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Opinión

Esto es un espacio verde

El derivador de tránsito de Av. Roca y Perú que el Gobierno de la Ciudad considera un espacio verde

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¿Un cantero es una plaza? No. ¿Un derivador de tránsito es un espacio verde público? No. ¿Y un cementerio? Tal vez. Pero, ¿cómo los computa el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? Según la Dirección de Espacios Verdes y Arbolado, la Ciudad tiene “un poco más de 6 metros cuadrados de espacios verdes por habitante”, un dato coincidente con el ofrecido por el Ministerio de Ambiente y Espacio Público.

El listado oficial de espacios verdes de la Secretaría de Desarrollo Urbano de la Ciudad incluye, entre otros, a los cementerios de San José de Flores, de la Recoleta y de la Chacarita (el último es el único que posee una plaza, las 3 hectáreas de Plaza Elcano). Además, las autoridades locales incluyen en la lista canteros, derivadores de tránsito y “veredas que bordean al espacio verde”.

Sumadas, las veredas, canteros, derivadores de tránsito y la categoría “otros” -donde se incluyen cementerios y pasajes, entre otras tipologías- representan más del 70% de los espacios que el gobierno considera “verdes”. Una cifra similar reportó Sebastián Lacunza en elDiarioAR tras un pedido de acceso a la información pública. (Cabe destacar que en años recientes algunos académicos interesados en la producción social del espacio han estudiado a los cementerios como “espacios verdes públicos”).

En la lista de espacios verdes de la Comuna 1, por ejemplo, el gobierno porteño suma los canteros centrales de la avenida Corrientes, un veredón sobre la avenida Diagonal Norte y otro de “propiedad particular” en Bolívar y Juan de Garay, entre otros. El cómputo final le suma a esta comuna 222 derivadores de tránsito.

La comuna 5, que en sus 6,7 kilómetros cuadrados de extensión apenas cuenta con 2 plazas y 6 plazoletas, engrosa su cuenta sumando 132 canteros y un veredón en el Pasaje Panamá. El registro oficial de espacios verdes para Almagro y Boedo tiene apenas una carilla.

Mientras tanto, las comunas 3, 5, 10 y 11 no cuentan con ningún parque, es decir, espacios verdes de superficie mayor a las 2 hectáreas “aptos para desarrollar actividades culturales, sociales, deportivas y/o comerciales”, según la definición operativa del gobierno porteño. 

Según esta definición, la falta de parques alcanza 14 barrios porteños: Balvanera, San Cristóbal, Almagro, Boedo, Villa Real, Monte Castro, Versalles, Floresta, Vélez Sarsfield, Villa Luro, Villa General Mitre, Villa Devoto, Villa del Parque y Villa Santa Rita. (Una lectura más fina podría sacar del listado a Devoto, por Plaza Arenales.)

El jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, había dicho que durante su gestión se habían sumado “110 hectáreas de parque nuevas”. Sin embargo, consultados para una nota de Chequeado, las autoridades porteñas entregaron una planilla donde se llegaba a esa cifra sumando canteros, un bulevar y hasta un “tótem vertical”. De otra forma, los espacios verdes nuevos de acceso público reales creados por la gestión porteña entre 2016 y 2019, el período del “Plan Verde”, suman poco más de 31 hectáreas.

Sin embargo, y a pesar de haber sido probada como falsa, la estadística continúa circulando en presentaciones oficiales (este año el jefe de gobierno porteño habló de “110 manzanas verdes”) y artículos periodísticos.

Cómo se define un espacio verde público

La oficina europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) adopta una definición amplia de espacios verdes urbanos, incluyendo como tales a “todo terreno urbano cubierto por vegetación de cualquier tipo”, así como “vegetación en tierras públicas y privadas, más allá del tamaño y la función” y hasta “pequeños cuerpos de agua como estanques, lagos o arroyos”. 

No obstante, ese mismo informe indica a los planificadores que “por regla general, los residentes de las ciudades deberían tener acceso a espacios verdes públicos (EVP) de al menos 0,5-1 hectáreas” a menos de cinco minutos de caminata de sus hogares.

En un paper de 2018, los investigadores australianos Andrew Mackenzie, Leonie J. Pearson y Craig Pearson definen a los espacios verdes públicos como “parques, reservas y otros espacios abiertos (...) que poseen las siguientes características: suelen ser de dominio público y la responsabilidad por su mantenimiento recae principalmente en el Estado; el acceso suele ser gratuito y contienen diferentes grados de oportunidades recreacionales formales e informales”. 

Con superficies inferiores a las mencionadas aparecen los pocket parks o parques de bolsillo de Copenhague (Dinamarca). Pero incluso éstos se definen como pequeños espacios verdes públicos que “tienen que tener al menos algo de vegetación, su propia entrada, y límites distinguibles que lo separen del espacio público circundante”, según este artículo de los investigadores daneses Karin Peschardt, Jasper Schipperijn y Ulrika Stigsdotter.

De hecho, el gobierno de la Ciudad habla en su página web de “espacios verdes públicos” como un “punto de encuentro, disfrute e integración de todos los vecinos, con juegos para los chicos y una amplia oferta de actividades para todas las edades”. Estas oportunidades para la recreación parecen estar ausentes en muchos de los espacios verdes computados.

Pensar estratégicamente los espacios verdes

La discusión, en apariencia menor, sobre el cómputo de espacios verdes en territorio porteño esconde un problema más grande de planificación urbana. Prueba, entre otras cosas, que el régimen de desarrollo urbano no mostró hasta aquí voluntad de planeamiento estratégico en torno a los barrios o los lugares donde hacen falta más espacios verdes, limitándose en cambio a la presentación de “convenios urbanísticos” donde se le deja hacer una torre a una desarrolladora a cambio de que, en contraprestación, se arme una placita allí donde no se necesita.

También deja al desnudo la inacción de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) a cargo de Martín Miguel Cosentino Moreto, que en su momento formó parte de una denuncia hecha por el gobierno de Alberto Fernández en contra de la (por lo menos desprolija) transferencia de terrenos de Nación a Ciudad a fines de 2019. El tema es que esta auditoría lleva más de dos años y aún no se le conocen resultados. La AABE tiene que explicar qué quiere hacer con los terrenos en su poder, en particular los playones ferroviarios en territorio porteño.

El problema de la falta de acceso a espacios verdes es común al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y especialmente preocupante en ciertas áreas del conurbano. El año pasado, este medio informó cómo en Laferrere los vecinos defienden “el último pulmón verde” de esta localidad con apenas 0,5 m2 de espacio verde por habitante y el hecho de que algunos hogares del Gran Buenos Aires tienen más de una hora de caminata hasta la plaza más cercana.

FP

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