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Transición energética

El mundo acelera la carrera por el litio, clave en las baterías del coche eléctrico

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Carlos del Castillo / Carmen Martínez

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“El litio y las tierras raras serán pronto más importantes que el petróleo y el gas”, avisaba este jueves la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, en su discurso sobre el estado de la Unión. Sus referencias a los combustibles fósiles al hablar de los materiales que deben sostener la transición energética fueron constantes. “Debemos evitar volver a ser dependientes, como nos pasó con el petróleo y el gas”, insistió.

Bruselas presentó la semana pasada una Ley Europea de Materias Primas para asegurarse una posición sólida en las cadenas de distribución de estos materiales. Entre ellos, el litio tiene el papel crucial. Es clave en la producción de baterías de multitud de productos electrónicos, pero los coches eléctricos dispararon su demanda como nunca antes.

Mientras que los teléfonos móviles, computadoras o vehículos de combustión usan unos pocos gramos de litio por unidad, un coche eléctrico puede necesitar hasta 7 kilos. El Servicio Geológico de los Estados Unidos, una agencia científica dependiente del Gobierno, apunta a que el 74% del litio mundial se usa ya en la producción de baterías. Hace apenas tres años, los estudios sobre la producción y consumo estimado de litio situaban la cifra en el 39%.

Ese espectacular crecimiento en la demanda de litio tuvo un impacto en su precio. Hoy el kilo de carbonato de litio vale cinco veces más de que hace un año en los mercados de Shanghái, que acumula la mayoría de las transacciones a nivel mundial (China es uno de los mayores productores y consumidores). Algo más de 70.000 euros (casi lo mismo en dólares) la tonelada al cambio, por los 14.000 euros en los que se vendía en agosto de 2021.



El litio es el metal más ligero que existe. Se volvió fundamental en la electrónica porque “tiene una alta densidad energética y, al contrario que otros tipos de baterías, no tiene efecto memoria”, recuerdan las investigadoras Guiomar Calvo y Alicia Medina, del Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos, en un reciente estudio publicado en la revista Environmental Development.

La transición eléctrica y las medidas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero dependen en gran medida del litio. El transporte por carretera de personas y mercancías es una de las actividades con una huella de carbono más alta. Según un informe de Statista es de hecho la que más emisiones produce actualmente en la UE (incluyendo a Reino Unido), con un 26% del total.

La geoestrategia de la transición ecológica

A este gran aumento de la demanda de litio se une el hecho de que es un material escaso. Los estudios varían en las décadas que tardará en agotarse. “Los recursos mundiales de litio se estiman en más de 39 millones de toneladas métricas, lo que es suficiente para satisfacer la demanda prevista hasta el año 2100”, dice un informe referenciado por el Servicio Geológico de EEUU.

“En 2018, considerando el ritmo de consumo en ese momento, había suficiente litio para más de 700 años. Sin embargo, a medida que aumenta la tendencia de consumo, en 2050 esta cifra se reduce a sólo 66 años”, recoge el análisis de Calvo y Medina, que tiene en cuenta las variaciones de la demanda más recientes.

La situación hace que el litio haya entrado en el terreno de la geoestrategia. EEUU lo incluyó en su lista de materiales “críticos” en 2018 y la UE, en 2020. En la preocupación de ambos bloques influye el papel de China como tercer productor mundial de litio y con la séptima reserva de mayor reserva. En el pasado, el gigante asiático impuso bloqueos a la exportación de tierras raras como medida de presión política y Washington y Bruselas temen que lo vuelva a hacer.



China tiene un “cuasi monopolio sobre las tierras raras y los imanes permanentes”, advierte Bruselas. “El suministro de materias primas se convirtió en una verdadera herramienta geopolítica. Lo vimos en 2010, cuando China redujo drásticamente las exportaciones de tierras raras en todo el mundo y aisló por completo a Japón para presionar a Tokio para que liberara a un capitán de un pesquero chino detenido”, recuerda.

