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Bizarro: “Las palabras no somos estancas, evolucionamos”

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Fotograma de la película Cantando bajo la lluvia

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Hoy entrevistamos a la gran triunfadora del año, la palabra “bizarro”.

P: Muchas gracias por recibirnos y por contestar a nuestras preguntas. En primer lugar, queríamos darle la enhorabuena por la inclusión de su nueva acepción en el diccionario académico. 

R: Muchas gracias. Siempre es un placer hablar con la prensa y me siento muy honrada por el reconocimiento. 

P: Algunos la dan como la gran ganadora de la jornada. Su inclusión en el diccionario ha eclipsado a otras grandes del panorama lexicográfico, como 'criptomoneda', 'pifostio', 'sindiós' o incluso términos pandémicos que han disfrutado de gran tirón estos últimos tiempos como ‘hisopo’. ¿Cómo ha vivido la noticia?

R: Con mucha emoción. La inclusión de esta nueva acepción es fruto de muchos años de trabajo y esfuerzo y me enorgullece profundamente. Pero sobre todo me gustaría expresar mi agradecimiento a mi público, a todos esos hablantes de todos los rincones de la Hispanofonía que han apostado por mí y que han utilizado 'bizarro' con el sentido de raro o extravagante todos estos años contra viento y marea. Ellos son los verdaderos ganadores de este reconocimiento. Ellos, que han mantenido sus preferencias léxicas más allá de recomendaciones académicas, más allá de la norma. Ellos son los que me han traído hasta aquí y es a ellos a quien se lo debo. Prometo estar a la altura y no decepcionar.

P: Usted no es una recién llegada. Ya tenía una sólida carrera con el significado de “valiente” o de “generoso”, ambas con gran pedigrí literario. ¿Por qué este cambio de registro?

R: Las palabras no somos estancas, evolucionamos. Es un error creer que vamos a permanecer inmutables, o intentar que no cambiemos. He tenido una carrera muy satisfactoria en textos literarios de corte más clásico, pero ahora me encuentro muy a gusto explorando esta nueva faceta de mi vida, alternando con un público más joven y adentrándome en un registro menos encorsetado, más internetero. Las palabras nos debemos a nuestro público. Toca renovarse o morir. 

P: Las entradas y novedades del diccionario académico se viven con mucho entusiasmo. Para muchos hablantes este reconocimiento es casi un triunfo del uso sobre la norma. ¿Comparte usted este sentimiento?

R: Bueno, creo que hay que saber verlo en contexto. Los premios son agradables pero tienen el valor que tienen, y estas retrospectivas lexicográficas anuales tienen algo casi de ritual o de fetiche lingüístico. Lo que importa es el trabajo en el día a día. La inclusión en el diccionario tiene una importancia relativa. Al fin y al cabo, la creencia de que si una palabra o un significado no está recogido en el diccionario está mal es uno de los equívocos más extendidos sobre los diccionarios y, en concreto, sobre el diccionario académico. Tendemos a pensar que si una palabra no está en el diccionario quiere decir que está mal o, como poco, que su uso no es recomendable. Nada más lejos de la realidad. La propia introducción del diccionario de la RAE advierte de que la función del diccionario no es recoger todas las palabras del español. La Fundéu, otro de los bastiones del normativismo en lengua española, precisa que ningún diccionario recoge todas las palabras de una lengua, sin que esto signifique que sean incorrectas. Así que los hablantes son perfectamente libres de usar siempre el vocabulario que deseen. Como le decía, los reconocimientos lexicográficos son agradables pero van siempre necesariamente al rebufo de lo que los hablantes hacen. Lo que importa es lo que dice la gente, no lo que pone en el diccionario.

P: Es cierto que hay palabras y significados que no constan en el diccionario. Pero no es exactamente su caso. El uso de 'bizarro' con el significado de “raro” fue expresamente sancionado por la academia. El Diccionario Panhispánico de Dudas lo deja bien claro: “Debe evitarse su empleo con el sentido de 'raro o extravagante', calco semántico censurable del francés o del inglés. Su uso no solo es novedoso, es que ha estado directamente proscrito.

R: [Sonríe con picardía] Efectivamente. Y no se lo niego, me resulta muy gratificante que mis años de servicio y mi carrera léxica vayan a llevarse por delante una recomendación ¡nada menos que del Panhispánico! Creo que aquí hay una lección que extraer para todo el mundo: que en lo que a lengua se refiere, no tiene sentido ponerle puertas al campo. Ya puede venir la RAE o el papa de Roma a censurar un uso lingüístico que si los hablantes lo consideran útil o les gusta por cualquier motivo, lo usarán y los diccionarios tendrán que acabar recogiéndolo. Los puristas tienen esa batalla perdida. No se lo niego, estoy orgullosa de que mi trabajo deje obsoleto al mítico DPD. 

