Lluvias brasileñas, vapores paraguayos, dobles velocidades chilenas
La nueva Constitución de Chile será la primera del mundo redactada en la era de las redes sociales. Por deferencia, nos maravillamos de la idoneidad de las redes para abolir la pérdida de tiempo. Suyo es el modo imperativo: imagen, video o consigna, ir para allá o volver para acá, todo ahora, sin falta, sin faltar. Admiramos su coordinación de movimientos y posiciones sin exigir jefaturas ni más propio nombre propio que la propia acción.
Como en aquel ejemplo favorito y centenario del anarquismo, el sistema de los trenes de Europa, que puntuales, veloces e indemnes cruzan las fronteras y el continente, transportan, cargan y descargan pasaje y mercancías, ausente cualquier entidad supranacional ferroviaria europea. La celeridad de las redes hizo correr hacia su invierno a las primaveras árabes de 2011. La anonimia de las protestas sociales chilenas de la primavera boreal de 2019 desesperó a quienes preferían alentarlas antes que dispersarlas , siempre y cuando no fuera al portador el cheque en blanco que iban a firmarles.
Eficiencia y discreción clasemedieras coincidieron parejas en los reclamos urbanos brasileños de 2013. Vem Pra Rua, Movimento Brasil Livre (MBL, de derecha, eco del MPL, Movimento Passe-Livre , de izquierda radical), Revoltados On-Line (ROL), en el país donde la adicción a Facebook y las páginas personales es tan alta como EEUU, colmaron resentidas alamedas. Estos revoltados de la línea que bajaban a la rúa atribuían al prebendalismo y corrupción de las nuevas administraciones las barreras que ahora veían para su crecimiento y opulencia. “En los países con gobiernos progresistas, el desapego a la democracia de los sectores medios tradicionales vendrá precisamente como resultado de los éxitos relativos de los procesos de igualdad social […] que devalúan los bienes y privilegios”: así expone Álvaro García Linera con nitidez en elDiarioAR este comportamiento, que también fue de ‘los pititas’ wsaperos bolivianos de 2019.
Es significativo, y al tiempo que les imprime un giro, las dota de una concentración imprevista, al reconducirlas a un núcleo más virulentamente autocentrado, a estas movilizaciones de masas en red, que Montserrat Álvarez observe que la misma impostación de indignación moral, brotada al estímulo de un sobrio realismo que descubre cancelada la expansión de sus privilegios, haya vibrado en las redes y arrojado a las calles a las juventudes y clases medias en marzo de 2021 en el Paraguay con el hashtag hartazgo: “el actual #hartazgo empezó a crecer cuando amplios sectores de jóvenes de clase media que aspiraban a mejorar su estatus socioeconómico o que tenían ya ciertos privilegios de origen descubrieron que no podían mejorar ese estatus o vieron erosionarse esos privilegios -cuando los que esperaban tener más que sus padres, o lo mismo, perdieron movilidad social ascendente o se toparon con que, dentro de todo, a sus padres les había ido mejor-”.
Sin igualación social, el daño del que se sentían víctimas, hacía que se enfrentaran al clientelismo del gobernante Partido Colorado, con el que habían convivido, y en su denuncia y castigo buscaban una satisfacción que sabían vicaria porque, aun obtenida, como la de quienes impulsaron impeachment para Dilma, cárcel para Lula y recambio antipolítico de gobierno, en poco variaría esa situación material que no toleraban.
Menos maravilloso, menos admirable, es otra seña de identidad de las redes sociales: su formidable potencia de agresividad. Una de las formas, no de las más violentas, sí de las más inescapables, de esa violencia, es la impaciencia ante el desvío o la procrastinación de una agenda. Una de sus formas estructurantes es la que en Twiiter se llama ‘hilo’. Es difícil la polifonía, de un hilo no nos olvidamos si nos proponen otro inconexo. En las elecciones chilenas que eligieron la Convención Constitucional que redactará la nueva Ley Fundamental del país, la propaganda política fue pagada, para las candidaturas una vez todas asentadas e inscritas, por el Estado.
Ni siquiera el que fuera también la primera elección mundial de asamblea constituyente celebrada en pandemia (lo que hizo que, por bioseguidad, se extendiera por dos días), modificó, en partidos tradicionales, en partidos o frentes emergentes, en los grupos independientes que finalmente resultaran los más votados, cambió una costumbre tradicional. A pesar de que la circulación estaba, y está, restringida por toques de queda, de que los mitines estaban prohibidos, de que la militancia no circulaba por las calles, sin embargo la mayor parte del gasto partidario en propaganda de campaña se destinó a soportes tradicionales, con una enorme proporción a papel impreso (carteles, afiches, prospectos, volantes), y menos de un cuarto fue a internet, y menos aún a las redes sociales.
Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, da el dato y apunta la inercia. Hay el peso inerte de formas de hacer campaña que tardan en desaparecer más que las condiciones que las hacían posibles. Pero en otra interpretación de Lagos despunta una racionalidad, una prudencia contemporánea, y no un desfasaje transitorio de sujetos, medios, y electorados en transformación. Al interpretar la encuesta de opinión del CEP (Centro de Estudios Públicos), Lagos enfatizaba que la aprobación de la figura política con mayor aprobación (un 54%), la de la diputada ex comunista ahora humanista Pamela Jiles, era por completo equivalente a la aprobación que recibía el retiro de los fondos de pensión de las AFP. Este asunto importaba obsesivamente y más que ningún otro a quienes evaluaban a ‘la Abuela’, como se llamaba al personaje que esta ex periodista hacía en la tele, con una calificación de una altura reservada sólo a ella.
En el Chile post ‘estallido social’ de 2019, y contemporáneo de una pandemia cuyo final parece aún más alejado que el de la campaña de vacunación, tales sumas de dinero contante y sonante, en divisas convertibles, y de disposición inmediata sólo pueden recabarse de los fondos de jubilación y de pensión, regidos sólo por el sistema de la capitalización. Sobre un telón de fondo oscuro, el de un Chile que está endeudándose, por la pandemia y la baja de actividades, hasta el punto de que con la tasa de crecimiento prevista, de un 2%, no podrá pagar los servicios de la deuda. Conversar de cualquier tema que no fuera el retiro de los fondos significaba retrasar los retiros, y esa insensibilidad era recibir el repudio del electorado. Las redes son el lugar de esta conversación.
La voz a ti debida
Quien entendió como Jiles cuál era el hilo fue quien va colocado segundo, aunque 20 puntos por detrás, en el top de aprobación de la encuesta CEP. Joaquín Lavín, que será en noviembre candidato presidencial de la UDI (Unión Demócrata Independiente). Este neoliberal ex alumno directo de Milton Friedman impulsó el retiro sin perder tiempo en doctrinas, reparos o excusas y alzando la voz: Lavín sabía que ese artificio era el único desahogo a la queja social.. Antes del tercer retiro, los diputados de su partido habían presentado en el Congreso una alternativa propia, acaso más generosa: que el retiro se hiciera de la AFC (Administradora del Fondo de Cesantía) en lugar de la AFP.
Como alcaldes, uno de la céntrica Recoleta santiaguina, el otro de la oriental comuna de Las Condes, el comunista Daniel Jadue y el derechista Joaquín Lavín, ambos los dos presidenciables más sólidos de sus extremos, presentan una coincidencia que es una de las claves de esa solidez: representan a electorados que los consideran adecuados representantes. En las presidenciales, también contarían con el voto de una masa que también se consideraría así satisfactoriamente representada (a diferencia de las incomodidades que resultan de la representatividad de la Convención Constitucional).
El caso de Lavín, todo el bloque de Chile Vamos. Aun ese 54% de votantes que en el balotaje de 2017 le había dado a Sebastián Piñera la victoria y su segunda presidencia, y que ha roto su vínculo con el presidente de RN (Renovación Nacional), podría orientarse hacia él. En cambio, la diputada Jiles no representa a ese otro 54%, el de la encuesta CEP, ese porcentaje que la aprueba por encima de todos, todas y todo. Ella es su procuradora, su gestora, su mediadora, ni su lideresa ni su representante. Por eso tomaba distancias de ella, ya antes de la elección de convencionales, Jadue, que no la quiere consigo en una alianza electoral.
El avance de la campaña presidencial, de sus primarias, de la consagración de candidaturas será contemporáneo al de las sesiones de convencionales, públicas, y algunas con público, en las graderías del viejo congreso chileno, en la capital. Si el segundo proceso se guiará y debatirá con la agresividad de las redes sociales y las demandas de mediaciones, a su vez corregirá al primero, que puede orientarse al encuentro de candidatos y electorados en unas elecciones que serán a la vez del nuevo Ejecutivo y Legislativo. No sería la primera vez que un cambio en la vida política chilena se vería acompañado del aprovechamiento de novedades técnicas de la comunicación.
Este panoramista puede recordar una innovación, hoy obsoleta, pero probada eficacia no restricta a Chile. Después del trauma que fue para la Democracia Cristiana (DC) la muerte del ex presidente Eduardo Frei, que había encabezado la campaña (derrotada) del No al plebiscito constitucional de Augusto Pinochet de 1981, el partido tuvo la suerte de recomponerse con una dirección excepcional. Gabriel Valdés fue su el líder mayor de la década de 1980, el que iba a encaminar a la DC, y al país, al triunfo del No en el plebiscito de 1988. Valdés dirigía a sus correligionarios, y a toda la población, mensajes que circulaban grabados en cassettes.
No muchos años antes, la conformación de una resistencia sostenida en su moral y en sus propósitos por la regular recepción de mensajes en cassettes había sido determinante en Irán para el buen éxito de la Revolución Islámica de 1979. (El panoramista volvió a ver en 1989 los cassettes opositores circulando en Turquía, en el gobierno de Turgut Özal. La circulación era legal; lo que no eran legales, eran los mitines –tampoco ahora, pero por la pandemia). No siempre el medio es el mensaje, o todo el mensaje.
AGB
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