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SALUD

Piel atópica, más tópica de lo que se piensa

Foto: Pixabay

Marta Chavarrías

Diario.es —

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Pese a no ser una enfermedad grave, la dermatitis atópica tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de quien la sufre. Se estima que la piel atópica afecta al 10-20% de los niños y al 1-3% de los adultos en los países desarrollados. En el 45% de los casos, la dermatitis atópica aparece dentro de los seis primeros meses; el 60% durante el primer año y el 85% antes de los cinco años.

Se cree incluso que muchos recién nacidos destinados a tener dermatitis atópica ya han perdido agua transepidérmica de forma significativa en el segundo día de vida, lo que puede ser un claro signo de alergia alimentaria futura. Pero difícilmente la dermatitis atópica se quedará para toda la vida. Este trastorno viene y puede pasar con el tiempo. Se calcula que hasta en el 70% de los niños con este trastorno vivirán una remisión clínica antes de la adolescencia.

Qué hay detrás del picor

Piel muy seca sensible que puede agrietarse, enrojecimiento, supuración y, en ocasiones, erupciones cutáneas escamosas. Estos síntomas son los más comunes y suelen aparecer, sobre todo en los niños, en las mejillas, en la parte externa de los codos y en las rodillas. En adultos, las zonas más afectadas suelen ser las manos y los pies, los brazos y la parte posterior de las rodillas.

Todos estos síntomas, que en algunos casos pueden ser dolorosos, suelen empeorar con el contacto con agentes externos y desencadenantes como la exposición a jabones o detergentes muy perfumados o aspectos climáticos como un aire muy seco. ¿Por qué aparecen todos estos síntomas ¿Hay una causa concreta? La investigación clínica ha iniciado ya una carrera de trabajos importante para comprender la fisiopatología de este trastorno y analizar el impacto de los distintos tratamientos.

Se sabe, por ejemplo, que puede haber mutaciones genéticas en la proteína de la piel llamada filagrina que produce una ruptura de las barreras entre las células epidérmicas de la piel. Esto provoca la deshidratación de la piel y aumenta la capacidad de los “aerolérgenos” -como los ácaros del polvo o la caspa de mascotas- para penetrar en la piel. Estos “aerolérgenos” provocan inflamación alérgica y una fuerte sensación de picor.

Se ha demostrado también que la dermatitis atópica es una reacción de hipersensibilidad mediada por IgE, un tipo de anticuerpo de la sangre que fabrica el sistema inmunitario para proteger el cuerpo de bacterias, virus y alérgenos (una concentración elevada de anticuerpos puede ser un signo de una reacción desproporcionada del cuerpo ante ciertos alérgenos).

Pero se desconoce la causa de por qué ocurre esto. A menudo, este trastorno suele asociarse con la presencia de antecedentes familiares con otros trastornos alérgicos. La historia familiar es importante para el diagnóstico y debe complementar el examen físico. Otro de los desencadenantes destacados, además de la predisposición genética, es el estrés. 

Sin cura pero con control

Aunque la piel atópica no tiene una causa clara, como una alergia, sí hay algunas acciones que pueden ayudar a mejorar los síntomas. El principal tratamiento incluye restaurar la barrera cutánea y controlar la inflamación, con las siguientes medidas:

  • Limitar el tiempo del baño y la ducha a los 5-10 minutos.
  • No usar agua muy caliente sino tibia.
  • No es necesario usar jabón cada vez que se toma una ducha: cuando se use, este jabón debe ser suave.
  • Tras el baño, la piel debe secarse suavemente con una toalla dando pequeños golpecitos, sin frotar.
  • Hidratar, hidratar e hidratar. Es la reina de las recomendaciones. Mantener piel bien hidratada es fundamental. Pero no todo vale, porque la crema hidratante debe ser espesa, sin fragancias. Es probable que deban probarse varias cremas antes de encontrar la que mejor va. Y si se aplica dos veces al día, mejor que solo una.
  • Mantener un ambiente más húmedo. La sequedad de la piel empeora con un ambiente seco y si se suda mucho.
  • Usar ropa de tejido natural, como algodón o lino, y evitar ropa sintética y muy ajustada.
  • Quitar las etiquetas que van con las prendas de ropa que también pueden ser irritantes cuando rozan la piel, por tanto, es preferible quitarlas antes de estrenarlas (y lavar la ropa nueva).
  • A la hora de lavar la ropa, es preferible usar un detergente para pieles sensibles porque los convencionales y muy perfumados pueden aumentar la irritación.

En los casos más graves, el médico puede considerar oportuno el uso de esteroides tópicos para reducir la inflamación de la piel, aunque debe prestarse atención a sus efectos secundarios como adelgazamiento de la piel, pérdida de pigmentación y formación de estrías. Los antihistamínicos orales, aunque no eliminan el sarpullido, pueden ayudar a aliviar el picor en algunas personas.

Falsas ideas sobre la piel atópica

  • Es contagiosa: no, no lo es. La dermatitis atópica no se contagia de una persona a otra, ni por contacto directo con alguien que la tenga, ni a través de toallas o ropa.
  • Se necesitan biopsias y análisis de sangre para hacer el diagnóstico: no es necesario porque, en la mayoría de los casos, el dermatólogo comienza con una observación de la piel para buscar manchas y placas en la piel que estén mal delimitadas y de color rosa a rojo en los tipos de piel más claro o de color violáceo a marrón en la piel más oscura. En la mayoría de los casos, estas lesiones suelen volverse más pálidas si se ejerce un poco de presión. También es importante saber si hay picor y si hay familiares con asma o algún tipo de alergia.
  • Dermatitis atópica y dermatitis de contacto es lo mismo: no es correcto, se trata de dos afecciones que, pese a que comparten síntomas (erupciones inflamatorias, escamosas y picor) tienen causas muy distintas. La dermatitis atópica es una afección crónica que se cree que está relacionada con un problema autoinmune, mientras que la de contacto se desarrolla cuando la piel entra en contacto con algo que desencadena una reacción.
  • La dermatitis atópica es para toda la vida: cuando se desarrolla en bebés, se ha demostrado que el trastorno mejora con el tiempo; incluso en el caso de algunos niños, desaparece por completo a los dos años. Aunque el 50% de los niños la tendrán de adultos, en la mayoría de los casos se vuelve más leve. 

M.Ch.

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