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La transición en Brasil
Lula avanza en la conformación de un “equipo económico de los sueños” con aliados extrapartidarios

El presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Arthur Lira, recibió hoy a Lula da Silva y el vicepresidente electo Geraldo Alckmim.

Eleonora Gosman

San Pablo —

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Después de pasar tan solo cuatro días de vacaciones con su mujer, en una playa del Nordeste, Lula da Silva retornó a Brasilia para protagonizar su primera reunión en el Congreso. Con el titular de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, ya concretó una de las negociaciones. Como Presidente electo se comprometió a no interferir con un candidato propio en la elección del nuevo comando de la Cámara Baja, en febrero próximo. Y  en este entramado de dar y recibir, el diputado Lira le garantizó que “trabajará” para que se puedan cumplir con las dos promesas lulistas: convertir en permanente el subsidio de 600 reales (120 dólares) para los más pobres, que vence el 31 de diciembre próximo; y aumentar el salario mínimo, hoy de 240 dólares.  

Lula logró configurar lo que consideran es el “equipo económico de los sueños”. Por ahora se trata del grupo de economistas que actuará en la transición, pero nadie duda de que esos nombre estarán en los cargos más altos del área económica a partir del 1º de enero. Ellos son: André Lara Resende, Persio Arida, Guilherme Mello y Nelson Barbosa.

La nómina es un ejemplo preciso de cómo avanzará el líder petista en la conformación de su futuro gobierno, donde privilegiará un “gobierno que no será del PT”. De hecho, tanto Lara Resende como Arida, fueron los diseñadores del Plan Real en 1994, cuando Fernando Henrique Cardoso estuvo al frente del Ministerio de Hacienda (en la presidencia de Itamar Franco). Luego pasarían a ser funcionarios del primerísimo escalón durante la primera gestión de FHC. Ambos profesionales provienen del Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB)

Barbosa, del Partido de los Trabajadores, fue ministro de Hacienda y luego de Planificación durante el primer gobierno de Dilma Rousseff; también estuvo en la  segunda gestión de Lula (2007-2010) como secretario de Política Económica. El cuarto personaje es un economista joven, petista, que ejerce la docencia en la universidad. Todos los nombrados, sin excepción, tienen abultados currículos profesionales, varios de ellos con doctorados en el exterior.

Otra de las figuras que fue designada por Lula es Simone Tebet. Ella fue candidata a presidente y obtuvo el tercer lugar, con 6% de los votos; en la segunda vuelta, se volcó de lleno a trabajar en la campaña lulista. Pertenece al Movimiento Democrático de Brasil (PMDB) que en el pasado fue aliado directo del PT; de esa relación provino el nombramiento de Michel Temer, como vicepresidente de Rousseff, contra quien se dedicó a conspirar a partir de 2014. Fue un alma mater del impeachment en 2016, y eso explica que el político esté excluido ad eternum de cualquier negociación con el futuro gobierno.

Tebet, una abogada de 54 años, fue incorporada en la transición como responsable por el área de desarrollo social, uno de los asuntos más sensibles para Lula. 

En Brasilia, el gobernante electo estuvo con el diputado Lira en la residencia del legislador, durante algo más de dos horas, y luego se dirigió para almorzar con el titular del Senado, Rodrigo Pacheco. En ambas citas estuvo acompañado por su vice Geraldo Alckmin, junto también a líderes petistas como Gleisi Hoffmann y Aloysio Mercadante. 

En términos de planes para la economía, hay una fuerte expectativa empresarial. Como es de esperar, los dirigentes sectoriales pretenden marcar el rumbo; pero al mismo tiempo confía en la selección del grupo de economistas que tendrán como misión, aun antes de ser efectivamente gobierno, de lograr que el Congreso vote la “perforación del techo de gastos”. Para que se entienda, ese techo fue establecido mediante una enmienda constitucional votada por el Congreso y sancionada, en 2017, por el entonces presidente Temer. Esa enmienda vincula el ajuste presupuestario anual a la evolución inflacionaria, convertida así en un auténtico “techo” que limita, de hecho, las partidas presupuestarias para los distintos sectores.

Aunque el PSDB cardosista niega que vaya a formar parte del futuro gobierno, entre sus cuadros hay una clara tendencia a colaborar. No faltan razones. Tal como dijo Tasso Jereissati, uno de los históricos de la agrupación, “Brasil podrá mejorar con la victoria de Lula”, porque en su evaluación el gobierno de Bolsonaro “fue uno de los peores de nuestra historia”.

EG/MG

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