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Israel y Hamás a 50 años de la Guerra de Yom Kippur
Análisis

Gaza, la espiral infernal y la seguridad nacional

Humo emana después de un ataque aéreo israelí, en la Ciudad de Gaza, el 9 de octubre de 2023.

Alfredo Grieco y Bavio

10 de octubre de 2023 16:52 h

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En la posguerra de Yom Kippur, será Yitzhak Rabin quien decida qué responder a las preguntas urgentes abiertas por la desinteligencia del Estado de Israel. Al servicio de espionaje más prestigioso del planeta se le pasó que los dos ejércitos más grandes del mundo árabe estaban movilizados y marchando hacia Israel. Lo supieron en la primera semana de octubre de 19 cuando cayeron misiles y cuando los tanques de las divisiones blindadas de las FFAA de Siria y de Egipto cruzaron la frontera. . Seis meses después de octubre, al año siguiente, renunciaba Golda Meir, la primera ministra protagonista y responsable de la catástrofe (como lo es Benjamin Netanyahu de la de octubre de 2023 con Hamas).

A partir del verano de 1974, con un premier nuevo pero del mismo partido laborista, por primera vez gobierna Israel un sabra. Un israelí nativo: Yitzhak Rabin había nacido en 1922 en Jerusalén, 26 años antes de la creación del Estado en 1948. Sobre ‘los palestinos’, este politico y militar sólo pensaba una sola cosa, y muy simple: que la 'cuestión palestina' es una cuestión secundaria. Una cuestión que, en todo caso, Israel sólo iba a negociar con el Reino de Jordania. Porque un Estado sólo negocia con otro Estado, dictaminaban las opiniones legales a las que el premier laborista entonces adhería.

Las situaciones y condiciones de vida de los árabes que habitaban antes de 1948 en lo que hoy es Israel se resolverán confiaba Rabin, cuando los Estados árabes circundantes firmen una paz con Israel y reconozcan la existencia de un Estado judío independiente. No podía saber Rabin que en 2007 un destino para quienes retacearan ese reconocimiento seria la bloqueada Franja de Gaza, ni que desde allí dentro centenares de militantes de la organización islámica Hamás se evadirían en 2023, en el cincuentenario de Yom Kippur, gracias a una incompetencia mucho más perfecta de la inteligencia israeli que la de medio siglo antes. La manifiesta inoperancia de las FFAA y de seguridad iiberó el paso a la caravana de la muerte de Hamás y dio vía libre a una masacre genocida en números tan gruesos que en derrotarlos es único el Holocausto nazi.

Vencer es invadir, gobernar es educar, negociar es para después

En su fuero interno, según parece, Rabin era contrario a la anexión definitiva de los territorios de Gaza y Cisjordania ocupados por Israel después de 1967. El impedimento era demográfico: demasiada gente, demasiados árabes. Prefería el traspaso a Jordania de las zonas habitadas de los territorios cisjordanos ocupados, que el rey jordano Hussein administraría, de algún modo, ‘por cuenta de Israel’.Este plan fue llamado, en la jerga diplomática, ‘el acuerdo funcional’.

En el horizonte que Rabin proyectaba tras la Guerra de Yom Kippur de 1973, en un arco de medio siglo que ahora llega hasta 2023, Israel ya nunca cedería el dominio sobre Jerusalén, ciudad santa de las tres grandes religiones monoteístas. Antes de 1967, Jerusalén Oeste era israelí, y Jerusalén Este, jordana. Durante la Guerra de los Seis Días, las tropas israelíes invadieron los barrios hierosolimitanos orientales, y desde entonces los ocupan.

Como la Ciudad Santa de las tres grandes religiones monoteístas, también el pensamiento de Rabin estaba totalmente tomado por las FFAA. Lo ocupaban por entero el Ejército, las armas, y el Estado judío que lo pertrecha y las provee. La situación de la relación de fuerzas es su preocupación permanente. El premier laborista se pondrá como misión la reconstrucción de las FFAA, dotándolas del máximo poder de fuego disponible en el mercado de la sofisticación armamentística.

La mejor defensa es mejor que el mejor ataque, y dura más

Rabin buscaba cómo responder de la manera más inoxidable a las demandas que había dejado planteadas la derrota de los servicios de inteligencia infligida por ataque sorpresivo de egipcios y sirios durante la Guerra de Yom Kippur.

En la década de 1960, los generales y altos mandos militares Israelíes habían vivido preocupados por cómo diseñar unas FFAA veloces, ágiles, en forma, orientados a extremar sus mejores resultados en los operativos ofensivos. Querían, y no se vieron desairados en su querer, un Ejército veloz, ágil, en forma, capaz de levantarse con presteza y reunirse y concurrir en eficaces ofensivas sin falla que corrían a enfrentar a las fuerzas enemigas, y las destruían.

Para el nuevo premier israelí, a partir de 1973 era necesario atender a los méritos de una buena defensa sólida, superiores a los del mejor ataque.

