Letanía ultra, un show que se apaga y déjà vu para el “coloso” sin cartera y el ministro “rockstar”
El Pacto de Mayo, anunciado como un hito refundacional, con la presencia de todos los gobernadores y las fuerzas vivas de la Nación, se transformó en una apagada celebración con los propios en la capital de la provincia que se presume más oficialista. El gobernador cordobés, Martín Llaryora, se animó a ser extranjero en su tierra y dijo presente en la plaza San Martín, como indica la lógica y el protocolo. Si no hubiera sido el caso, también habría estado, porque, se sabe, el cordobesismo tiene ganas de ayudar.
Como quien nunca se aburre de sí mismo, Milei transitó la letanía de falsedades sobre la “primer (sic) potencia mundial” de fin del siglo XIX, malograda —en su versión— por el populismo que nació con la democracia, la inflación del “17.000%”, “la peor herencia de la historia”, el “ajuste más grande de la historia de la humanidad” y “las fuerzas del cielo”. Variaciones menores con respecto al discurso que repite desde su asunción, el 10 de diciembre, incluyeron una temeraria mención a “derramar sangre por la Patria” si hace falta, promesas de rebajas de impuestos y un hipotético “Consejo de Mayo”, cuya inutilidad se puede prever, salvo alguna pretensión autoritaria de reemplazar al Congreso.
Apenas 6.000 personas se dieron cita en la plaza San Martín de la capital provincial, primera incursión popular en una provincia desde que asumió. La concurrencia fue similar a la que no pudo completar el aforo el Luna Park, a mitad de semana.
El contraste con la grandilocuencia de la convocatoria formulada el 1 de marzo, ante la Asamblea Legislativa, enmarca el momento político y la incertidumbre económica. De ello también dan cuenta las manifestaciones contrarias a la visita, que, como impone la era, fueron reprimidas.
El tablero no responde
Hasta hace apenas días, la ley Bases se podía “tirar” porque a Milei le importaba “un carajo”. Marchaba tan bien la economía, fue tan “heroico” “Toto” al bajar un déficit fiscal de “17 puntos del PBI”, que el texto que Federico Sturzenegger encargó a un pool de estudios jurídicos era prescindible o postergable.
La ley Bases —un mamotreto indigerible para la Constitución— no tuvo el paso exprés de cinco días por el Senado que esperaba el oficialismo. Al interbloque de Diputados “¡Déjese ayudar, Presidente!” (De Loredo, Pichetto, Stolbizer, cordobesistas, provinciales) se le pasaron varios elefantes y el Senado está tomando algún recaudo mayor, que, si se considera el alcance y la complejidad del contenido de la ley Bases, es a todas luces insuficiente.
El “mago” Caputo comenzó a sacar conejos muertos de la galera y el dólar, cuyo atraso ubicó a los precios del supermercado entre los más caros del mundo, inició una escalada. Déjà vu para el “rockstar” Caputo y el “coloso” Sturzenegger, capitanes del “mejor equipo de los últimos cincuenta años” que pergeñó Mauricio Macri para su Gobierno: el tablero no responde.
Los números de la recesión son brutales y el Estado se está llenado de deudas en dólares que Caputo y su socio en el Banco Central, Santiago Bausili, enchufan a cualquiera que tenga un pago pendiente del Estado. Los bonos de Caputo-Bausili serán saldados a fin del mandato de Milei o en 2038. ¿Quién puede tener alguna duda de que el Estado argentino tendrá capacidad de pago?
Déjà vu para el ´rockstar´ Caputo y el ´coloso´ Sturzenegger, capitanes del ´mejor equipo de los últimos cincuenta años´ que pergeñó Mauricio Macri para su Gobierno: el tablero no responde.
La motosierra se aplica para arrasar bosques, si la administra un sojero, o para amputar partes del cuerpo, si está en manos de un asesino serial. Utilizada por un Gobierno con las características personales de los hermanos Milei, causa estragos sociales sin la más mínima previsión de sus consecuencias.
El tiempo pondrá en su lugar ético, racional y político el hecho de que un Presidente se vanaglorie de que el ancla inflacionaria y del tipo de cambio sea el recorte de jubilaciones y salarios del orden del 25% en un cuatrimestre, o la absorción de pesos vía deuda en dólares a pagar cuando este Gobierno ya no esté. Ocurre que esos dos supuestos logros —tendencia decreciente de la inflación y estabilidad cambiaria— podrían haber llegado a su fin.
La sutileza del “no hay plata” complicó el abastecimiento de gas este invierno y, con ello, las reservas del Banco Central, mientras los depósitos estatales acumulan 5.000 toneladas de alimentos comprados por el Gobierno anterior para abastecer a los comedores populares, como informó El Destape. La prensa cómplice se encarga de transmitir los partes de las presuntas auditorías que organiza la ministra Sandra Pettovello como modo de justificación para que cientos de miles de familias se queden sin alimentos.
