La importancia estratégica de las Pymes en la economía nacional
¿Cuál es exactamente la visión Pyme del país? ¿Por qué son tan importantes las Pymes en la economía nacional? ¿Cómo explotar entonces esa importancia? ¿Tienen las pequeñas y medianas empresas denominadores comunes? ¿Cómo se desemboca en la mirada Pyme de la economía?
Los números y los porcentajes que muestro a continuación, analizados y cruzados de una manera novedosa y tomados únicamente de organismos oficiales (INDEC, Ministerio de Economía, Ministerio de Trabajo, Ministerio de Producción y BCRA) responden estas preguntas una a una. Si bien en su mayoría son de fines de 2019 —el último año no alcanzado por el COVID 19—, reflejan la realidad de 2021 —el último año finalizado al concluirse este texto—, ya que en ese lapso los universos y las relaciones se mantuvieron prácticamente iguales.
Por otra parte, es importante destacar que la información sobre las Pymes de que se dispone ofrece cierto grado de complejidad porque muchas veces hay que inferir datos, porque hace falta extrapolarla constantemente y porque a menudo termina generándose por diferencias. De ahí que es inevitable que en el desarrollo que sigue haya cierto margen de error, que no altera en ninguna medida la centralidad del universo Pyme en la economía,
¿Cuál es la visión Pyme del país?
En general, se da por sentado que la economía argentina, de avanzar, va a hacerlo sobre la base de dos patas, la pública y la privada, entendiéndose por lo público al Estado y por lo privado a los grandes sectores de interés y las Pymes. Esto no es descriptivo de la realidad, resulta de un análisis impreciso e incompleto y por ende lleva a definir políticas económicas con crasos errores
La dinámica económica de nuestro país es otra. Aunque pueda sorprender, en una pata yo coloco al Estado y a las grandes compañías y en la otra, dibujada con una línea punteada porque todavía no está instalada en la percepción habitual de la gente y porque aún estoy por demostrar la validez del planteo, al mundo Pyme. La verdadera dinámica económica es esta.
Si el país acierta a conducirse entendiendo cómo trabajar en los hechos con estas dos patas, estoy seguro, puede salir de la actual crisis socio-económica y despegar. Pero lo primero es demostrar por qué una pata de la economía está conformada por el universo Pyme por completo, y esto se basa principalmente en dos fundamentos cuantitativos y en uno cualitativo. Es importante aclarar que cuando agrupo a las grandes compañías con el Estado, no lo hago con el ánimo de denunciar una connivencia entre ambos universos; tampoco, de señalar que ambos sectores exhiben la misma eficiencia, cosa que no es tal; ni de enfrentar a las grandes compañías con las Pymes, cuando las primeras son justamente los grandes clientes o los grandes proveedores de las segundas y son también sus desarrolladores de tecnología de vanguardia, además de ser imprescindibles para la economía nacional. Los reúno simplemente por un propósito didáctico, que me permite así poner el reflector sobre las Pymes y explicar sus características específicas con mayor claridad.
La matriz de empleo es el primer fundamento cuantitativo de por qué una pata de la economía es enteramente Pyme y es a su vez determinante porque condiciona nuestro futuro, nuestro ánimo, nuestra decadencia y el país de clase media que se está desmoronando. Es de hecho el fundamento que apunta al problema de fondo argentino, que es su gravísima pobreza creciente.
Según la información relevada, el Estado genera 3,62 millones de empleos (a finales de 2010, no obstante, el total era de 2,5 millones, lo cual indica que en los últimos doce años solo creció con relevancia el empleo estatal) y las grandes compañías, 3 millones de empleos registrados en blanco; es decir que juntos ambos sectores suman un total de 6,6 millones de empleos.
Ahora, ¿cuánto empleo generan las Pymes? 3 millones es el número de empleo registrado en blanco y 4 millones es el del empleo informal. Entonces, 7 millones son los empleos generados directamente por las Pymes, a lo que hay que agregarles 4 millones de empleos conformados por los monotributistas y autónomos y otros cuentapropistas, que también integran el universo Pyme. Con lo cual el sector Pyme genera un total de 11 millones de empleos.
En términos porcentuales, 11 millones de empleo Pyme sobre los 14 millones del empleo privado total del país indica que nada menos que el 78,5 por ciento del empleo privado es Pyme. Y a su vez 11 millones sobre los 17,6 millones del empleo total representa el 62,5 por ciento del empleo nacional. De ahí que la primera razón para afirmar que el universo Pyme constituye la segunda pata de la economía es el porcentaje de empleo que genera.
Nótese que el universo Pyme —que la Secretaría Pyme del Ministerio de Desarrollo Productivo recategoriza anualmente según la facturación y la cantidad de empleados por sector de actividad— también abarca a numerosos emprendimientos personales con configuraciones diversas.
En cuanto al reparto del PBI , ¿cuál es el nivel de participación de las Pymes? ¿Qué porción de la torta del PBI corresponde a este universo de empresas pequeñas y medianas, por lo general subestimadas y olvidadas? Según información validada a fines de 2019 (con un dólar a 60 pesos y un PBI total de unos 400 mil millones de dólares) y con variaciones insignificantes a diciembre de 2021, las Pymes generan el 42 por ciento del PBI mientras el Estado genera el 45 por ciento, es decir que las Pymes producen casi lo mismo que el Estado. Después quedan las grandes compañías, responsables del 13 por ciento restante del PBI.
