Cómo una antigua plaza de toros pasó de escenario de Podemos a catapulta de Vox y altavoz de Milei en España

“Es al lado del Palacio de Vistalegre, donde lo de Podemos”. Elena cuelga el teléfono después de indicar su nueva dirección a una amiga, que irá esa tarde a visitarla. Ahora tiene 32 años y vive en Madrid. Pero cuando Pablo Iglesias presentó a un nuevo partido, en una asamblea fundacional que ha quedado para la historia, apenas había entrado en la veintena. Era octubre de 2014 y Elena aún residía en León, su ciudad de origen. A kilómetros de allí, junto a la que una década más tarde sería su casa, Podemos congregó a 8.000 personas –150.000 por streaming– en una antigua plaza de toros reconvertida en recinto de eventos. El acto infló como un globo la cifra de afiliados en el movimiento y vaticinó su llegada al Congreso de los Diputados, que tendría lugar un año después. Aquel día se recuerda como Vistalegre I, y eso es porque hubo un Vistalegre II muy distinto y con la (única) foto de la unidad fracturada.
Este segundo acto fue en 2017 y, tan solo un año más tarde, otro partido en las antípodas de Podemos pero que tomaba el mismo impulso voraz de sus inicios optó por ese mismo edificio, en Carabanchel, para dar el gran disparo de salida. A diferencia de Iglesias, en Vox no eran nuevos en la política de partidos: fue un nicho marginal hasta 2018, cuando arrasaron como tercera fuerza en el Parlamento andaluz y, poco después, compartieron hemiciclo en la Cámara Baja con los de Podemos. La política española estaba mutando, y casi todos esos cambios habían podido contarse en algún momento desde el Palacio de Vistalegre.
La historia del edificio antes, durante y después de estos hitos también es variopinta. Empezó siendo una plaza de toros, inaugurada a principios del siglo XX pero que quedó destruida durante la Guerra Civil. Se reconstruyó en la posguerra bajo el nombre de La Chata, pero no fue hasta principios de los 2.000 cuando se inauguró sobre ese terreno el actual Palacio de Vistalegre. Eventos deportivos, competiciones internacionales del famoso videojuego League of Legend, conciertos de k-pop (pop coreano), grandes foros ultraliberales o del mundo cripto, shows y monólogos e incluso la beatificación religiosa de Guadalupe Ortiz en 2019. Definitivamente, la palabra multiusos define el espacio.
El gran evento político más reciente, que se aleja descomunalmente del espectro habitual en la época de Podemos, ha sido el Madrid Economic Forum. Tuvo lugar este mismo mes, entre los días 7 y 8 de junio. Nace de otra gala igual en Andorra, que este año ha pasado a celebrarse en la capital española. El acto promueve debates sobre economía y empresas a través de llamativas ponencias, mesas redondas o entrevistas con figuras conocidas. Y este año no faltaron: el presentador Iker Jiménez, el exdiputado de Vox Iván Espinosa de los Monteros, el expresidente de Ciudadanos Albert Rivera y el empresario Marcos de Quintos, economistas liberales como Juan Ramón Rallo o Daniel Lacalle, el historiador e impulsor junto a Vox de una moción de censura en 2023, Ramón Tamames... solo figuraba el nombre de una mujer: la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
Lo organizan las firmas andorranas Racks Labs y Abast Global. La primera es una consultora tecnológica vinculada a Víctor Domínguez, polemista conocido en redes sociales como Wall Street Wolverine por sus críticas al Gobierno españo promover la emigración fiscal a Andorra de los influencers. Abast Global es un despacho de abogados especializado en gestionar traslados de residencia y creación de sociedades en el Principado. La clausura corrió a cargo de Javier Milei cuando, además, estaba siendo investigado en Argentina y en Estados Unidos: su nombre aparece en una demanda colectiva presentada ante la Corte Suprema Nueva York por haber promocionado la criptomoneda $LIBRA, que resultó una estafa con pérdidas millonarias, y reunirse en varias ocasiones con sus creadores en los días previos.
