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Opinión

Caso Villa: el poder adquisitivo y la posesión de los cuerpos

La situación judicial de Sebastián Villa se complica.

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El jueves 26 de mayo, Sebastián Villa no jugó en el partido de Boca Juniors contra Deportivo Cali por la Copa Libertadores, que terminó 1 a 0 y llevó al equipo Xeneixe a octavos de final. No fue por el caso de violencia de género por el cual fue denunciado. Fue por la sanción que le impuso la Conmebol, junto con otros futbolistas y dirigentes, en octubre de 2021, por haber participado en los disturbios ante Atlético Mineiro en Brasil, el 20 de julio de ese año.

Sí jugó, en cambio, el domingo 22 contra Tigre en Córdoba, cuando Boca se consagró campeón de la Liga Profesional, tres días después de cumplir 26 años. Jugó, a pesar de la dura denuncia de una mujer cuyo nombre se resguarda, por golpes y abuso sexual. En esos otros tribunales al margen de la Justicia, redes y medios, hubo condenas al jugador, pero también defensas.

Es otro partido, pero que también tiene que ver con el fútbol, en el que se habla y se escribe (no se patea). Conductores y periodistas, por un lado, pero también ese gran conglomerado que engloba la palabra gente.

Un espacio habilitador de lugares comunes (no siempre desprovisto de verdades, y que se ubicarían del lado del bien): al final, es todo una cuestión de plata. O: debería ir preso y no jugar. Y un no tan largo etcétera de opiniones sobre una acción sin dudas condenable.

Villa, además, es reincidente: ya carga con una causa previa de violencia de género realizada en 2020 por su ex. 

Sin embargo, lo que lo aleja de las canchas no es ese (para la Justicia y por el momento presunto) hecho delictivo, que el vicepresidente del club, Juan Román Riquelme, calificó de “hechos ajenos” sino la sanción por un comportamiento inadecuado en lo que sería parte o extensión del ámbito laboral y deportivo.

Hinchas de Boca, seguidores en redes y familiares del posible victimario, lo apoyan, ignoran las acusaciones o ubican del lado del mal a la denunciante. 

Él mismo posteó en Instagram una autodefensa en la que se destacan la protección a la familia y la alusión a Dios, como valores supremos.

Eso es, en todo caso, interesante. Más allá del juicio social y de las acciones de la Justicia y del propio club, incluido el comunicado por Twitter de Adriana Bravo la vicepresidenta 3° y presidenta del Departamento de Inclusión e Igualdad de Boca (un espacio de incipiente formación en los clubes), ¿Cuáles son las variables a cruzar para pensar el caso Villa? ¿Cómo salirse del lugar común? ¿Cómo seguir con el debate deponiendo las armas?

Hay varias aristas a considerar. Y en esas aristas entran en colisión clase,  etnorraza, religión, nacionalidad, género. Es importante, además y para tomar esas variables en consideración, tener en cuenta el contexto histórico.

Un dato, en vísperas de un nuevo aniversario del #NiUnaMenos, que se conmemora el 3 de junio: según una investigación del medio online DobleAmarilla., en los últimos siete años, entre 2015 y 2021, se registraron al menos 28 denuncias por cuestiones de género contra jugadores de fútbol. El club que se lleva la mayor proporción es Boca Juniors, con seis denuncias, de las cuales cuatro corresponden a futbolistas colombianos. Uno de ellos es Villa. Y el conteo es previo a la denuncia actual.

Existe en el fútbol argentino una gran tradición de jugadores colombianos, especialmente en Boca. Suelen ser muy queridos por los hinchas, aunque sus figuras están muy estereotipadas. El modelo sería (a grandes rasgos): Crack en la cancha pero poco disciplinado, y vida personal desordenada. Nacionalidad y clase: el estereotipo es aplicable a los jugadores argentinos de origen humilde (con Maradona a la cabeza).

Villa encaja. Podemos decir que los estereotipos son, también, determinantes de las acciones.

Es sabido que históricamente en el fútbol, así como en otros deportes, la masculinidad violenta es un valor positivo. Ser macho y demostrarlo es parte del asunto. Ese aspecto no ha sido desarmado socialmente, aunque desde el aumento de las denuncias y las voces de feministas que intentan dar cuenta del fenómeno, ese concepto que parecería una contradicción, empieza a colarse.

