Opinión

La cocina y los efectos del libro de Mauricio Macri

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Durante los primeros días de diciembre de 2019 Mauricio Macri me convocó para un breve encuentro en la Casa Rosada. Me contó que a lo largo de innumerables noches había ido registrando en audios y notas las emociones y las ideas que surgieron de una experiencia singular: el cargo de Presidente de la Nación. Me dijo que creía que ahí había algo que podría ser la semilla de un libro en el que quería narrar en primera persona su experiencia en el gobierno. Ese día nació Primer tiempo.

Durante quince meses, junto al periodista y escritor Hernán Iglesias Illa, mantuvimos más de cien horas de conversaciones, así como chequeos y entrevistas con distintos integrantes del equipo de su gobierno. El proyecto fue creciendo día a día. Con un fuerte compromiso y constancia, Macri fue consolidando la idea de explicar su gobierno a la sociedad. Qué había querido hacer, qué pudo hacer, por qué su gobierno fue cómo fue desde su punto de vista. Sus destinatarios estaban claros: aquellos que lo votaron en 2015 y lo volvieron a votar en 2019, pero también quienes lo habían dejado de elegir. Y, también, los ciudadanos que nunca lo habían votado.

La oportunidad fue extraordinaria. Con genuina vocación por revisar su mandato, Macri fue develando uno a uno los distintos obstáculos que debió sortear, cuál fue su relación con los distintos sectores del poder en la Argentina, el círculo rojo, como nos gusta llamarlos los que fuimos parte de su equipo de gobierno. Así, desfilan en sus páginas sindicalistas y empresarios, políticos peronistas y obispos, líderes internacionales y encuestadores. La oportunidad de ver los hilos que hacen posible que las cosas sucedan o que no sucedan de acuerdo a lo esperado es algo fuera de lo común en un libro de un expresidente constitucional.

En Primer tiempo Macri reconoce errores y señala aciertos, explica y se cuestiona las razones que lo llevaron a no ir más rápido, como algunos le pedían, o a no ir más lento, como otros le reclamaban. Su relato es el de un hombre al que, al final del día, como decía Ringo Bonavena, le quitan el banquito y se las tiene que arreglar consigo mismo, en la soledad del ring o del despacho de Balcarce 50.

Paradójicamente, su libro es también la crónica de una transformación personal, a partir del encuentro de un ingeniero civil con las masas durante el vértigo de las Marchas del Sí Se Puede, en el tramo final de su campaña electoral de 2019. Allí, Macri incorporó una nueva dimensión política al convertirse en un líder para más del 40% de los ciudadanos a partir de un discurso centrado en la defensa de los valores republicanos y que se expresó en las calles, ese terreno que hasta entonces habían monopolizado con oficio el peronismo y la izquierda.

Es curioso que mientras el proyecto de Macri fue clave para la constitución de una opción política democrática y moderna, con voluntad de poder y de alternancia, la noticia de la publicación de su libro desató reflejos autoritarios en un pequeño pero significativo número de libreros autopercibidos kirchneristas o de izquierda.

La idea de estos libreros de anunciar a los cuatro vientos de las redes sociales que no exhibirán o venderán un libro a causa de sus diferencias políticas con el autor así como la decisión de evaluar el contenido de la obra para decidir luego si sus clientes podrán tener o no acceso a ella en sus locales nos llevan a las escenas más oscuras del totalitarismo del siglo pasado.

La orgullosa toma de posición pública frente a un libro al que aún ninguno de ellos ha leído es, cuanto menos, vergonzosa, reaccionaria, fascista, intolerante, antidemocrática, autoritaria, paternalista y la lista podría prolongarse con lo peor de la experiencia política y cultural humana.

Más allá de la irrelevancia de los autores de estas manifestaciones, no han evitado la conversación sobre Primer tiempo. Todo lo contrario: han contribuido con eficacia notable al siempre impredecible mecanismo de construcción de los éxitos editoriales. La pregunta es: ¿por qué han hecho algo así?

La respuesta habla de aquello en lo que hemos convertido nuestra conversación pública. De pronto, la nefasta cultura de la cancelación parece haber llegado a los libros. Detrás de ella vienen nuestros peores fantasmas sociales. El silenciamiento del que piensa diferente, la imposibilidad de convivir fuera de la propia burbuja ideológica y, como siempre sucede, el mundo de los prejuicios y la autocomplacencia. Sé de lo que hablo: en 2018 y 2019 lo padecí personalmente en los actos inaugurales de la Feria del Libro ante la mirada complacida de sus organizadores de entonces.

Recorro mi biblioteca, habitada por autores de ficción y de no ficción con los que no coincidiría jamás en sus posiciones ideológicas, por libros escritos en muchas ocasiones por verdaderos canallas de izquierda y de derecha a los que nunca les pedí un certificado de pureza y afinidad ideológica para ingresar a mi casa. Siempre supe que la libertad de expresión no es para los que piensan como uno sino para los que, precisamente, sostienen posiciones diversas a las propias.

Como todos los libros, el de Macri hará su camino, generará debates y discusiones que necesitamos en la Argentina hoy más que nunca. Señalará aprendizajes y aportará nuevas informaciones para quienes se interesen en comprender mejor qué pasó entre 2015 y 2019 durante el primer tiempo de este largo partido de final incierto contra el populismo. Ese largo partido se sigue jugando todos los días.