“Contra los socialistas de mierda, yo siempre voy a estar con ustedes”, decía el pasado 7 de junio el presidente argentino, que habló ante 7.000 personas sobre los escenarios de Vistalegre precisamente en un foro ultra y cripto. Fue la segunda vez que Milei pisó aquellas tablas, un año después de asistir para la gran fiesta patriótica de Vox, 'Viva24', en el mismo recinto. Como es habitual, la política española gira a ritmo apresurado: el nombre que hace una década se ligó a la trayectoria de una nueva izquierda emergente se torna, a nivel político, en refugio de voces ultraliberales o un lugar simbólico para Vox. Este es el relato de la España reciente que puede contarse desde el Palacio de Vistalegre.
Vistalegre I y II: del auge a la fractura en Podemos (2014-2017)
“El cielo no se toma por consenso. El cielo se toma por asalto”. Una de las frases que dio paso al terremoto en el bipartidismo –y que aún resuena en muchas cabezas o tertulias– la dijo Pablo Iglesias, precisamente, desde el recinto del madrileño barrio de Carabanchel. Corría 2014 y el politólogo ya era una cara de lo más visible: su exposición como tertuliano en programas de prime time y la irrupción en el Congreso de un Podemos recién nacido, con él a la cabeza, le había valido de mucha expectación. Ese día celebraban su primera asamblea ciudadana, una gran cita fundacional que con el tiempo se recordaría como Vistalegre I. De todo el público emanaba optimismo, jolgorio e ilusión: 8.000 adeptos aplaudían y gritaban “¡sí se puede!” a cada palabra de Iglesias, que abrió el acto con toda una declaración de intenciones: a veces hace falta rebelarse y no aceptar un punto medio.
Precisamente esa diatriba sobre cómo tomar el cielo, si por consenso o por asalto, fue la que disgregó en dos caras al partido cuando llegó su segunda asamblea. Vistalegre II se celebró tres años más tarde, en febrero de 2017. La atención estaba puesta en la reciente ruptura de Iglesias e Íñigo Errejón, que pasó de estar en su núcleo de confianza más próximo a encarnar una vertiente transgresora dentro del partido. La sensación de unión que se respiraba en la primera cita se había resquebrajado, pero eso no era nuevo. Algunas voces de entre las que corearon a Podemos en el primer Vistalegre adelantan el impass.

“La asamblea fundacional de 2014 ya la viví con un sabor agridulce”, recuerda Miguel Urbán, madrileño y miembro de Anticapitalistas que asistió a aquellos días como uno de los cofundadores de Podemos. Sin embargo, su facción dentro del partido acumula una historia de tensiones con la cúpula. “Aunque era un momento en el que la ilusión rebosaba por los poros, yo tuve sentimientos encontrados. Había contradicciones personales, porque fui apartado por mis posiciones políticas antes de las [elecciones] europeas”, narra Urbán, cuya ala quedó fuera del primer Consejo Ciudadano Estatal que se dibujó con Vistalegre I.
“No pude sentirlo con esa normalidad o euforia. Era un momento donde la maquinaria de guerra electoral quería acabar con nosotros y con nuestras ideas, así que vivimos aquellos días entre la ilusión y el rechazo a vernos perseguidos”, asegura en conversación con Somos Madrid. Aunque la elección de Vistalegre para los encuentros de Podemos no fue casual, Urbán remarca que ellos no fueron los primeros. El PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero celebró algunos de sus mítines en aquellas instalaciones, que en otra vida no muy lejana fueron un referente del zapaterismo. En 2011, unos años antes de nacer el partido morado, cancelaron el último gran mitin de precampaña que hubiera dado como líder socialista. Ese año perdió el gobierno ante Mariano Rajoy.

“Escoger Vistalegre era una declaración de intenciones”, sostiene el cofundador de Podemos: “Significaba demostrar fuerza cuando veníamos de oír hablar de sorpasso. Había que llenar la plaza que no pudo colmar el PSOE”. Más allá de los símbolos para movilizar al electorado socialista, necesitaban un espacio amplio. Así que el recinto multiusos encajó como anillo al dedo. Años después, cuando llegó el turno de la segunda gran cita en la que se dirimiría qué dirección tomaría el partido, si la que marcaba Iglesias o la que representaba Errejón, el ambiente fue muy distinto. “Se notaba que era un momento decisivo”.