Es sabido que históricamente en el fútbol, así como en otros deportes, la masculinidad violenta es un valor positivo. Ser macho y demostrarlo es parte del asunto. Ese aspecto no ha sido desarmado socialmente

Importa conocer la historia de Sebastián Villa, un jugador altamente valorado por el club, y no solo. Si hablamos de dinero, el volante de Boca tiene un valor de mercado de 5.7 millones de euros (para tener una idea, su cotización supera en casi tres millones a la de Benedetto, una estrella del club). 

Nació en 1996 en Antioquía, Colombia. De familia pobre, en una entrevista con el diario deportivo Olé contó que hasta los 10 años comía una sola vez por día y que su sueño era triunfar para poder ayudar a su familia, cosa que ocurrió. En la variable clase, Villa no escapa a las generales de la ley: su ascenso social está ligado a sus triunfos deportivos. Así como su alta religiosidad también está ligada a sus orígenes. Llega a Boca en el 2018, después de una gran actuación deportiva en Colombia, y es un jugador irregular, pero en sus momentos altos, saca una gran diferencia, es muy veloz y habilidoso.

Entre las razones que Riquelme dio para incluirlo en el partido del domingo, fue que nunca había faltado a un entrenamiento: la disciplina deportiva como contrargumento de las críticas por no tener en cuenta su actuación fuera de las canchas, cuando se trata de un delito, también es un factor a analizar más allá de lugares comunes. Porque los conceptos de lo público y lo privado que subyace a esa argumentación (que suena y puede ser leída como excusa): un equipo de fútbol es una empresa privada cuya participación en la esfera de lo público genera un gran impacto y eso incluye la “vida y obra” de sus empleados o contratados: los futbolistas, mano de obra calificada de ese gran negocio. Las dificultades sabidas de la sindicalización de los jugadores (Maradona fue un caso testigo) se complejizan por la pésima distribución de las ganancias en el fútbol. 

Pasar de pobre a rico (el ascenso social veloz y sin escalas de los “mejores”) sin duda afecta, al igual que la hiperexigencia desmedida a esos cuerpos maquinizados, la salud mental de esos jóvenes y dificulta su procesamiento. Eso ocurre en todos los deportes de alta competencia. Lo denunció la gimnasta estadounidense Simon Biles en las últimas olimpíadas. La salud mental es otra variable a tener en cuenta para el desarmado de lugares comunes y para considerar hasta qué punto se ven afectadas las acciones de los jugadores en esa otra cancha; la de las relaciones interpersonales (eso al margen de cómo el hecho afecta la salud mental de las víctimas, como se puso en evidencia en este caso a partir de las pericias psiquiátricas a la denunciante). Los vínculos donde ese poder adquirido (¿el poder adquisitivo se desplaza e incluye la posesión de los cuerpos otros? en el relato del caso surgen los celos del jugador) se pone en juego y la máquina termina fallando. Los consumos problemáticos están asociados: en las denuncias, tanto Villa como otros jugadores suelen aparecer alcoholizados. Lo privado otra vez se vuelve público, porque lo que se hizo público desde ese lugar de privilegio en la sociedad es el hombre. 

Pero, sobre todo, un delito no es un hecho privado y la violencia de género está tipificada en el artículo 80 modificado del Código Penal, entre otros instrumentos jurídicos.

La pregunta a por qué Villa ejerce violencia de género contra mujeres con las que tiene un vínculo queda parcialmente respondida: es el sistema (el famoso capitalismo patriarcal) el que favorece e instiga a la violencia sexual. Villa actúa en ese marco. La médica que se olvida o no puede declarar por razones borrosas, también. Hasta Riquelme. Los hinchas, la familia. 

El tema es viejo. La diferencia es que hoy tenemos más herramientas para resistir, para denunciar, para ayudar, para pensar.

Colaboró: Lucas Durán.

*Periodista y escritora. Autora de Superdios. La construcción de Maradona como santo laico (Capital Intelectual)

GS

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