Y para Israel, defender bien es ocupar mejor (los territorios palestinos)

Era necesario conservar los territorios conquistados por la Guerra de los Seis Días, razonaba el premier Rabin. Porque le habían ganado a Israel una posición defensiva perfeccionada. Llegaría el tiempo, decía Rabin, en el cual los países árabes entrarían en razón, admitirían el derecho a existir de Israel, después reconocerían su existencia, más tarde acordarían la paz, y al fin celebrarían pactos para un desarrollo social y económico concertado. Entre tanto, había que resistir en la posición actual.

Iluminada la actual encrucijada con la lámpara de la racionalidad según Rabin, la organización islámica Hamás no ha ingresado en ese esquema progresista. Más aún, es el repudio del proceso de progresos del primer ministro laborista aquello que expresa la violencia armada de Hamás. Desde su creación,  esta escisión de los Hermanos Musulmanes funda su propio derecho a existir en la denegación del derecho a existir invocado por el Estado de Israel cuando su creación. Fundada en 1987, la organización Hamás no llegó a tiempo para interponerse antes de la fundación del Estado judío en 1948. Si no pudo recusar el derecho a la existencia, busca impugnar la existencia, y aniquilar al Estado de Israel existente, y a cualquier otro posible.

La doctrina de la seguridad y defensa nacionales de Rabin será, hasta hoy, la del Estado Mayo Conjunto israelí. Cuyo enfoque insisten en eximir de toda política. ¿Cómo podrían ser políticos, si todas sus decisiones son técnicas y son adoptadas siguiendo consideraciones técnicas? La doctrina Rabin descarta el recurso a acciones militares preventivas. Porque es escéptica ante la posibilidad de que los servicios de inteligencia aporten informaciones que resulten, en pareja proporción, confiables: tanto por su exactitud como por su desinterés. Los hechos de 1973 (y aun otros anteriores ya en 1967) daban aval y garantías al escepticismo prudente.

Más grande la disuasión estratégica, más persuade (pero ¿por qué disuade menos?)

La vía defensiva elegida será entonces la de la disuasión estratégica, el asegurarse la superioridad militar extrema. Hay hoy consenso en que Rabin no advirtió una trampa que se tendía a sí mismo y por tanto Israel, y en la cual, después, los gobiernos y el Estado cayeron. Con la disuasión estratégica como norma, quedaban conectadas, por fuerza, la seguridad nacional israelí y la inseguridad de los vecinos. La seguridad permanente de Israel iba a depender de la inseguridad permanente de los Estados y de las sociedades árabes que circundaban al Estado judío en el Medio Oriente. Un resultado inmediato observable entre los países árabes, abrumados por una diferencia de fuerzas siempre creciente en su desmedro y por una no menos creciente angustia de inseguridad-, fue cómo uno a uno entraba y empezaba a correr en una carrera armamentista que al tiempo estaba acelerándose.

De Rabin hoy se recuerda al 'venerable estadista' del fin de su vida. Como ministro de Defensa en la década de 1980, impulsó la política del Iron Fist (Puño de Hierro) durante la primera Intifada palestina. Liberaba a la Policía de la engorrosa interferencia o evaluación judicial para el cumplimiento de unas tareas represivas tanto más atractivas para las fuerzas de seguridad porque se las autorizaba a golpear, bastonear o azotar a los sospechosos en el curso de sus operaciones callejeras. En su segundo gobierno (1992-1995) concedió y en 1992 dio un apretón de manos a Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación Palestina (OLP). Habían firmado  los Acuerdos de Oslo, que habrían el camino a la paz tomando la vía de la solución llamada de ‘los dos Estados’: con el tiempo, junto al Estado judío habría un Estado palestino, integrado por dos territorios, Gaza y Cisjordania, que no son limítrofes entre sí. Al morir en 1995, Rabin era el segundo premier en morir en funciones, y el primero, y hasta ahora único, en morir asesinado.

En aquel 5 de noviembre, a Rabin lo mataron dos balas de la pistola semiautomática que gatilló Yigal Amir. El asesino era un ultraderechista que se oponía a los Acuerdos de Oslo. Con la muerte de quien en 1994 había sido gracias a ellos co-ganador del Nobel de la Paz, la posición de su asesino ya empezaba a dejarse oír nítida, y los Acuerdos firmados en la capital noruega empezaban a desgastar su imperio. A diferencia de los principios cuyo sello Rabin había impreso en la doctrina de Seguridad Nacional israelí.  

Un anclaje doble: el combo de la seguridad nacional invencible y la sociedad nacional vulnerable

El doble anclaje de la Seguridad nacional en la ocupación o control de los territorios invadidos y conquistados en 1967, y en el mantenimiento y renovación de un arsenal imbatible por su inventario y sofisticación, prometía a Israel un futuro de superioridad aplastante. El Estado judío podía ganar todas las guerras regionales futuras. Pero ya nunca viviría en paz. Porque el descontento árabe subsistiría siempre con el rencor de los desposeídos feroces, como ha demostrado Hamás en este octubre 2023. Algo que 49 años antes Yitzhak Rabin ni vio ni previó. En 1974, para el líder del oficialismo de centroizquierda israelí, los palestinos no existían. Y, sobre todo, no debían existir.  

AGB

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