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Dron espía de EEUU abatido en el Mar Negro por jet militar de Rusia - Análisis

Tecnología sofisticada caída en manos rusas: un mal escenario para el Pentágono

Las aguas del Mar Negro, en las que cayó el dron Reaper de EEUU abatido por un jet militar ruso, mojan las costas de Rusia, Ucrania, Turquía, Moldavia, Rumania, Bulgaria y Georgia. Este mar interior del Mediterráneo, ubicado en un cuadrante geopolítico clave entre Europa y Asia, es patrullado por drones espía de los países litoraleños y de potencias internacionales. En la imagen de archivo, un expositor subraya las ventajas de un sistema de defensa de drones en una pantalla en la Exposición Aeroespacial y de Defensa del Mar Negro, en Bucarest, capital de Rumania, el 18 de mayo de 2022.

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Para evitar situaciones como la ocurrida el martes 14, la Casa Blanca se ha opuesto a proveer al gobierno ucraniano de drones Reaper, así como de otra tecnología sofisticada. El Pentágono difundió el jueves 16 imágenes de un jet ruso vertiendo sobre el dron combustible como el usado por la propia aeronave. Ida y vuelta del jet: dos veces, dos derrames. El dron cayó en las aguas del Mar Negro.

El mare nostrum ruso

A diferencia de las flotas de EEUU, en este mar interior del Mediterráneo la Marina de Guerra de Moscú puede desplegar un dispositivo de gran amplitud y calidad operativa. Las FFAA rusas cuentan además con submarinos, y recursos aeronavales como helicópteros e hidroaviones Berier 12. Según comunicaciones radiales, unidades de rescate de Rusia ya tendrían en sus manos una media docena de fragmentos. No se ha declarado que correspondan específicamente al corazón funcional del dron, sin embargo.

A este dispositivo se añade una vieja gloria soviética, el Kommuna, un navío de apoyo varado desde hace más de 100 años y que continúa en servicio. Ha servido para recuperar submarinos, y ha seguido siendo útil para la Marina rusa aún después de que el almirante Moskva, el buque insignia de la flota de guerra del Kremlin en el Mar Negro, fuera hundido en abril de 2022 por misiles ucranianos, en circunstancias todavía inexplicadas en su totalidad. A bordo del Kommuna hay personal especializado y entrenado y mini-submarinos para eventuales exploraciones a mayor profundidad. También cuenta Rusia en el Mar Negro con unidades dedicadas con rigurosa exclusividad, al menos oficialmente, a la sola “investigación científica”, como el Yantar, idónea para proporcionar una colaboración técnica de alto nivel.

El acceso logístico es más complicado, y dificultoso, para EEUU. Al menos en teoría, el gobierno turco puede impedir el tránsito de la Marina de Guerra norteamericana a través del Bósforo, el estrecho que comunica el mar Negro con el Mediterráneo. En el caso de que Washington se decidiera a hacer uso efectivo de una unidad naval propia, y exponerse a la contingencia del visto bueno de las autoridades de Ankara, aun cuando Turquía integra la occidentalista Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El Atlántico en el Mediterráneo, y más allá

El presidente turco se ha mostrado de una ambivalencia sostenida y única con respecto a Moscú y a Kiev desde el inicio de las operaciones militares especiales de Rusia en Ucrania ya más de un año atrás. Esto le ha permitido a Recep Tayyip Erdogan mantener una posición, si no única, lo suficientemente singular como para ofrecerse, y nunca ser rechazado, como negociador directo entre sus pares Vladimir Putin y Volodímir Zelenski. Ha conocido el buen éxito, junto con la ONU, en resultado de las discusiones sobre las exportaciones cerelearas de Ucrania. Precisamente, por vía naval desde los puertos del Mar Negro minado.

Por este consorcio de circunstancias, Washington podría preferir el auxilio de países aliados con litoral sobre el Mar Negro. Como Rumania. “No tenemos naves de guerra más allá del Bósforo ¡pero tenemos tantos amigos! -ha explicado el Jefe de Estado Mayor norteamericano Mark Milley-. Sabemos dónde cayó, pero fue desde una altura de 4 mil ó 5 mil pies, lo que vuelve más ardua la recuperación. Acaso ha quedado poco del dron Reaper, se ha fragmentado en muchas y muy pequeñas piezas con el impacto de la superficie del mar”. Fuentes militares se apuraron a agregar que el piloto a distancia del dron no tripulado alcanzó a cancelar por control remoto los datos sensibles.

La mala vecindad: todos los días espiando por encima de la medianera

Acaso el dron Reaper se inutilizó y se hizo añicos por la violencia del choque contra la superficie marina, duras como una plancha de metal al derrumbarse del cielo desde tanta altura; seguramente toda la información útil fue protegida, salvada y eliminada a tiempo por el alerta piloto a distancia. Entretanto, sin embargo, el Pentágono focaliza su intensa, insomne atención en la vigiancia áerea del Mar Negro, para verificiar si es cierto que Rusia ha pescado algo en las aguas negras, para determinar cuán relevante pueda ser ese algo rescatado. No hay novedad en el frente. La misma actividad de espionaje que realizaba el dron Reaper MQ-9.

Cada mañana los grandes drones Global Hawk e y los más pequeños Reaper despegan de la base de Sigonella (en la isla italiana de Sicilia), y otros lo hacen de Miroslawiec (en Polonia), de Turzii (en Rumania), de Larissa (en Grecia). La profundidad de la capacidad para espiar es significativa. Un Awacs, uno de los radares voladores de la OTAN, avizora con precisión un helicóptero a 400 km de distancia, es decir, ya en el interior del territorio de Ucrania (o de Rusia). Los radares capturan y registran conversaciones telefónicas y comunicaciones radiales. Al final del día, todo el material ha sido recopilado, ordenado, confrontado con los archivos de las gigantescas bases de datos de las potencias de la Alianza Atlántica. La imagen del desarrollo militar de la fecha es fidedigna. Ha sido obtenida desde el borde de lo legal. A costa de que el enemigo considere que traspasado, aunque sea apenas, el límite de lo legítimo. A costa de incidentes como el del martes 14 por la mañana, cuando el dron Reaper MQ-0 que ahora todos buscan fuera abatido en el cielo sobre el Mar Negro.

AGB

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