Calentamiento global

El 82% de los ciudadanos de Tuvalu pide un visado climático a Australia porque su país se hunde por la subida del mar

Marta Montojo

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2.474 ciudadanos de Tuvalu –que implican un total de 8.750 personas al sumarse sus familiares–, solicitaron el visado climático de Australia, el primer acuerdo bilateral entre países para favorecer la movilidad por motivos relacionados con el calentamiento global. La cifra representa el 82% de la ciudadanía de esta pequeña nación insular del Pacífico meridional, habitada según el censo de 2022 por 10.643 personas y cuyos atolones se están hundiendo por la subida del nivel del mar causada por el recalentamiento del planeta.

La Pacific Engagement visa es la primera ‘visa climática’ en el mundo, y ofrecerá cada año la oportunidad de asentarse en Australia a 280 personas de Tuvalu, elegidas por sorteo entre las candidaturas. El plazo para presentar la solicitud en esta primera edición se cerró el 18 de julio y, unos días después, el Gobierno australiano dio a conocer el número de candidatos, que —extendido a los familiares— representa a la mayoría de la población tuvaluana. Ahora, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Australia tiene hasta el 25 de enero de 2026 para conceder esas 280 primeras visas.

Para participar en el sorteo, los ciudadanos de Tuvalu —residentes o no en el país— solo tenían que ser mayores de 18 años y pagar una tasa de 25 dólares australianos (14 euros).

Tuvalu está considerado entre los países más vulnerables ante los efectos del cambio climático. “Se enfrenta a una amenaza por las inundaciones permanentes y las provocadas por las olas, y algunos estudios han sugerido que muchas de sus islas bajas se volverán inhabitables en el siglo XXI”, resume el Banco Mundial en un informe sobre riesgos climáticos en este microestado.

La economía de Tuvalu, azotada por ciclones y fuertes tormentas, además de episodios severos de sequía y calor extremo, está también amenazada por la crisis climática, pues estos fenómenos agravan el riesgo de aumentar la deuda del país. El Banco Mundial estima que los desastres naturales asociados al calentamiento global ocasionan pérdidas a Tuvalu de casi el 7% de su PIB anual.

Sus islas tienen una dimensión de unos 26 kilómetros cuadrados, y una altura sobre el nivel del mar de menos de tres metros. En la COP26, la cumbre del clima de la ONU celebrada en Glasgow en 2021, el entonces ministro de Asuntos Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, advirtió en un vídeo —donde se le veía con la mitad del cuerpo sumergida bajo el agua— sobre los riesgos “letales” y existenciales que el cambio climático presenta para su país. “Nos estamos hundiendo”, dijo Kofe. “No podemos esperar a los discursos cuando el mar se está elevando en torno a nosotros cada día”.

En 2023, Australia y Tuvalu firmaron el tratado Falepili Union, un acuerdo jurídicamente vinculante con el que Canberra reconocía la continuidad de la condición de Estado y la soberanía de Tuvalu, “a pesar del impacto del aumento del nivel del mar relacionado con el cambio climático”; se comprometía a ayudar a Tuvalu en caso de “catástrofe natural grave, pandemia sanitaria o agresión militar” y prometía crear una vía especial de visados “para apoyar la movilidad con dignidad, que permitirá a los ciudadanos de Tuvalu venir a Australia a vivir, trabajar y estudiar”, decía, en el contexto de la crisis climática.

Éxodo climático

Según el Centro de Seguimiento de Desplazados Internos (IDMC), que estudia solamente las migraciones a nivel doméstico —desplazamientos dentro de un mismo país— en 2024 hubo 83,4 millones de desplazados internos en todo el mundo. De estos, 73,5 millones migraron a causa de conflictos y violencia y 9,8 millones lo hicieron a consecuencia de desastres naturales.

Creemos que ocurre es que las personas migran primero dentro de su propio país y puede pasar un tiempo hasta que alguien intente solicitar un visado o trasladarse a otro lugar

“Sabemos que el cambio climático está aumentando la frecuencia y virulencia de los desastres, así que es claramente un factor”, explica desde Sídney la investigadora Jane McAdam, directora del Kaldor Centre for International Refugee Law de la Universidad de New South Wales. “Y lo que creemos que ocurre es que las personas migran primero dentro de su propio país y puede pasar un tiempo hasta que alguien intente solicitar un visado o trasladarse a otro lugar”.

Pero contabilizar los movimientos transfronterizos motivados por el cambio climático es problemático, alega McAdam, “en parte porque no existen categorías de visados climáticos”.

El tratado Falepili Union —“falepili” es una palabra tuvaluana que se refiere a la “buena vecindad, el deber de cuidado y el respeto mutuo”— menciona en su preámbulo la “amenaza existencial” que el calentamiento global comporta para Tuvalu, y extiende esta oportunidad de movilidad a sus ciudadanos en el panorama de la crisis climática. Pero el derecho internacional no reconoce la categoría de refugiado climático.

“Es el primer acuerdo bilateral del mundo que incluye la vía de movilidad climática, pero es mucho más amplio que eso y creo que mucha gente lo utilizará para otros motivos, como para estudiar o trabajar. El clima puede estar en sus mentes, pero no necesariamente”, arguye la jurista.

De hecho, en el proceso los tuvaluanos no tendrán que acreditar estar escapando de riesgos climáticos para justificar mudarse a Australia, precisa. Respecto a la capacidad o voluntad de acogida de los australianos, McAdam considera que muchos ni se darán cuenta, pues pese a las informaciones en la prensa relacionadas con esta visa no ve que haya una conciencia entre la ciudadanía australiana sobre este asunto. Y, en todo caso, 280 personas “son muy pocas para los estándares de migración de Australia en la política de admisión de migrantes”. Se trata, dice, de un país acostumbrado a las migraciones. “La sociedad australiana es multicultural. Recibimos cientos de miles de migrantes de todo el mundo. Es una comunidad con experiencia en la diversidad de culturas, aunque aún no hay una gran comunidad tuvaluana en Australia y este visado es completamente nuevo, así que, en cierta medida, el éxito de este visado dependerá de lo bien que se acoja a las personas y del apoyo que reciban cuando lleguen aquí”, apunta la experta.

Para conseguir un visado de Australia normalmente hay que cumplir requisitos relativos al trabajo o a los estudios. Canberra tiene otras categorías de visado especiales para países del Pacífico, pero en ellas se exige un nivel mínimo de inglés, tener entre 18 y 45 años o una oferta de trabajo en Australia. “Nada de eso se aplica a este caso”, dice McAdam, sobre el nuevo acuerdo con Tuvalu.

McAdam no puede dar una cifra sobre cuántos desplazamientos forzosos internacionales por motivos climáticos calcula que hay en la actualidad, ni tampoco se fía de las proyecciones para el medio-largo plazo. La ONU habla de cerca de mil millones de personas para 2050. “Pero estas cifras son incorrectas, basadas en metodologías que son muy pobres, en proyecciones muy genéricas”, advierte.

“Aunque el movimiento inicial —dentro de su país— pueda haber sido un ciclón, por ejemplo, cuando esa misma persona se traslada a otro país, en ese punto ya puede haber un motivo laboral, así que, aunque se pudiera pedir a todos los migrantes que den sus razones, es posible que llegado un momento den una razón diferente a la primera, debido a la distancia en el tiempo”, argumenta McAdam. “Por lo tanto, es muy difícil hacer una estimación de las cifras”.