De buenas a primeras, el alza del dólar del 20% en pocos días pasó a ser responsabilidad del empantanamiento de la ley Bases, según la respuesta de Milei en una entrevista en el canal La Nación+. ¿Cómo era que se podía “tirar” el proyecto ómnibus porque todo marchaba mejor de lo esperado?
Posse en la mira
El autodenominado “máximo exponente de la libertad a nivel mundial”, un gigante entre “liliputienses”, parece haberle bajado el pulgar a Nicolás Posse, su amigo y colega de Corporación América que hizo y deshizo en el gabinete ultraderechista y las empresas estatales, apalancado por su nula experiencia política. Como no son casta, los ejecutivos de Corporación América traerían aire fresco.
Posse también avanzó en un terreno que algunos deslizan como la causa real de la ira de los hermanos Milei. Se hizo cargo de la Agencia Federal de Inteligencia y llenó la casa de espías de la vieja guardia y castrenses, a los que restituyó los siniestros fondos reservados que habían sido neutralizados por la gestión anterior. Con esos fondos, se puede espiar a extraños, pero también a propios.
No hubo mala praxis que el Gobierno haya dejado de cometer en todo el tratamiento en el Congreso de su proyecto fundacional. El elenco ultra midió mal las demandas sectoriales y provinciales y se recostó sobre abogados de pluma precoz a la hora de plasmar artículos en defensa de las empresas que los contratan. Los coloridos bloques de La Libertad Avanza en el Senado y en Diputados, ignorantes del contenido de los proyectos y del tránsito de las negociaciones, quedaron descolgados del trámite de aprobación. El Ejecutivo, renuente a un mínimo debate en el Congreso, envió a funcionarios que no conocían el texto y cometió torpezas antológicas, como aquélla del ministro del Interior, Guillermo Francos, cuando no fue consciente de que retirar del recinto la primera versión del proyecto, en febrero pasado, significaba empezar de cero.
El elenco ultra midió mal las demandas sectoriales y provinciales y se recostó sobre abogados de pluma precoz a la hora de plasmar artículos en defensa de las empresas que los contratan
Francos, Posse, el enfant terrible Santiago Caputo y Karina Milei no habrían trabajado del todo bien, pero al parecer, sólo el jefe de Gabinete pagará los platos rotos.
En la misma semana, Milei hizo saber que el ingreso de Sturzenegger a un puesto de ministro es una consecuencia ineludible tras la eventual aprobación de la ley ómnibus.
La lectura de que el ingreso formal del extitular del Banco Central erosiona o directamente anula a Caputo es inevitable. Sturzenegger podría ir al Palacio de Hacienda y el actual ministro a su casa, para “tradear” libremente. Sería una salida con sabor amargo, tras haber provocado una recesión que comenzó a asustar hasta a los más fanatizados con la motosierra.
La herencia de Caputo
En esa hipótesis, Sturzenegger entraría con una paridad cambiaria no muy lejana de la que había en diciembre pasado, antes de que el Gobierno libertario gatillara una devaluación del peso de 54,3%, una de las mayores de la historia. Los sojeros parecen estar plantados arriba de las silobolsas a la espera de un mayor rédito y no hay rastros del remanido préstamo por decenas de miles de millones de dólares que Milei dio por hecho. Con cepo estricto y diversos artilugios, los dólares paralelos avanzaron 20% en pocos días, por lo que la promesa del dólar libre deberá esperar.
Si bien la ley Bases y el paquete fiscal habilitarían más ingresos para el Estado a partir de la restauración del impuesto a las Ganancias (ingresos), las protestas en Misiones —uno de los bastiones electorales de Milei— dan la pauta de que el excel de ingresos y egresos que el Gobierno manejó con rusticidad encontró un límite. No habría margen para más recortes salariales ni de jubilaciones. Por el contrario, las presiones de recomposición recrudecerán, lo que es todo un problema para un Ejecutivo que hace alarde de desinterés por lo que viven las provincias, sea una catástrofe climática o un conflicto sindical o social.
Esa convivencia, que tendría a Sturzenegger con la autopercepción de que supera con creces la capacidad técnica e intelectual de Caputo, podría ser traumática.
De modo que Sturzenegger asumiría su tercera gran responsabilidad formal en un Ejecutivo, tras su experiencia como uno de los gestores del megacanje de Fernando de la Rúa —que aumentó el monto de deuda externa a pagar en decenas de miles de millones de dólares y le valió al economista un procesamiento— y la titularidad del Banco Central entre 2015 y 2018, otro período lacerante que alumbró un proceso de emisión de bonos de deuda por US$ 64.500 millones (informe del Banco Central), y de otros US$ 44.500 millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Otro escenario posible es que Caputo quede al mando de Economía y Sturzenegger se instale al lado, con un puesto formal que corone el papel de asesor en las sombras que lo llevó a redactar la ley Bases y el DNU 70. Esa convivencia, que tendría a Sturzenegger con la autopercepción de que supera con creces la capacidad técnica e intelectual de Caputo, podría ser traumática.