Nuestra doble transición ecológica y digital vivirá o morirá gracias al funcionamiento de nuestras cadenas de suministro

Comisión Europea

“Para muchas de estas materias primas esenciales, el mercado mundial no podrá satisfacer el rápido aumento de la demanda”, continúa la Comisión Europea: “Nosotros lo sabemos. Nuestros rivales lo saben. También lo saben nuestros socios. Y, sobre todo, nuestra industria también se ha dado cuenta. Nuestra doble transición ecológica y digital vivirá o morirá gracias al funcionamiento de nuestras cadenas de suministro”.

En su ley de materias primas presentada la semana pasada, Bruselas propone crear agencias especializadas en cada material clave para la transición energética que puedan prevenir riesgos en la cadena de suministro, favorecer las alianzas industriales que generen actores europeos relevantes en su producción y las tecnologías de reciclaje y reducción de la cantidad de mineral utilizado. “Al fin y al cabo, como en el caso de la energía, la materia prima más barata y limpia es la que no se utiliza”, afirma.

El Triángulo del litio

Si los grandes consumidores de litio como China, la UE y EEUU están tomando posiciones, también lo están haciendo los países productores. “¡El litio es nuestro!”, se felicitó el presidente de México Antonio Manuel López Obrador tras nacionalizar las reservas y las minas de este material, creando a su vez una empresa pública para extraerlo y gestionarlo.

México cuenta la undécima reserva mundial de mayor tamaño de litio. Por encima de él destacan las enormes reservas ya localizadas en Bolivia y Argentina, aunque aún no explotadas. Al contrario que las de Chile, que es el segundo productor mundial por detrás de Australia. En la frontera entre los tres países latinoamericanos se encuentra el Triángulo del litio, que concentra el 80% de las reservas mundiales.



López Obrador no fue el único que maniobró para establecer un control público sobre el litio. La Junta de Extremadura acaba de aprobar un decreto-ley que le permite expropiar las minas de litio que sean explotadas por empresas que no lo refinen en la región. La medida se inspira en Portugal, que cuenta con la segunda mayor reserva de litio a nivel europeo y ha dispuesto una regulación similar.

La mina se localizará cerca de Cáceres y será subterránea. Buena parte de las explotaciones de litio lo son. “En la actualidad, el litio se extrae de salmueras que se bombean desde debajo de cuencas sedimentarias áridas y se extraen de minerales pegmatíticos graníticos. El principal productor de litio a partir de salmueras es Chile, y el principal productor de litio a partir de pegmatitas es Australia”, explica el Servicio Geológico de EEUU.

Varias organizaciones ecologistas han protestado por el daño medioambiental que producirán las instalaciones. “La mina generaría graves impactos sobre la vegetación, arrasando un gran número de encinas y otras especies; sobre el suelo y la atmósfera por el uso de tóxicos para el tratamiento del mineral; impactos directos sobre especies en ”peligro de extinción“ debido a la apertura de accesos, molestias y destrucción de hábitats que provocarían una degradación irreversible de todo el entorno natural”, denuncia Ecologistas en Acción.

Falta de reciclaje

La mayoría de proyectos para aumentar la disponibilidad de litio se centran en su extracción, explotando las reservas existentes. El proyecto de ley europea es uno de los pocos que habla de la necesidad de mejorar la capacidad de reciclar el litio.

En la actualidad, se recicla menos del 3% del litio utilizado en las baterías

Guiomar Calvo, Alicia Valero Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos

Según los especialistas, el reciclaje será clave para poder satisfacer la demanda de las próximas décadas. Actualmente es casi nulo. “En la actualidad, se recicla menos del 3% del litio utilizado en las baterías”, destacan los investigadores Calvo y Medina. “La razón principal de estas cifras tan bajas es que el litio se suele utilizar de forma disipativa, sin que haya ninguna tecnología capaz de recuperarlo de los lubricantes, las cerámicas, los vidrios, etc. Por lo tanto, dado que las baterías de iones de litio podrían ser la única fuente de la que la recuperación es rentable, deberían hacerse más esfuerzos en esta dirección”.

“Si la tasa media de reciclaje de litio creciera hasta sólo el 5% en 2050, se podría evitar fácilmente la escasez de suministro en las próximas décadas”, concluyen.

CC/CM

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