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Opinión - Panorama de las Américas

Xi, Joe, Nancy y la diplomacia del veneno

Alfredo Grieco y Bavio Panorama de las Américas rojo

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Cuando en noviembre de 2020 Joe Biden ganó las elecciones,  Xi Jinping dejó pasar un mes antes de felicitar al vencedor. El presidente comunista chino se demoraba, como Donald Trump, en reconocer la victoria del demócrata. No era cuestión de irritar al republicano en la Casa Blanca, cuyo mandato caducaba recién el 20 de enero. En cambio, apenas dado a conocer el contagio de Biden por coronavirus, el mensaje de Pekín fue casi el primero en hacerse oír en Washington con sus buenas intenciones: “Le deseo una pronta recuperación y expreso mi más sincera simpatía”, comunicó Xi.

Muy poco antes de revelar que presentaba “síntomas leves” de covid, el septuagenario presidente de EEUU había hablado, precisamente, de China. Se había pronunciado en contra de una visita de solidaridad política a la isla de Taiwan planeada por la presidenta de la Cámara de Representantes, la octogenaria demócrata (y correligionaria católica) Nancy Pelosi. Para el Pentágono, la idea era temible; para el Global Times, regocijante. Según Hu Xijin, editorialista de punta de este diario comunista chino, la República Popular debería sentirse responsable de la seguridad de la venerable Nancy, Y hacer que los cazas chinos levantaran vuelo desde el continente y escoltaran al avión norteamericano por lo menos hasta Taipei, capital taiwanesa. Sería una provocación de alto riesgo, porque, ante tal incursión china sobre su propio cielo nacional (aunque no extranjero según Pekín), la aviación militar taiwanesa debería reaccionar, y aun la propia flota aeronáutica de EEUU tampoco podría quedarse impasible contemplando la escena. El 1° de agosto, fecha de la proyectada visita a la isla, la primera en 25 años de una figura en la línea sucesoria norteamericana, es el aniversario de la fundación del Ejército Popular chino.

Biden anunció una cumbre por videoconferencia con Xi en los próximos diez días. (Y canceló sine die su encuentro presencial personal bilateral del martes en el Salón Oval con el presidente argentino. A veces, conviene admitirlo, Alberto Fernández no tiene buena suerte). De Pekín no llegó ninguna confirmación del encuentro virtual con Washington. A los chinos les gusta dar la sensación de que 'escucharon con beneplácito inmediato el requerimiento de la otra parte', después de haberse hecho rogar. El masculino no es de generalización: no hay mujeres en el gobierno de Pekín. En Taipei preside el gobierno taiwanés una mujer, Tsai Ing-wen, la dos veces frustrada anfitriona de Nancy.

Afectado de covid, Joe Biden canceló sine die su encuentro presencial personal bilateral del martes en el Salón Oval con el presidente argentino. A veces, conviene admitirlo, Alberto Fernández no tiene buena suerte.

Hay que ver si las curas preventivas con el antiviral Paxlovid son eficaces para que Biden se sienta de nuevo en forma, y pueda dialogar nuevamente cara a cara (pantallas y distancias mediante) con el líder chino.

A lo largo de un año, cada nuevo objetivo pesimista para el nuevamente mutilado crecimiento económico de China al que Xi Jinping anunciaba que se resignaría con sabia prudencia no tardaba en avergonzar por lo temerario de su irresponsabilidad optimista. El último objetivo anunciado para para 2022 fue un todavía expectante 5,5%, pero su ambición recortada ya era tenida por inalcanzable, y ya fue admitida como excesiva. Por detrás de este realismo de la modestia serial hay una invariante cuya perduración produce efectos no constantes, sino crecientes en su corrosión. Es la política china de cero covid, una higiene nacional que el presidente chino no duda de que sea modélica y global. Apenas descubierto un foco de covid, se cierra un barrio, una ciudad, un conurbano. La 'Nueva York china', Shanghai, pasó así encerrada, sin asomarse a la calle, la mayor parte del año.

En Wuhan se conoció el 'virus chino', como lo llamaba el presidente Donald Trump, pero China no conoció el millón de muertes de EEUU o Brasil. Tampoco Corea, Japón, o la propia provincia de Taiwan, que no aplicaron la cuarentena estricta con calles vacías. Es cierto que un peligro, salvado, en China, habría sido que la pandemia se difundiera por las áreas rurales. Si la economía china no crece, la alemana tampoco, y menos las economías regionales europeas industriales, como en el norte de Italia, conexas a la alemana.

Tampoco han querido en China importar vacunas de EEUU, y se obstinan con patriotismo en usar sólo las vacunas chinas, que también protegen, aunque menos.  Acaso China compre Moderna y Pfizer. Pero sólo después del Congreso del Partido Comunista de octubre, que le concederá a Xi un tercer mandato presidencial, y acaso sin término fijo. Los politólogos chinos (infectólogos complementarios) recuerdan que el viaje a Taiwan que Pelosi había planeado para abril había sido impedido porque la propia presidenta de la Cámara de Representantes había caído contagiada por covid. Una verdadera 'diplomacia viral', donde el virus mataba en su raíz el conflicto. En latín, virus es veneno.

AGB

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