El ascenso de Vox y la globalización de Vistalegre (2018-2025)
Precisamente un año después de Vistalegre II, la última gran asamblea de Podemos que se celebró en el palacio, Vox tomó la delantera. Santiago Abascal encabezó el primer acto de su partido en el estadio un 7 de octubre de 2018. Frente a él, unas 10.000 personas y un elenco de figuras clave entre las que se encontraban muchos de sus rostros conocidos, algunos ya fuera del barco. Iván Espinosa de los Monteros, Javier Ortega Smith, Rocío Monasterio, Ignacio Garriga, José Antonio Ortega Lara... como le ocurrió a Podemos, los años y la discrepancia irían fracturando aquella imagen inaugural que había dejado 2018.
“La España viva ha despertado y ha conquistado Vistalegre”, declaró un Abascal efervescente sobre el escenario que antes había levantado ánimos en el PP, el PSOE, Podemos o incluso Ciudadanos. Con autobuses fletados desde varios puntos de España y una escenografía de gran espectáculo lleno de banderas rojigualdas, Vox dio la bienvenida a sus buenos resultados en el CIS –por primera vez tenían opción de entrar al Congreso– desde el simbólico palacio de Carabanchel. Miles de personas quedaron fuera de las gradas, a rebosar en un momento álgido para el partido. No cabía un alfiler.

“La noche anterior no pude dormir. Nos pasamos el día colocando banderas en los asientos, y yo no veía más que cientos de sillas por todos lados. Pensaba que sería imposible llenarlo”, rememora siete años después, ya desde fuera de la política, Rocío Monasterio. Ese 7 de octubre, la arquitecta que luego presidiría el partido en la Comunidad de Madrid compartió camerino con José Antonio Ortega Lara, exmilitante del PP que fue víctima de ETA. Había ayudado a fundar Vox. “Era alguien a quien admiraba, me calmó tenerle cerca”, reflexiona. Monasterio abandonó hace un año las filas del partido entre críticas por su democracia interna, justo un día después de que Santiago Abascal la destituyera como líder regional.
Ahora, de vuelta a la actividad privada, piensa en aquellos días con un cúmulo de emociones. Para acceder a los camerinos había que atravesar un pasillo estrecho con una hilera de puertas, justo antes de llegar al escenario. “Estábamos ahí metidos mientras oíamos los preparativos y yo, que estaba nerviosa, abría de vez en cuando la trampilla que daba a las gradas. Al principio no veía a nadie, pero en cuestión de minutos empezó a entrar gente y recuerdo decirle a José Antonio [Ortega Lara]: '¡mira, que han venido a vernos!”, relata la que durante largo tiempo fue una de las caras más conocidas en Vox.
Yo recomendé a Vox que suspendiera el acto de 2020 en Vistalegre, días antes del declararse el estado de alarma por la pandemia. Era peligroso, pero nadie me hizo caso
El segundo acto que celebraron en Vistalegre fue el 8 de marzo de 2020, coincidiendo con la manifestación feminista del 8-M y en vísperas a declarar el estado de alarma por la pandemia. El COVID-19 comenzaba a arraigar en España, así que cualquier gran concentración de gente levantaba suspicacias. “Yo recomendé a Vox que suspendiera ese mitin, pero nadie me hizo caso”, confiesa Monasterio, que “llevaba meses leyendo informes sanitarios” que vaticinaban lo que vendría. De ese acto salió el primer positivo en coronavirus de un político con representación en las instituciones: Javier Ortega Smith, que era diputado en el Congreso. Este periódico ha intentado ponerse en contacto con el actual portavoz en el Ayuntamiento de Madrid para incluir su testimonio en el reportaje, pero no ha obtenido respuesta.
La exportavoz en la Asamblea narra cómo ese día ambos compartieron asiento e, incluso, la misma botella de agua. El último acto de Vox en Vistalegre fue hace solo un año, en el Viva24. Aquella vez fue algo distinta: participaron –in situ o por videoconferencia– muchas otras voces de la extrema derecha europea. “Ese día fue maravilloso pero para mí, el verdadero punto de inflexión lo marcó el primer evento de todos”, concluye Monasterio. Hace poco, el Palacio de Vistalegre estrenó un enorme mural en su fachada como parte de una estrategia municipal para resignificar Carabanchel, y convertirlo en un distrito por y para artistas. Sea como sea, será difícil borrar el recuerdo político que aún gira a su alrededor. Más cuando este todavía sigue moviéndose.
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