al pueblo de Cuba y al de Haití que no eran bienvenidos, informó que el tráfico y contrabando por mar de personas que buscaban migrar a EEUU había aumentado un 50% en el último año. Que habían aumentado un 80% las intercepciones de embarcaciones en el Caribe que habían sido obligadas a retornar. Que habían detenido a 7500 personas. Aunque seguramente el número más relevante sea otro. Según la Organización Internacional para las Migraciones, durante 2020 en la región de las Américas, la muerte o presunta muerte en las aguas ha sido una de las principales causas de desaparición de personas.

La vicepresidenta Kamala Harris había sido criticada en junio, aun dentro de su partido, por insistir a la migración centroamericana, en una entrevista de la cadena NBC, con el mismo mensaje que tocó repetir al secretario de Seguridad Nacional y dirigirlo a las migraciones cubana y haitiana: “No vengan. No vengan”. La entrevista había tenido lugar, en Guatemala, en su primer viaje al extranjero como vicepresidenta, para enfrentar la crisis migratoria. Fue criticada con unánime virulencia por la oposición. El partido Republicano ha hecho del agravamiento de la crisis humanitaria desencadenada por la administración Biden en la frontera Sur, a partir de sus anuncios de mejoramiento de condiciones de trato para quienes buscan asilo. Las caravanas de migrantes llegadas desde América Central, especialmente del llamado Triángulo Norte (por la Triple Frontera entre Guatemala, Nicaragua y El Salvador), hasta el límite EEUU-México, donde se erige el muro levantado por Donald Trump y cuya construcción ordenó detener Biden como uno de los primeros y más espectaculares actos de reversión de políticas que dispuso al asumir, llegaron a los números más altos de la última década y media, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos​ (U.S. CBP) . La misma publicidad que había dado el presidente demócrata a sus iniciativas de DDHH, que abiertamente proclamaban poner fin a la inhumana crueldad de su antecesor republicano, fungieron como propaganda que estimuló tanto la voluntad de migrar como el negocio de las empresas de contrabando de personas.

La violencia, creadora de migrantes que no hay violencia que retenga

Diversas investigaciones empíricas recientes agregaron detalles, precisiones y comprobaciones sin excepción a un hecho de cuya enunciación nadie duda a priori. Que la violencia social, el cambio político, la violencia, la pobreza y la indigencia, las privaciones alimentarias y la penuria sanitaria, todo ello acrecido por el coeficiente multiplicador que introduce la pandemia, son el motor de las migraciones en general, y de las del hemisferio norte americano, con destino a EEUU, en especial.

Otras investigaciones han concluido que el refuerzo de seguridad policial y militar y la clara adopción de una política de tolerancia cero en las fronteras, como la que Mayorkas anunció sin claroscuros al pueblo cubano y al pueblo haitiano, no disminuye la evasión de migrantes que buscan abandonar regiones expulsivas en dirección a destinos donde la migración de su propio país ha sedimentado y ha prosperado. Sólo empujan a la forzada decisión de optar por vías y medios más peligrosos y onerosos para llegar sin papeles e ingresar sin control al territorio norteamericano. Caminos más largos e indirectos, con menos vigilancia porque la hostilidad de la naturaleza los defiende, que ponen en peligro la salud y la vida de las personas migrantes, siempre las dañan, y cada vez más veces acaban con ellas.

Un plan de acción, que el candidato Biden había desechado como marca registrada de la mentalidad empresarial de su predecesor, fue aquel que al fin escogió, con resignación pero sin desgano, a las pocas semanas de ocupar la Casa Blanca, el presidente Biden. El de tercerizar la represión de la migración: la gendarmería por procuración. En el caso de Centroamérica, el tercer país es México. Los mayores acercamientos de la administración demócrata con la de Morena fueron para habilitar entendimientos, medios, recursos y trueques que involucraran la voluntad mexicana para detener, neutralizar, y hacer retroceder a las caravanas migrantes mucho antes de que avistaran la frontera Sur de EEUU: para que no haya jaulas con niños en los centros de detención de Texas, había que impedir que los menores llegaran cerca. El presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que simultáneamente con estos pedidos, pero sin vincularlas con ellos, EEUU había iniciado donaciones de vacunas anti-Covid y desbloqueado la exportación de insumos clave para la producción farmacéutica inmunológica nacional mexicana.

Además del aumento de la vigilancia que llevaría a un aumento de los arrestos, detenciones, y deportaciones de aspirantes a migrar a EEUU, se sugirieron a México. Por ejemplo, después de registrado por la CBP el aumento de la migración ilegal desde Brasil, al que la pandemia y la letalidad local del coronavirus habían convertido en un país expulsivo como nunca antes, se había sugerido a México que volviera más exigente y pusiera más requisitos a naturales de ese país sudamericano para el sellado de visas de ingreso mexicanas en sus pasaportes. Esta iniciativa diplomática puede reforzarse en los casos de Cuba y de Haití, pero no hay terceros países que se interpongan entre ellos y EEUU.

Quedate en casa, cada país es una isla

En Haití, EEUU paga el precio de sus costumbres y de su dilecto cumplimiento de la ley del menor esfuerzo. En los últimos treinta años, y con mayor intensidad desde el terremoto de 2010, EEUU asistió a la democracia pluripartidista e insistió, como ahora mismo insiste, en la pronta celebración de elecciones como remedio a la acefalía ejecutiva que siguió al asesinato del presidente Jovenel Moïse. A sabiendas que los resultados electorales no reflejaban la voluntad popular, pero sí revelaban qué formaciones, partidos, personas, bandas, oligarquías, disponían de fuerza suficiente como para imponer un recuento de votos por sobre los demás, y hacerse con el poder. Ahora está dispuesto a hacer lo mismo, para asegurar un orden y estabilidad, sin importar cuán promisorio o perdurable, que contengan estallidos de migración. Sin embargo, este método parece haber dado prueba de cuáles eran los límites extremos de su aplicación a repetición.

En Cuba, la situación es aún más complicada, y más alejada de una solución dilatoria negociable. Una de las causas inmediatas de la protesta social es la miseria causada por la interrupción brutal del monocultivo cubano, que ya no es el contrapunto del tabaco y del azúcar, sino el turismo, por las cuarentenas dictadas en los países que producen turistas, durante la pandemia. Unida a las restricciones mayores y engorros deliberados que crearon Trump y su gabinete para el envío de remesas a la isla -remesas que, de todos modos, también descendían abruptamente en sus montos porque a quienes las enviaban la pandemia carcomía sus ingresos. Una liberalización para la realización del envío de dinero de EEUU, en el contexto del boom laboral de la reactivación en la post-pandemia vacunada, ayudaría a morigerar la erupción migrante. Pero como cualquier otra colaboración con La Habana, electoralmente ayudaría poco a los demócratas. Especialmente, en Florida, el tercer estado por su población de los 50 de la Unión, para las elecciones legislativas de medio término de 2022: allí, en las presidenciales de 2020, Biden sufrió por el voto anticomunista del electorado hispano, una humillante derrota.

AGB

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