P: Hay voces que critican su inclusión, ya que el significado de bizarro como “raro o extravagante” es un anglicismo, un significado que viene por imitación del inglés o del francés y que resulta ilegítimo en castellano. 

R: Me gustaría dejar claro que señalar como ilegítimo un significado por el hecho de venir de otra lengua es un sinsentido ¡Claro que hay palabras que entran o que adquieren significados nuevos por influencia de otros idiomas! Esto ha sido así siempre, no es ninguna novedad. Se llama cambio semántico y es el pan nuestro de cada día en la vida de una palabra. Pero en este país hay mucha envidia y se mira con recelo todo lo que viene de fuera. Y si encima es alguien que empezó su carrera aquí y luego triunfó en el extranjero, eso sí que no se perdona. Es lo mismo que le pasó a Penélope. Este país hay una cosa que no perdona y es el éxito. 

P: Las malas lenguas señalan que su inclusión hubiera podido tener sentido en 2015, cuando el nuevo sentido de 'bizarro' estaba de moda. Por aquel entonces estaba usted en la cresta de la ola. Pero llega precisamente ahora, cuando ese uso de 'bizarro' empieza a decaer. Hay quien dice que es usted la nueva 'demasié', incorporada al diccionario en el ocaso de su carrera léxica ¿Qué tiene que decir a esta crítica? ¿Por qué ahora?  

R: Vayamos por partes: las críticas sobre cuándo se incorpora una palabra al diccionario no me la deberían hacer a mí, sino a la Academia. ¿Sabe usted por qué me han dado el reconocimiento ahora y no antes? ¿No? Pues yo tampoco. Estoy con usted en el que este reconocimiento llega tarde. 'Tirolina' o 'gominola' no entraron hasta hace nada, usted me dirá qué sentido tiene eso. O que hasta ahora no estuviera 'pifostio'. Pero lo que tienen que hacer ustedes, los periodistas, es exigir a la RAE que sean transparentes respecto a los criterios de inclusión. En ese sentido, me parece muy poco elegante y muy desagradecido mencionar el caso de la pobre palabra 'demasié', que es una trabajadora con años de experiencia a sus espaldas que se ha matado a trabajar toda la vida, un ejemplo para la profesión. Por otro lado (y no es por chulear), me gustaría recalcar que fui la segunda palabra más buscada en la web del diccionario en 2015. Y ya le digo yo que no era para consultar el sentido de 'gallardo'. Tampoco sobra recordar que he producido descendencia, como la palabra ‘bizarrada’.  Si todo eso no merece una entrada en el diccionario, que baje Chomsky y lo vea.  

P: Volviendo al caso de ‘demasié’ o de otras incorporaciones ya de capa caída, ¿considera usted que es razonable la incorporación de un significado incluso cuando ha pasado de moda? 

R: Es un error pensar que las palabras que se deben incorporar son únicamente aquellas que están de rabiosa actualidad. Algunas personas critican que el diccionario recoja términos que han tenido una carrera corta porque las consideran flor de un día. Pero es que esas palabras tienen tanto derecho a ser reconocidas como las demás. Pensemos en un hablante que de aquí a cien años esté leyendo artículos escritos en 2015. O textos publicados en redes sociales. Supongamos que se encuentra con un caso de “bizarro”, acude al diccionario, y no encuentra recogido el sentido que busca. El error no está en el texto, sino en el diccionario. Los diccionarios deben estar al servicio de los hablantes y eso quiere decir recoger los significados de las palabras, aunque sean efímeros o minoritarios. Lo contrario es no haber entendido para qué sirve un diccionario. 

P: Para acabar, ahora que ha alcanzado este reconocimiento que tanto ha peleado, ¿en quién piensa?

R: Lo primero en mi público, en mi gente, en mis hablantes. Esto es por y para ellos. También en las compañeras que siguen fuera del diccionario y que todavía aguardan este reconocimiento: 'heteropatriarcado', 'bandana', 'pirindolo' y tantas otras. Pero sobre todo pienso en el recientemente fallecido Manuel Seco. Él apostó por mí mucho antes que la Academia, y su diccionario es una referencia para todos los que nos dedicamos a esto. El mundo de la lexicografía ha perdido a uno de los grandes. Le debemos todos mucho. Yo, la primera. 

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