Una narrativa del macrismo indica que la economía marchaba diez puntos durante los dos primeros años de Cambiemos, hasta que el Día de los Inocentes de 2017, 28D, el entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña, Caputo y el titular de Hacienda, Nicolás Dujovne, decidieron intervenir la meta de inflación fijada por el Banco Central. Quedó para la historia la foto de Sturzenegger y su segundo, Lucas Llach, anunciando una inflación para 2018 equivalente a un quinto de la que realmente fue. Esa presunta afectación a la “independencia” del Banco Central habría desatado —según la narrativa citada— la desconfianza de los inversores y la posterior debacle del Gobierno de Macri.
Una interpretación menos fantasiosa de aquel episodio viene a cuento en tiempos en que Caputo, Sturzenegger y Llach asumen altísimas responsabilidades en el Gobierno de Milei.
Ninguna de las facciones del macrismo esboza la crítica al hecho de que Argentina haya liderado durante dos años (2016-2017) la emisión de bonos internacionales entre mercados emergentes, muy por encima de países más grandes como Rusia, Turquía, México y Brasil. Si se considera el préstamo del FMI de 2018, el récord se extiende a tres años.
Fantasía y realidad
Por el contrario, Stuzenegger y Caputo, cada uno con su libro, justifican como virtuoso el proceso de endeudamiento. El dato podría ser menos revulsivo si no hubieran existido voces, no sólo de la desarticulada oposición durante los dos primeros años de Macri, sino también dentro de la ortodoxia, que alertaban que ese incremento de la deuda externa, junto a la baja de impuestos a los ricos y los sojeros, y acciones populistas alla Macri como la “deuda histórica” con los jubilados de mayores ingresos y los contratos leoninos en el área de energía, conducía al precipicio. Las advertencias fueron presentadas, el tándem económico del macrismo no la vio y la economía se estrelló.
La historia se repite: la oposición a Milei —como la de Macri— está desarticulada, entre peleas internas y gobernadores, diputados y senadores que se venden por sandwichitos o algo más; un coro mediático celebra cada noche la condición de estadista del Presidente y reza salmos contra los adversarios; y Caputo y Sturzenegger avanzan a paso redoblante.
Las alertas actuales sobre una praxis política tan torpe, una recesión autoprovocada y enjuagues financieros aparecen con más énfasis que aquellas disidencias que le presentaban a Macri, y no sólo por economistas opositores.
Asesores de candidatos presidenciales del PRO y otros que formaron parte del círculo del propio Milei y fueron defenestrados (Carlos Maslatón, Carlos Rodríguez, Diego Giacomini) advierten, cada uno con sus matices y razones particulares, que el rumbo no es sustentable.
Economistas de ese origen coinciden en algo que opositores dijeron hasta el cansancio: baja la actividad, se recaudan menos impuestos, lo que obliga a más recortes, que aceleran la recesión.
Un ajuste para dominar un déficit sin financiamiento, como el que dejaron los Fernández y Sergio Massa, era inevitable para quien asumiera en diciembre, pero se requiere pericia y capacidad política para evitar que el recorte se transforme en una espiral recesiva, atributos de los que Milei carece.
El dato de las encuestas de que el mandatario conserva el apoyo de la mitad de la población da pocas certezas sobre el futuro político, siquiera inmediato. Misiones ofrece una muestra sobre la distancia que hay entre la calma social y conceptos un tanto etéreos sobre “aprobación” y graduación de la imagen, medidos a su vez en su gran mayoría con sondeos telefónicos o digitales de dudosa eficacia.
El Presidente es un compendio andante de datos falsos sobre déficit fiscal, pobreza, inflación y crecimiento
La historia ofrece un abanico de ejemplos sobre “alta imagen” que se deterioró en poco tiempo. La aprobación de Fernando de la Rúa se extinguió apenas pasado un semestre de su asunción. A los pocos meses de que fuera electa presidenta por mayorías abismales, Cristina Fernández de Kirchner estaba viviendo crisis con parte de su electorado; en 2008, por el conflicto con los productores agrarios, y en 2012, por el accidente del tren en la estación Once. También Macri, tras su resonante victoria de medio término en 2017, y Alberto Fernández, que vio la cumbre en el inicio de la pandemia para descender irremediablemente antes del fin de ese año.
Milei enciende fogatas en sus shows, sea en la convención de Vox en Madrid o en el Luna Park. Insiste con citas de autores marginales y explicaciones dogmáticas. El Presidente es un compendio andante de datos falsos sobre déficit fiscal, pobreza, inflación y crecimiento, que sus colegas ortodoxos, tan propensos a atribuirse el saber científico, pasan por alto. Son gracias del “loco” que merecen ser disimuladas.
No cabe menospreciar lo que representa el proyecto de Milei. El líder libertario fue votado por una amplia mayoría y todavía logra encolumnar a buena parte del sistema político, incluidos gobernadores que hicieron campaña por Unión por la Patria.
La dimensión de los apoyos al ultra entre los poderes fácticos queda evidenciada en que grandes corporaciones se animaron a redactar artículos de la ley ómnibus y el mega-DNU. No se van a resignar fácilmente.
SL/DTC
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