¿Y por qué es tan relevante este dato? Porque si se saca de la ecuación al Estado, las Pymes representan el 75 por ciento de la actividad económica privada. En otras palabras, si del gráfico se tapa la porción de PBI correspondiente al Estado, hay una sola economía: la del universo Pyme.
Hay también otro análisis para hacer, más profundo, más interesante y más sorprendente. Si ponderamos el PBI por generación genuina de riqueza, nos encontramos con que la participación del Estado es solo del 22 por ciento (asumimos que el aporte del Estado se reduce a la mitad, ya que este genera riqueza únicamente a través de las empresas que producen bienes y servicios, como YPF o Aerolíneas Argentinas) porque el resto resulta de una redistribución de impuestos, es decir, no implica generación alguna. En ese caso el aporte al PBI, por sector, sería de 28 por ciento por parte del Estado, 17 por ciento de las grandes compañías y 55 por ciento de las Pymes. ¿Está reflejado este peso de la Pyme en la conducción económica o en las políticas económicas del país? ¿Estuvo alguna vez? En cambio, sí pueden corroborarse políticas económicas destinadas a apoyar al Estado y a las grandes compañías mediante la creación de impuestos nuevos, la promoción de obras públicas o las tarifas de servicios con subsidios, por dar solo algunos ejemplos.
Pero para las Pymes no se llega más que a simples anuncios. O se les ofrecen facilidades tan enmarañadas que al final ninguna empresa puede aprovechar. Por lo tanto, el segundo fundamento cuantitativo, verificable e irrefutable, es el reparto del PBI. ¿Quién genera la mayor producción de la Nación? ¿No es este otro motivo para argumentar que el universo Pyme forma la segunda pata de la economía argentina?
Y si bien puede haber criterios diversos en la asignación de la generación de la riqueza del país, cualquiera sea el que se use encontrará al enorme universo Pyme como una pata determinante y con inmenso potencial.
El tercer elemento es de otro orden, es cualitativo; se trata de un factor que incorporamos después de analizar ciertas características del universo Pyme en contraposición a las de los otros dos universos.
Por lo general, el empleo que generan el Estado y las grandes compañías está concentrado en las ciudades importantes, en los cruces de rutas y en los puertos. Se encuentra ahí por conveniencia, se mantiene en el sitio por resultados y cuando surgen inconvenientes, cuenta con recursos de rescate. En cambio, los 11 millones de empleos Pyme, al igual que su porción de participación del PBI, se hallan prácticamente en las antípodas.
Además de tener por supuesto presencia en las grandes ciudades, los trabajos Pyme están sobre todo atomizados a lo largo y a lo ancho del país; no hay de hecho actividad más federal que la Pyme. El empleo Pyme se encuentra en el interior profundo especialmente y a diferencia del de los otros universos, está ahí por compromiso, ya sea porque allí nació la compañía o porque de allí es la familia fundadora, entre otras causas, y permanece ahí principalmente por historia y no por resultados.
En mi caso, cuando estoy muy preocupado por los problemas que me asedian de la AFIP, Arba o los bancos, cierro los ojos y me transporto a Cuadro Benegas, San Rafael, Mendoza, y saco fuerzas para luchar desde la imagen que evoco de ese lugar, en donde mi familia tiene una planta que mi padre y sus hermanos fundaron hace 70 años, donde yo jugaba de chico, donde aprendí a trabajar con los empleados y donde trabajo hoy con los hijos de estos: esa relación de años provoca en toda mi familia un amor por el lugar y un compromiso estrecho, irrompible, de defender esos puestos de trabajo con uñas y dientes.
Para el universo Pyme, de hecho, cuando se agravan los problemas ocurre lo que puede verse ahora: no hay espalda, son todos riesgos. Se trata de firmar avales personales, de recurrir a hipotecas; no queda otra que poner el pecho y no dormir tranquilo más. Esto no le sucede a la pata que agrupa al Estado y las grandes compañías, para la que en general hay al alcance bonos del Estado o créditos que se gestionan desde la casa matriz, entre otras ayudas. Sin ir más lejos, cuando Mauricio Macri llegó a la presidencia, con una Argentina totalmente desfinanciada, tuvo la posibilidad de conseguir crédito en el exterior.
Luego, con la deuda defaulteada y Alberto Fernández ya en el poder, nadie ejecutó la deuda y el presidente contó con varios años para negociar el refinanciamiento. El país tiene así una segunda pata, que existe, que ocupa prácticamente la mitad de su actividad económica y que sin embargo tiene la fisonomía de un muñón, es débil y le falta fuerza porque no hay diseñadas políticas económicas en las que pueda apoyarse que le permitan prosperar. Más bien queda enterrada bajo la desproporcionada presión tributaria y la falta de financiamiento.
Es uno de los dos pilares económicos del país que no obstante no tiene cómo sostenerlo. Y esta es la causa por la cual la Argentina no progresa; avanza dos pasos y retrocede cuatro y al final siempre tropieza. Sin apoyo al mundo Pyme, el que no hace pie y sigue “cuesta abajo en la rodada” es el país.
AB
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