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Opinion

A 56 años del mayo cordobés

Agustín Tosco, al frente de una columna de manifestantes.
29 de mayo de 2025 06:47 h

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El gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía comenzó a caer un 29 de mayo de 1969 en Córdoba. El Cordobazo, una enorme movilización popular, puso en crisis a un gobierno que parecía tener todo bajo control y que una semana después tuvo que entregar a su gabinete, incluido su ministro estrella, Adalbert Sully Krieger Vasena. Fue una movilización con una agenda clara, hija de su época, dirigida por jóvenes sindicalistas, que expresaron el malestar larvado de ese territorio y de ese tiempo. 

Muchas de las reivindicaciones de esa jornada resuenan hoy: repudio a la represión, aumento general de salarios del 40%, vigencia plena de las paritarias, defensa de las fuentes de trabajo y pedido por libertades democráticas y sindicales. Más allá de la sorpresa que generó, el Cordobazo no fue un rayo en un cielo despejado. El panorama social del periodo iniciado con el golpe de 1955 se componía de diversos fragmentos ensamblables que iban desde la originaria Resistencia Peronista, la reconstrucción del modelo sindical con normalización de sindicatos y centrales, a nivel internacional el impacto de la Revolución Cubana, y un persistente aumento de la radicalización política juvenil. Un ejemplo de esto había sido el exitoso plan de lucha de mediados de la década del 60, que comandado por el vandorismo había realizado una masiva ocupación de establecimientos en todo el país, llegando a rondar las once mil empresas, empujada por una base obrera efervescente.

La conducción del Cordobazo fue un triángulo de hierro de sindicalistas con experiencia, jóvenes y representantes de tres líneas políticas que confluyeron al enfrentar el ajuste y la represión de la Dictadura. Agustín Tosco tenía 39 años recién cumplidos. Había llegado muy joven del sur de la provincia y rápidamente empezó a trabajar como electricista en la que luego sería EPEC (Empresa Provincial de Energía de Córdoba). Al poco tiempo se convirtió en secretario general del estratégico Sindicato de Luz y Fuerza y principal expresión del sector de izquierda del sindicalismo cordobés.  Elpidio Ángel Torres tenía 40 años. Había sido trabajador automotriz de Industrias Kaiser, cercano al vandorismo, y fue secretario general de SMATA Córdoba entre 1958 y 1971, y dos veces mandamás de la CGT local. Atilio López había nacido, al igual que Torres, en 1929. Con 21 años se convirtió en chofer de colectivo. Con el correr del tiempo, y a partir de su fuerte militancia sindical, se convirtió con apenas 27 años en secretario general de la combativa UTA Córdoba. Al año fue designado al mando de la CGT y fue uno de los protagonistas principales del Programa de La Falda de 1957. Tres recorridos diversos que confluyeron en un mismo programa: construir poder popular contra una política excluyente y represiva.

Córdoba precisamente había sido un epicentro de esas políticas de ajuste y represivas de la dictadura de Onganía. En paralelo, la historia socio-política reciente de la provincia había generado un caldo de cultivo, un “cóctel molotov” como bien definieron J.W. Cooke y Alicia Eguren, donde confluía política partidaria contestaria, una industrialización acelerada, una masa obrera nueva y un movimiento estudiantil muy atento a las transformaciones ideológicas que recorrían el mundo. Es en ese marco que el mayo cordobés del 69 se convierte en nuestro mayo del 68. Fue un mojón simbólico en un movimiento social que se profundizaría en la década siguiente.

La chispa, sin embargo, provino de Corrientes. El 15 se realizó una huelga estudiantil en la Universidad del Nordeste que terminó con la muerte de un estudiante. Esto derivó en movilizaciones estudiantiles en distintos puntos del país y en la toma de barrios cordobeses entre el 23 y el 25 de mayo. Tosco, Torres y López comandaron la reacción sindical. Fueron ellos tres quienes diseñaron el plan y quienes convocaron a un paro con movilización para el 29 y 30. Lo que siguió es conocido por todos: una masiva manifestación de obreros y estudiantes, un enfrentamiento violento con la policía, luego levantamiento popular, barricadas, barrios tomados, intervención militar y múltiples detenciones. Un antes y un después, un parteaguas

El Cordobazo fue un hecho sorpresivo, que aceleró los tiempos y propició un giro en el devenir político nacional. Que fuera sorpresivo no implica que no tuviera detrás historia, que no tuviera explicaciones estructurales y organizacionales, herencias, experiencias y tiempo recorrido. Fue un momento donde caminos que hasta entonces divergían se unieron en pos de un desafío que unió. Un año después del Cordobazo, Onganía dejaba su cargo. La movilización y la organización popular fueron, son y serán determinantes en la historia argentina. 

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